Fueron durante años furibundos militantes de Ciudadanos, un partido que, según proclamaban a bombo y platillo, llegó a la política para “regenerar España”, luchar contra la “corrupción que carcomía al PSOE y al PP”, y era el proyecto que mejor defendía los intereses de los españoles. Cuando se les preguntaba si entraba en sus planes recalar algún día en el PP, lo negaban una y otra vez mientras llamaban “traidores” a algunos de los compañeros que se dejaron seducir por los cantos de sirena de Génova, emitidos por el exsecretario general de la formación conservadora, Teodoro García Egea, y Pablo Casado –el exlider de la formación defenestrado por Alberto Núñez Feijóo–, empeñados en “unificar” el centro y en fagocitar a la antigua formación de Albert Rivera.
La lista de fugados al PP, al que en Ciudadanos consideraban “una máquina de corrupción”, es larga. El último en engrosarla ha sido el hasta hace poco secretario general del partido, Adrián Vázquez, que dimitió de sus cargos después de fracasar las negociaciones con el partido de Feijóo, que él pilotaba, para hacer una lista conjunta para las elecciones catalanas y europeas. Apenas unos días después, el todavía eurodiputado de Ciudadanos, anunciaba en su cuenta de X que había aceptado ir en la lista al Parlamento Europeo que encabeza la exministra Dolors Montserrat, en la que también figuran dos de sus compañeras en el europalamento, Susana Solís y Eva Poptcheva, y cierra el filósofo Fernando Savater, uno de los ideólogos de UPyD.
“En un momento crítico de nuestra democracia hay que estar del lado de la defensa del Estado de Derecho y los valores fundacionales de la Unión. Hoy, el Partido Popular es la única alternativa política capaz de reconstruir nuestra convivencia cívica y constitucional”, señaló Vázquez. El propio Vázquez, hace solo unos meses, se refería así al PP: “En el ADN del PP está la corrupción y el transfuguismo es su forma institucional”. Mensaje similar dejó en El Confidencial en marzo del año pasado. “Nosotros necesitamos estar lejos del PP porque no somos el PP. ¿Para qué dar el salto?”, dijo para aclarar los amagos de Begoña Villacís cuando se especuló con su salto al partido conservador antes de las municipales. En la misma entrevista Vázquez también criticó la política de pensiones de sus entonces rivales: “En el PP son unos sinvergüenzas con el tema de las pensiones, cómo lo tratan. Entiendo que lo hagan por mantener su nicho de votantes. No se la van a jugar nunca, no van a decir la verdad. Nosotros sí”, sentenció, para rematar, en referencia tanto al PSOE como al PP, que “hay millones de españoles que no quieren ir a votar con una pinza en la nariz”.
Otra de sus arremetidas al partido que ahora lo ha acogido en sus listas lo plasmó en marzo también del año pasado, en una entrevista en El Debate. “No queremos tener advenedizos ni gente que no tenga una brújula ética o moral, como son los que se han ido, sobre todo al PP. Creo que un corrupto está en un partido corrupto. Están donde tienen que estar”, zanjó, en referencia a los cargos de Ciudadanos que habían “traicionado” a su antigua formación.
Ese desfile lo inició en 2021 el antiguo lugarteniente de Albert Rivera, Fran Hervías, el todopoderoso secretario de Organización: “Me sumo al PP, el único partido que puede ganar a Pedro Sánchez”, afirmó en El Mundo. Hervías se fue a trabajar a Génova, con su agenda debajo del brazo, para ayudar a los dos principales dirigentes del PP de entonces, Pablo Casado y Teodoro García Egea, a ejecutar una feroz opa hostil contra la formación naranja, cuya estela había empezado a declinar tras la debacle electoral cosechado en las elecciones del 10N de 2019 en las que se desplomaron de 57 a 10 diputados en el Congreso. El dirigente, conocido internamente como “señor Lobo”, enterró sus prejuicios contra el partido al que tiempo atrás había animado a derrotar en las urnas “para tener un gobierno con las manos limpias, regenerador y sensato”.
La defenestración de Pablo Casado supuso el despido de Hervías del PP. Poco después el exsecretario de Organización presentó un libro en el que destripaba las rencillas y peleas de Ciudadanos y en el que ponía a caldo a Inés Arrimadas.
Para entonces otros dirigentes del partido, que él mismo había aupado dentro de Ciudadanos, ya habían abandonado el barco. Como Juan Marín, exvicepresidente de la Junta de Andalucía, quien ante los malos resultados obtenidos por su formación en las elecciones autonómicas de junio de 2022, en las que no logró ni un escaño, renunció a todos sus cargos aunque dijo que se ponía “al servicio” de su partido “como un afiliado más de base”. “En política hay que entrar con dignidad y hay que salir con dignidad”, afirmó. En todas las ocasiones en las que le preguntaban, Marín insistía en que no se iba a ir al PP. Una de ellas en una entrevista con El Español en la que sentenció: “Doy mi palabra de que nunca me iré al PP. De Ciudadanos me voy a mi casa”. “No entiendo cómo la gente puede ser hoy de Ciudadanos y mañana del PSOE o del PP”, abundó. Sobre la huída al PP de su antiguo mentor, Hervías, aseguraba que “los hechos le identifican”. “Ha tenido una forma de irse muy sucia”.
