El nombramiento de Santiago Abascal como presidente de Patriotas por Europa, la formación del nuevo grupo europeo surgido tras la división en Bruselas de las tradicionales familias de la ultraderecha, servirá al líder de Vox para tratar de reforzar su liderazgo y tomar impulso de cara al nuevo escenario político que se abre en todo el mundo tras la victoria en Estado Unidos del republicano Donald Trump, uno de los ídolos de la ultraderecha europea y latinoamericana, junto con el argentino Javier Milei.
Los dirigentes de Patriotas, cuyas principales figuras son el húngaro Viktor Orbán y la francesa Marine Le Pen, han advertido ya de que quieren convertirse en “actores políticos fundamentales en el escenario europeo”, para “afrontar el reto de consolidar una mayoría alternativa a la tradicional coalición entre socialistas y populares” en la Eurocámara. Y Abascal, aunque no tiene escaño en Bruselas, se ha propuesto abanderar esos retos en su nuevo cargo como presidente del partido. El mismo día de su nombramiento se comprometió a “promover una respuesta frontal y total al globalismo, y que la Europa de las patrias sea grande, próspera, segura y libre otra vez”, siguiendo la estela de Donald Trump y su promesa de hacer “grande de nuevo a América” que lo ha llevado de vuelta a la Casa Blanca.
“Hasta ahora solo los 'malos' han trabajado unidos, tenemos el deber de proponer una respuesta total y global al globalismo. Los 'buenos' tenemos que estar unidos”, afirmó aquel día. Los “buenos” para el líder de Vox son los dirigentes de la ultraderecha, como él, a los que no ha parado de hacer llamamientos para formar entre todo “una gran familia” de extrema derecha. No pudo ser y Vox abandonó el grupo de los Reformistas y Conservadores donde está la formación de la italiana Georgia Meloni, con la que se ha distanciado, para recalar en el nuevo partido, mucho más radical, impulsado por el primer ministro húngaro y Matteo Salvini y al que se sumó poco después la francesa Marine Le Pen tras las elecciones francesas.
Los “malos” para Abascal son evidentemente todos los líderes de la “izquierda criminal”, que “imponen su agenda 2030”, que él y sus correligionarios consideran “letal” para el futuro de la ciudadanía europea. Según sigue alertando, el continente padece “la amenaza permanente y creciente, cada vez más agresiva contra la soberanía de nuestras naciones” que parte de “los burócratas y globalistas”. Dirigentes que para la extrema derecha solo buscan “imponer unas ideologías perversas, liberticidas y ruinosas, desde la ideología 'woke', que destruye las mentes, hasta el fanatismo climático y la dictadura verde que destruyen nuestras industrias y nuestro campo y empobrecen a nuestros pueblos”.
Pese a que los partidos de izquierda son sus principales y grandes enemigos, la relación de Vox con los conservadores ha ido empeorando con el paso del tiempo, tanto en España como en Bruselas, como se ha visto estos días con la crisis de la DANA y el nombramiento Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea.
Abascal no ha dejado de acusar al PP de ser “cómplice del PSOE” por votar conjuntamente con ellos muchas de las resoluciones en el Parlamento Europeo y por pactar aquí con el Gobierno de Pedro Sánchez el “reparto de las instituciones”. El líder de Vox no para de señalar que en el Congreso no ejercen “como verdadera oposición”. “Solo queda Vox”, repite machaconamente.
En la Eurocámara, además, han tenido que ver cómo el grupo al que pertenece allí Feijóo (PPE) les imponía un cordón sanitario por considerar a Orbán de “extrema derecha radical y amigo de Putin”. La primera consecuencia de ese cordón sanitario europeo fue dejarles fuera del reparto de presidencias de comisiones, una decisión que fue denunciada por Patriotas por Europa ante el Tribunal General de la UE (TGUE). Sin embargo, en el día a día parlamentario, ese veto terminó levantándose. El PPE negoció con los ultras una resolución sobre Venezuela ante la negativa de socialistas y liberales a incluir el reconocimiento del opositor Edmundo González como presidente electo. Fue la primera vez en el Pleno que el PPE hacía uso de su nueva mayoría alternativa. Luego vendrían más.
