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Abascal extiende la alfombra en Madrid a la extrema derecha europea

Santiago Abascal (d) recibe al primer ministro húngaro, Viktor Orban (c), durante la cumbre de formaciones de extrema derecha en Madrid.

Alberto Ortiz

29 de enero de 2022 22:51 h

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Santiago Abascal ha relegado el inicio de la campaña electoral en Castilla y León para hacer una exhibición internacional en Madrid junto a sus colegas europeos. Gran parte de la extrema derecha europea ha vuelto a posar junta tras la cumbre de Varsovia, esta vez en un encuentro organizado por Vox en la capital española. Viktor Orbán, primer ministro húngaro, su colega polaco, Mateusz Morawiecki, y Marine Le Pen han sido las figuras destacadas en una reunión a puerta cerrada que buscaba avanzar hacia la formación de un grupo parlamentario en la Eurocámara pero que ha estado marcada por sus divisiones sobre Rusia en plena escalada del conflicto en Ucrania. 

“Comienza la ‘Cumbre de Madrid’. Patriotas de toda Europa en defensa de nuestros valores comunes, nuestras fronteras y nuestra soberanía”, escribía el presidente de Vox este sábado antes de poner la alfombra a sus colegas. El encuentro, una continuación del celebrado en diciembre en Varsovia, se ha resuelto con un texto común en el que se han comprometido “a defender Europa de las amenazas exteriores e interiores” y han trazado un diagnóstico que sonará familiar a sus respectivos votantes: una Unión en declive, que se aleja de los “ideales europeos cristianos sobre los que se fundó”. 

En la declaración conjunta, los líderes han denunciado además los “ataques” de Bruselas contra Polonia y Hungría, han cargado contra la política migratoria de la Unión Europea y han exhortado, entre otras cosas, a un cambio de la actual política energética que “contribuye a unos precios de la energía insostenibles”.

El desarrollo de la reunión se ha celebrado a puerta cerrada en un hotel en la Plaza de España al que solo han podido entrar contados medios de comunicación, con acceso a una sala para la rueda de prensa que ha concedido al final del encuentro el jefe de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé. Desde la formación habían adelantado que la conferencia sería retransmitida a través de las redes sociales del partido, pero el streaming ha fallado finalmente. 

El hermetismo de Vox ha contrastado con el de sus colegas europeos. Le Pen ha difundido a través de sus redes sociales algunos fragmentos de las conversaciones, en una sala presidida por una mesa redonda que emulaba a la de las grandes cumbres internacionales. Al final de la jornada, los organizadores se han encontrado con una paradoja: los políticos extranjeros querían hacer declaraciones, pero la mayoría de los medios estaba fuera. Así, tanto Le Pen, como Orbán y luego Morawiecki, este último acompañado por Abascal, han concedido improvisadas ruedas de prensa a las puertas del hotel, ante el enfado de las fuerzas de seguridad presentes.

La jornada había comenzado con escasa expectación mediática. El primer ministro polaco llegó a primera hora de la mañana. El líder de Vox, a diferencia de lo que hizo en la noche del viernes con Orbán, no salió a recibirlo a las puertas del hotel Plaza de España Design, uno de los edificios recién reformados en el perímetro de la plaza madrileña, sino que lo esperó dentro. Allí se hicieron fotos, delante de unas cortinas neutras de hotel y las banderas de sus respectivos países. La cumbre de las extremas derechas europeas comenzó sobre las diez de la mañana. A esa hora apareció Marine Le Pen. La diputada francesa se bajó de un vehículo negro y se dirigió hacia la puerta, sin percatarse de que allí la esperaban Buxadé y el eurodiputado Hermann Tertsch, que tuvieron que hacer un gesto a la líder de Reagrupación Nacional para que notara su presencia.

La llegada, escasos minutos después, del premier húngaro tuvo algo más de épica. Esta vez, Buxadé y Tertsch se adelantaron a la situación y se colocaron frente a la furgoneta en la que viajaba Orbán. Se saludaron efusivamente y caminaron hacia el hotel juntos. Entre el barullo de las cámaras y el personal de seguridad, el líder de Fidesz exclamó unas palabras, aunque no se le escuchó bien. Una persona logró descifrar que, con un marcado acento húngaro, el primer ministro había lanzado, en español, un entusiasta “¡Viva Vox!”.  

Un encuentro marcado por la crisis en Ucrania

La cita de líderes se ha mantenido a pesar de la creciente tensión en la frontera ucraniana. El tema no ha escapado de las conversaciones y los líderes han trasladado al papel una postura común sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania sin conceder demasiadas concreciones: “Trabajar para garantizar que las naciones de Europa actúen solidariamente ante la amenaza de agresiones externas”. Los dirigentes han criticado la ineficiencia de la diplomacia comunitaria y han apostado por que cada país tenga “una voz fuerte y solidaria para preservar la paz, la integridad territorial y la inviolabilidad de las fronteras”.

“Tenemos que encontrar un camino de paz”, ha dicho Orbán al salir. “Tenemos un acuerdo en este asunto. Rusia está amenazando a Ucrania y por eso estamos discutiendo este asunto profundamente. Somos conscientes de los riesgos. La integridad de Ucrania debe ser respetada”, ha dicho por su parte el primer ministro polaco. 

