Votar cabreado, votar ilusionado o no votar... en el último minuto: así se ha vivido en Correos la avalancha electoral
Esta mañana, un señor muy enfadado ha ejercido su derecho a no votar en una oficina de Correos de Madrid. Acompañaba a su mujer, una señora más bien decepcionada, que ha esperado a última hora para enviar su papeleta. “Me da rabia. Trabajo desde los 22 y ahora quieren subir la edad de jubilación”, dice. “Estamos cansados. Al menos los jóvenes están motivados”.
Él, que lleva varios años sin votar porque “los españoles han empleado mucho esfuerzo en conseguir sus derechos, que han sido violados por reformas laborales y ningún Gobierno lo cambiará”, no está de acuerdo. “España no es un país productivo, hay muchísimo paro juvenil y precariedad. Tan motivados no están”.
Jóvenes, adultos, cabreados, decepcionados, ilusionados, en pareja, solos o en grupos de amigos antes de ir a desayunar... Las sucursales de Correos amanecieron este viernes más tranquilas, después de semanas con grandes colas de gente votando. Solo quedaban los rezagados: unos 80.000 según los cálculos de Correos, que hasta anoche había recibido el voto de algo más de 1,2 millones de ciudadanos, de los 1,3 que lo han solicitado para estas elecciones. Sus votos serán los más complicados de gestionar, pues saldrán hoy por la tarde y tendrán que llegar a tiempo para el domingo a distintos lugares de España, por remotos que sean.
“Ha sido una puta locura”, dice un madrileño que no vota por correo pero que hace envíos a diario y que hoy veía, por fin, cómo todo volvía a la rutina. “La documentación es larga y, si te confundes, se retrasa. El problema es que afecta a todo el mundo, venga a votar o no. Los votantes salen encabronados y los trabajadores, que terminan tarde, aún más”. A las doce su oficina, en La Latina, ya estaba casi vacía y los pocos que quedaban enviaban paquetes.
¿Han sido las colas en Correos –fotografiadas hasta la saciedad estos días– un reflejo de que el electorado está movilizado y no le importa esperar horas bajo la lluvia para votar, una falta de planificación logística por parte de la empresa y la Junta Electoral, todo lo anterior junto o nada de eso?
Lo primero que hay que ver son los datos. “El récord de voto por correo fue en junio de 2016”, explica al teléfono Majín Blanco, director de operaciones de Correos. “Se produjo un incremento muy significativo respecto de procesos anteriores, como 2011 o 2015, cuando estaba en unos 700.000 solicitantes. En 2016 llegamos 1,4 millones: un 196% más que en 2011”. Este año, han sido 1,3 millones de personas las que lo han solicitado. Sí, es un 9% menos que en 2016. Pero sigue siendo prácticamente el doble que en 2011.
“El voto por correo depende mucho de cuándo se celebren las elecciones”, continúa Blanco. Este año caen después de Semana Santa, en víspera de festivo en Valencia (el 29 de abril es el día de San Vicente Ferrer) y a dos días del 1 de mayo, festivo nacional.
Eso provoca dos cosas: la primera, que con los festivos del lunes 29 y del miércoles 1, muchos viajen esta semana y lo soliciten. Y la segunda y principal: que la entrega de documentación electoral (que el cartero tiene que dar en mano al votante) se retrase porque la gente no está para recibirla durante la Semana Santa.
“Nos dieron la documentación el 8 de abril”, dicen en Correos. “Muchos estudiantes se fueron a su casa el 11 y no volvieron hasta el 23. Al volver se han encontrado con que tenían que ir a por ella a la sucursal”. La entrega de documentación es más compleja que el voto en sí: el cartero puede ir hasta dos veces a darla y, si el receptor no está en casa, la dejará en la oficina para que vaya él.
“Las colas responden a estas situaciones. Y ha habido colas en oficinas donde se atiende a gran cantidad de estudiantes”, continúa el director. “Me ha hecho gracia la de Guzmán el Bueno de Madrid, que ha salido hasta en medios de provincias. Evidentemente, en esas provincias no es posible sacar una foto de una cola en Correos”.
¿Qué dicen los trabajadores?