Ese cordón sanitario a la extrema derecha en cambio nunca no se lo ha puesto el PP en España a Vox, partido que ha estado gobernando hasta hace poco en coalición con el PP en varias autonomías. La negativa de los de Abascal a acoger los cupos de inmigrantes pedidos por el Ejecutivo de Sánchez, que Feijóo finalmente aceptó, hizo saltar por los aires esos pactos y Abascal ordenó abandonar todos los cargos que mantenía en varias comunidades gobernadas por los conservadores aunque mantuvo los que habían cerrado en los ayuntamientos, entre ellos el de Valencia.
Alivio por no formar ahora parte del Gobierno de la Generalitat
En el partido dan ahora por superada la crisis interna que han vivido tras la ruptura de esos pactos, que supuso un goteo de bajas y dimisiones, y están muy satisfechos del papel que están jugando ante la tragedia de Valencia en donde se pueden permitir el lujo no solo de atacar con fiereza la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez ante la DANA, sino también la del propio Carlos Mazón con el que, no obstante, se muestran más tibios dado que siguen cogobernando con el PP en el Ayuntamiento.
Vox ocupaba en el Gobierno de Mazón una vicepresidencia que aparejaba la consellería de Cultura y Deporte y tenía también a su cargo las áreas de Agricultura, Ganadería y Pesca, y la de Justicia e Interior que incluía la gestión de las Emergencias pese a ser un partido negacionista climático y no tener experiencia previa en la materia. El máximo hito de la exconsellera de extrema derecha al frente de ese departamento fue desmantelar la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), creada por el anterior gobierno de PSPV-PSOE y Compromís para coordinar catástrofes. El propio Mazón se empleó a fondo en “vender” este éxito político porque se acababa con “un chiringuito”, que según decían además nunca se llegó a poner en marcha. Mazón no esperó a que los de Vox anunciaran sus dimisiones y cesó a los consejeros antes.
En la sede de Vox se alegran ahora de no formar parte del gobierno autonómico ya que creen que habría servido de coartada para descargar en ellos buena parte de las responsabilidades de la desastrosa gestión de la DANA. Así que siente cierto alivio. “Si hubiéramos estado en el Gobierno autonómico muchas de las miradas se habrían vuelto hacia nosotros. El deterioro habría sido brutal”, reconocen fuentes de la formación.
El día de la comparecencia de Mazón en Les Corts, calificaron su gestión de “negligente” pero no exigieron su dimisión aunque anunciaron la petición de una comisión de investigación para esclarecer los hechos y dirimir, en su caso, responsabilidades políticas y/o penales. Tampoco han respaldado la mocion de censura que propone Compromís.
Desde que la DANA asoló varios municipios de Valencia los dirigentes de Vox han preferido dirigir toda su artillería pesada contra el Gobierno central, anunciando hasta una querella criminal contra Pedro Sánchez y varios ministros por “homicidio imprudente” y “omisión del deber de socorro” y han dirigido sus dardos también contra la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera a la que han exigido que dimita. Sus deseos no se han visto materializados, como tampoco las exigencias al PP para que bloqueara su nombramiento. Ahora creen que el que ha quedado peor parado de todas esas maniobras fallidas contra Ribera ha sido Feijóo, al que no dudan en reprochar la escasa influencia que tiene en el Grupo Popular Europeo que preside Manfred Weber.
Un nuevo papel en Europa
En la dirección de Vox creen que con Abascal liderando Patriotas por Europa el partido pasará a tener un papel preponderante en la política europea y que su 'amistad' con Trump le beneficiará y revitalizará a la formación también en nuestro país, mientras Feijóo figurará como un líder cada vez más “débil” y aislado. La desesperada oferta del líder conservador de presentar ahora una moción de censura contra el Gobierno con el apoyo de los propios socios de Sánchez ha sido desdeñada por Abascal que le pedía este viernes “no engañar a los españoles” ya que sabe que es imposible que prospere.
“Yo no soy contrario a presentar una moción de censura, pero sí creo que no debemos confundir a los españoles sobre la posibilidad de que los partidos separatistas, que disfrutan de un gobierno débil y quieren un gobierno débil en España, puedan llegar a apoyar una moción de este tipo”, ha sostenido el líder de Vox en una entrevista en la cadena COPE.
Vox siempre ha estado a favor de este tipo de iniciativas para erosionar al Gobierno. De hecho, el partido ha presentado dos mociones de censura a lo largo de los dos mandatos de Sánchez, pero ninguna contó con el apoyo del PP. Además, el partido de extrema derecha se niega a que incluya algún tipo de cesión a los partidos nacionalistas o independentistas, como PNV o Junts, unos votos que son imprescindibles para que prosperere.