Santiago Abascal ha llegado a la moción de censura que ha tardado casi 100 días en presentar con dos objetivos, quizá incompatibles en el resultado final, pero que aguantan en un discurso leído: acabar con el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y con el liderazgo de la oposición que recae en Alberto Núñez Feijóo. La ausencia del presidente del PP en la iniciativa cuyo debate ha comenzado en el Congreso este martes ha sido utilizada por el líder de Vox para arremeter contra sus únicos potenciales aliados. Abascal ha trufado sus ataques de ruegos para que el PP cambie de la abstención al sí, pese a considerar al presidente un “político caducado” al que solo quedan seis meses en la Moncloa.
El largo discurso de Abascal ha pivotado sobre estas dos cuestiones de forma alternativa y como si pertenecieran a una misma realidad. El líder ultra ha tendido primero la mano al PP, al que ha reclamado hacer “borrón y cuenta nueva” para “votar juntos” la moción de censura (aunque seguiría siendo mayoritario el rechazo) y entenderse “mañana”. A la vez, el jefe de la extrema derecha ha insinuado un insulto a la derecha llamando al PP “socialdemócrata”.
Ese “mañana” en el que el PP y Vox se tendrán que entender llegará el 29 de mayo, al día siguiente de las elecciones municipales y autonómicas del 28M. Todas las encuestas indican que la alianza de ambos podría desbancar la reedición de la mayoría progresista al frente de varias Autonomías. Feijóo confía en que los comicios sirvan de palanca para su propia candidatura en las generales previstas para abril, pero solo podrá hacerlo, según sus propias encuestas internas, de la mano de la ultraderecha.
Abascal ha transitado así del ataque a su derecha a pedirles “perdón” al ser consciente de la disonancia que podían generar sus palabras ofensivas seguidas de peticiones de apoyo a la censura. El máximo dirigente ultra ha arremetido directamente contra Feijóo.
“Para liderar la oposición sería bueno estar aquí, o al menos hacer oposición, al menos una de las dos cosas”, ha dicho. “Están en su derecho de ofrecerles permanentemente pactos al señor Sánchez, pero los españoles tienen derecho a saber los motivos por los que no apoyan esta moción de censura”, ha añadido. “Yo no creo que Vox sea el enemigo a batir, como han mostrado ustedes en las últimas semanas”, ha reiterado. “Tenemos el deber de dejarnos de cálculos, de miedos, y de medias verdades y decir cual es la alternativa al Gobierno que se ha entregado a los enemigos de España, a los delirios totalitarios y al saqueo de la nación”, ha apuntado. “Están dispuestos a derogar las leyes del 'zapaterismo'?”, ha cuestionado. “¿Están dispuestos a plantar cara a la legislación extremista socialista??”, ha añadido. “No es posible acercarse a la vez al PSOE y a Vox, aunque quieran tener una gran mayoría. Les pido que hoy votemos juntos, que retratemos al peor Gobierno en décadas, que cada uno decida cuántas [en referencia al Franquismo].
El líder de Vox ha guardado un poco de rabia contra el PP para el final. Tras calificarlo de “autoproclamada oposición”, ha zanjado: “¿No están de acuerdo en estas dos premisas? Censura y convocatoria de elecciones. ¿Cuál es la escusa para no apoyarlas? Quizá, como decía al inicio los titulares ya están escritos, los editoriales de mañana dictados y los argumentarios ya están redactados y enviados a sus receptores”.
Sánchez, “político caducado”
“Sobran los motivos para esta moción de censura”, ha arrancado Abascal su discurso, para inmediatamente pasar a despreciar la “vestimenta” de los diputados: “¿No creen que sería un primer signo de respeto a los demás vestirse adecuadamente? Hagan el favor de observar a los ujieres, a los policías, … Disculpe que hable de los códigos de vestimenta, es lo primero que se me ha venido a la cabeza”.
Abascal ha hecho un recorrido por algunos episodios de la legislatura que, manipulados como suele, ha intentado arrojar contra el Gobierno de coalición. El presidente de Vox ha pasado de puntillas, eso sí, por la pandemia provocada por el coronavirus, pese a que fue en plena crisis sanitaria mundial cuando presentó la primera censura. El dirigente vasco se ha limitado a ironizar, pese a los miles de muertos, con si Sánchez va a “pedir responsabilidades a China por el virus chino”.
El líder de Vox ha acusado a Sánchez de “abrir las fronteras” y de “dejar pasar al asesino de Algeciras”, en referencia al yihadista que atacó a un cura en el municipio gaditano. De aprobar una ley “que beneficiara a un millar de violadores y pederastas”. Ha dicho, mintiendo, que el presidente “puede ir mañana al registro civil, declararse enemigo de la testosterona y declararse señora”. “La mayoría de los hombres sienten un respeto sacramental a la mujer y a la palabra madre”, ha añadido.
Incluso ha criticado Abascal las políticas sociales desplegadas por el Gobierno de coalición. “Ha repartido millones de euros”, ha asegurado, para añadir que “los jóvenes van a tener que trabajar para pagar la deuda que ustedes han dejado”. “Ha quemado campos de trigo mientras el pueblo pasa hambre. No es metafórico, es literal”, ha dicho, pese a la evidencia de que no es literal, como mucho metafórico. “Solo en los cuentos infantiles se encuentran descripciones parecidas”, ha apuntado.
Sobre Tamames, poca cosa. O más bien nada. La distancia entre Vox y la persona a la que promueven para el Palacio de la Moncloa se ha agrandado en las últimas semanas hasta alcanzar una distancia insalvable. Abascal ha tenido que explicitar en la tribuna del Congreso que existen cosas que unen a los ultras y su candidato. Dos, de hecho: “Coincidimos en lo importante, que debe marcharse cuanto antes y hay que convocar a los españoles a las urnas”. Del contenido de la propuesta del nonagenario que ha promovido, que adelantó elDiario.es, ni palabra.