Pero poco le duró su 'entereza'. Meses después Marín aceptaba el encargo del presidente de la Junta Juan Manuel Moreno, del PP, de presidir el Consejo Económico y Social de Andalucía, en el que percibe un sueldo de más de 65.000 euros anuales, y dejaba la militancia en Ciudadanos.
Toni Cantó: “Los imputados y chorizos del PP no cabrían en un tren de mercancías”
Otro que no tuvo pelos en la lengua para criticar al PP antes de echarse a sus brazos fue el valenciano Toni Cantó, que se fue de Ciudadanos en 2021. Cantó defendió entonces presentarse junto al PP en la Comunidad de Madrid. Como recompensa, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, anunció su fichaje para su lista autonómica pero no pudo ser al descubrirse que se empadronó en Madrid fuera de plazo.
Tras ese fiasco, Cantó fue nombrado director de la Oficina del Español, un cargo creado ad hoc del que dimitió al año, ante la escasa actividad y contenido de su “chiringuito” -como lo bautizaron sus rivales políticos- que el propio exdirigente de Ciudadanos tanto criticó. Su aventura posterior como director creativo de la televisión 7NN duró también poco ya que el canal cerró el 31 de marzo de 2023 debido a las pérdidas millonarias que acumuló.
El actor es uno de esos políticos que como su excompañero Juan Carlos Girauta -ahora en Vox como candidato a las europeas-, ha transitado por varios partidos desde que decidió dar el salto a la política en el año 2006. Empezó militando en Vecinos por Torrelodones, una pequeña agrupación del municipio de la sierra norte madrileña en la que residía, y por donde se presentó a las municipales sin lograr acta de concejal. Luego dio el salto a la UPyD de Rosa Díez. De aquella etapa, siendo diputado nacional por Valencia, deja una gloriosa frase sobre la corrupción el PP. “Los imputados y chorizos del PP no cabrían ni en un tren de mercancías”, aseguró, para añadir que se “enorgullecía” de formar parte de un partido “al que el partido de los chorizos [el PP] llama morralla o grupúsculo”.
Cuando fracasó la operación para que la formación magenta se disolviera e integrara en Ciudadanos, en la que él colaboró, Cantó agarró la mano de Albert Rivera que le colocó como dos de la lista al Congreso por Valencia garantizándole que ganaría las primarias. Después, siendo ya presidenta de Ciudadanos Inés Arrimadas, fue el candidato a la Generalitat Valenciana. También de esa etapa han quedado para la hemeroteca varias de las andanadas que le dio al PP y a su entonces líder, Pablo Casado, sobre el que dijo que era una “muestra del PP rancio de toda la vida”.
“Los españoles que quieran seguir votando a un partido que no lucha contra la corrupción que voten al PP”, sentenció en una entrevista en 24h, mientras no dudó en calificar al partido que durante un tiempo le dio de comer como “máquina de corrupción masiva”.
En el Congreso también dejó su impronta como portavoz de Ciudadanos en la Comisión de investigación sobre la financiación del Partido Popular, donde le tocó interrogar a figuras como Luis Bárcenas y María Dolores de Cospedal. A esta última le dijo que era “la secretaria general de un partido que forma parte de una empresa criminal conjunta”, mientras que a Bárcenas, que se negó a responder, le dijo que “nos hemos gastado por culpa de la corrupción del PP la mitad de lo que nos gastamos en pagar las pensiones”.
Precisamente a otra de las exdirigentes de Ciudadanos, Marta Rivera de la Cruz, tampoco le dolieron prendas a la hora de arremeter contra Alberto Núñez Feijóo cuando aún ni imaginaba que el expresidente de la Xunta terminaría colocándola como número dos de su lista al Congreso de los Diputadas en las pasadas elecciones generales con la idea de que fuera ministra de Cultura, si ganaban.
En 2019, Rivera de la Cruz, gallega como Feijóo, calificó la gestión del expresidente autonómico como “caciquismo del siglo XXI”. En un duro artículo publicado entonces en El Español, criticaba la utilización por parte del PP de la televisión gallega, a la que bautizó como “TeleFeijóo”, y apuntaba a que los medios públicos restaban información a la ciudadanía “para ayudar” al Partido Popular “a ir dopado a las elecciones borrando del mapa a quienes les pueden rascar votos”.
Tras ser captada por Génova, la exdirigente de Ciudadanos agradecía la “cariñosa” acogida que le había dispensado tanto Ayuso como Feijóo y también el propio Almeida, que la incluyó en su lista de las municipales, asegurando que era “un grandísimo fichaje”, designándola responsable de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid. Al no conseguir el PP gobernar, Rivera de la Cruz optó por renunciar a su escaño del Congreso para centrase únicamente en su labor municipal.