1.223.000 ciudadanos enviaron su voto hasta las doce de la noche del jueves. Los trabajadores de Correos trabajaron miércoles y jueves por la noche porque se amplió el horario de apertura, cobrando las horas extraordinarias y “una pequeña cantidad por el sobreesfuerzo”, indica el director. Pero aún falta parte de lo gordo: que todas esas papeletas lleguen a tiempo a sus mesas el domingo. Correos ha contratado a 4.500 eventuales para reforzar oficinas, centros logísticos y el reparto. Algunos se quedarán durante mayo para cubrir las municipales.
Una parte de los trabajadores ha vivido estas jornadas con una mezcla de resignación y de conciencia de responsabilidad. “Solo Correos puede gestionar un pico de presencia ciudadana en una red de atención al público en una materia tan delicada como el voto electoral”, apunta un portavoz de CCOO. “Tras una ventanilla hay una persona. Son gestiones muy complicadas; es como estar custodiando una urna”.
En CSIF no piensan lo mismo. Este sindicato considera que el refuerzo ha sido insuficiente y pide a Correos que “la situación no se repita” en las próximas elecciones municipales, autonómicas y europeas. Un portavoz de Correos en Lucha tampoco considera “normal” la situación de estas últimas semanas y habla de “baja y precaria contratación”. Recordemos que desde en 2017 hay más trabajadores eventuales que funcionarios en la empresa pública.
“Esta mala previsión sólo puede responder a la degradación de Correos y a seguir mostrando una imagen que favorezca la supuesta necesidad de privatización”, añade. Un artículo publicado en el periódico La Mayoría relaciona el “caos electoral” tanto con el déficit de personal como con el giro hacia la paquetería y la “transformación de Correos de un servicio público en una empresa servil vinculada a Amazon, encargada del reparto de los paquetes del gigante del e-commerce”.
Para Mario Murillo, miembro de Correos en Lucha, desde hace tiempo opera en Correos un cambio de lógica por el cual el Servicio Postal Universal (que incluye, entre otros factores fundamentales para el funcionamiento de la Administración, lo relativo al voto por correo) es una actividad poco productiva“ y se sitúa el futuro de la empresa, precisamente, en la paquetería.
“El voto es sagrado para Correos”
“Esto no hubiera sido posible sin el esfuerzo de los trabajadores”, añade Blanco. “Hay que destacarlo, porque a pesar de las colas y del trabajo intenso la mayoría no ha perdido la sonrisa para atender a los ciudadanos”.
En la famosa oficina de Guzmán el Bueno estaban, además del matrimonio de enfadados, varios estudiantes que pasaron de votar ayer para evitar colas. Entre ellos, el voto se inclina a la derecha. “Es la Ciudad Universitaria. Hay mucha gente de colegio mayor”, justifica Andrea, una joven de 22 años de Pamplona que cree que a Vox se le está “dando mucha bola, pero no va a conseguir tantos votos”.
“Yo espero que gane la derecha. No soy partidario de Vox, sino de algo más de centro, como Ciudadanos. Pero por lo que se ha visto con Sánchez y por el miedo al separatismo, prefiero que sumen”.
Tras él, tres jóvenes con abrigo de rayas terminan de votar y se marchan diciendo: “España Viva, ¿no?”
Ahora solo queda que sus votos lleguen a los colegios electorales, por mucho que les cueste a los trabajadores de Correos. “Los votos del viernes hasta las dos son excepcionales, porque se complica la logística. Si vives en Madrid y votas en la última aldea de Lugo, tenemos que estar allí el domingo por la mañana. Hacemos una primera entrega durante la apertura de mesas y si durante el día llegan votos también los llevamos”. Más tarde, cuándo se cierran las mesas, tienen que recoger un sobre que contiene el acta para asegurar que todos los votos llegan.
“En algún caso hemos llevado votos de Madrid a Sevilla en AVE. O en furgonetas de Burgos a Oviedo. Los más problemáticos son los de las islas, pero aprovechamos cualquier avión, se lo damos en mano al piloto si hace falta y lo recogemos en el aeropuerto. Para Correos, el voto es sagrado. Más que un anillo de diamantes”.