Las declaraciones de ambos tienen matices que se entienden con el contexto. Mientras Polonia ha mantenido una fuerte postura en contra de Rusia y sus movimientos en Ucrania, Orbán es un fiel aliado de Vladimir Putin, con quien se va a reunir en Moscú el 1 de febrero. “O paramos el sueño imperial de Putin o será una pesadilla para la Unión Europea”, había declarado Morawiecki en una entrevista en El Mundo publicada momentos antes de entrar en la cumbre. Orbán, del otro lado, y sin mojarse demasiado, ha asegurado que en el encuentro con Putin hablará de los asuntos habituales -“business as usual”- y que le trasladará la posición del grupo: desescalada y llamada a la paz. 

El conflicto en Ucrania y la importancia que el asunto ha imprimido al encuentro también ha sorprendido a Vox con el pie cambiado, atrapado entre las dos posturas de sus dos socios europeos, los únicos que gobiernan ahora mismo en países la UE. Abascal ha evitado en varias ocasiones pronunciarse sobre el presidente ruso, o hacerlo de manera tajante. Hasta el PP de Pablo Casado le ha pedido en los últimos días que sea contundente en su postura sobre la tensión en la frontera. “Nosotros estamos del lado de Ucrania y del respeto a su soberanía, pero no podemos apoyar una acción del Gobierno que no se ha explicado al Congreso sin saber los detalles de en qué consistirá esa intervención”, dijo hace unos días Buxadé, tras varios días de silencio sobre el tema por parte de la formación.

Una fuerza común en la Eurocámara

Las posturas divergentes sobre Ucrania parecen alejar de momento la posibilidad de un grupo parlamentario propio, integrado por estas formaciones, tras la ruptura de Orbán con el Partido Popular Europeo (PPE). En el evento también han participado otros líderes como Marlene Svazek (Austria), Tom Van Grieken (Bélgica), Krasimir Karakachanov (Bulgaria), Martin Helme (Estonia), Valdemar Tomasevski (Lituania), Rob Roos (Países Bajos) o Aurelian Pavelescu (Rumanía). Tras la salida de Orbán del grupo y luego del PPE, el primer ministro húngaro avanzó su intención de formar una alianza política con el líder de Ley y Justicia, ahora encuadrado en el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, o el italiano Mateo Salvini, dentro de Identidad y Justicia, en el que también está la formación de Le Pen.

Sin embargo, en el texto de este sábado, solo aparece una declaración de intenciones al respecto: “Crear una oficina de coordinación como una forma de una cooperación más fuerte entre las formaciones políticas presentes en la Cumbre de Madrid, con el objetivo de aunar fuerzas y voto en el Parlamento Europeo en las cuestiones referidas con anterioridad”. Al salir de la cumbre, Le Pen ha considerado que la reunión ha servido para poner “muchos puntos en común” y se ha mostrado optimista sobre una “gran fuerza política en el Parlamento” para salvar una “Unión Europea cada vez más desacreditada”. Orbán, por su parte, ha evitado responder al tema en esta ocasión mientras su homólogo polaco ha sido cauto: “Uno de los asuntos fue acercarnos a un grupo más fuerte dentro del Parlamento Europeo, pero ahora lo importante es trabajar en los valores y el resto de movimientos ya vendrán después”.

Abascal, un anfitrión en campaña

Otro de los asuntos que habían puesto en duda la celebración de este encuentro fue la repentina convocatoria de elecciones en Castilla y León, donde Vox espera ampliar con creces los resultados que obtuvo en los últimos comicios autonómicos. La campaña arrancó ayer sin la presencia en la región de Abascal, que prefirió centrarse en el recibimiento de sus colegas europeos, que lo han felicitado por la organización del evento.

Abascal sin embargo ha mantenido un perfil bajo este sábado, sin declaraciones a los medios ni institucionales. El líder de Vox se ha limitado a recibir a los diferentes líderes y se ha prodigado con fotos y vídeos en redes sociales de la llegada de Orbán y Morawiecki al hotel. “Todos los políticos que nos reunimos en Madrid tenemos grandes coincidencias en el diagnóstico de los desafíos de Europa y voluntad de colaboración para construir una Unión Europea fuerte de naciones soberanas que colaboren libremente”, dijo ayer, antes de la cena con su aliado húngaro.

Aunque la formación de extrema derecha ha decidido volcarse en unos comicios regionales en los que confía obtener un buen resultado, la formación aún no ha ofrecido los datos concretos de la participación de Abascal. El partido, que ha avanzado que si el PP quiere pactar con ellos para una investidura pedirán entrar en el Gobierno, ofrecerá al candidato autonómico, el polémico Juan García-Gallardo, la presencia constante de los máximos dirigentes del partido: además de Abascal, participarán Javier Ortega Smith, el portavoz parlamentario Iván Espinosa de los Monteros, así como su número dos y diputada por Granada, Macarena Olona.

Y el PP, que según las encuestas va a necesitar de apoyos si quiere gobernar en Castilla y León, ha podido comprobar aquí en casa cómo en el arranque de la campaña Vox no solo no reniega sino que hace exhibición de su amistad con los dirigentes más extremistas de las derechas del continente.  

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