Golpista, fascista, chaquetero... Hace tiempo que el decoro parlamentario dejó paso a la crispación política, pero ahora se ha recrudecido cuando la campaña se ha trasladado ahora a las Cortes, a dos semanas de su disolución ante la convocatoria de las elecciones generales. Las estrategias de Pablo Casado, Pedro Sánchez, Albert Rivera e Irene Montero quedaron claras durante la primera sesión en el Congreso tras la confirmación del adelanto electoral, que anticipó una bronca competición hasta el 28A.
El PP no ha dudado en verter acusaciones falsas contra Sánchez en el Congreso y el Senado, al igual que en actos de la precampaña. La última fue la exageración de Casado sobre el diálogo del Gobierno con los independentistas al acusar al presidente de “intentar vender la nación”. El jefe de la oposición invitó al socialista a “empaquetar el colchón” de la Moncloa, en referencia a su libro Manual de Resistencia en el que confiesa que su primera decisión como presidente fue cambiar el que había usado en los últimos años Mariano Rajoy.
“Ojalá la mentira y la crispación salgan de la vida política”, le respondió el presidente. No obstante, el enfrentamiento total entre Casado y Sánchez comenzó mucho antes: el socialista rompió relaciones con el jefe de la oposición cuando le acusó en el hemiciclo de ser responsable del Golpe de Estado en Catalunya. Desde entonces, Casado ha subido el tono y llegó a agraviar en más de una docena de ocasiones a Sánchez en un mismo discurso en el que le llamó desde “felón” hasta “traidor”. Los conservadores sitúan el inicio del 'vale todo' en el debate televisivo en el que Sánchez llamó “indecente” a Rajoy. Han pasado de eso casi cuatro años.
Tras acusar al líder del PP de tener “la lengua del insulto muy larga y las patas de las mentiras muy cortas”, Sánchez evitó entrar en la confrontación con Casado y se despachó con la línea argumental de su precampaña: “Está dibujando una España en la que solo caben los que piensan como usted y yo defiendo una España en la que cabemos todos”, dijo el presidente, a quien interrumpía constantemente la bancada de los conservadores y las llamadas al orden de Ana Pastor.
La “naftalina” de la “chaqueta” de Rivera
Sánchez sí pasó al ataque con Albert Rivera, que intervino por última vez en una pregunta al presidente en una sesión de control al Gobierno. “Hemos venido a liderar el cambio y usted lo que está liderando es el cambio de chaqueta permanente –le reprochó el socialista–. Después de la foto con Abascal y Casado en Colón debe de tener un armario lleno de chaquetas. Ha dejado la chaqueta del liberal y se ha debido de poner una chaqueta que huele a naftalina, la de la ultraderecha”.
El PSOE pretende explotar el pacto de la derecha para gobernar en Andalucía del que Ciudadanos trató de desvincularse. Los socialistas consideran que Rivera se deja votos en el centro que pueden capitalizar y por eso se esfuerzan en situarle al lado de Vox. El auge de la extrema derecha y la posibilidad de una “involución” en España con una reedición del acuerdo andaluz.
El líder de Ciudadanos, por su parte, reiteró la decisión de su partido de no pactar con el PSOE tras las elecciones del 28 de abril. Los de Sánchez ven detrás del anuncio de esa posición el temor de Rivera a una fuga de votos hacia Vox. “Olvídese de cualquier pacto que no pase por los populistas y los independentistas”, advirtió a Sánchez. PP y Ciudadanos han usado en los últimos meses el conflicto territorial como arma arrojadiza contra el PSOE, donde ese debate causa convulsiones internas periódicamente. Los conservadores llegaron a pedir a diputados socialistas que no apoyaran los Presupuestos de Sánchez.
“Golpistas” vs “fascistas”
Joan Tardà, por su parte, aprovechó para denunciar que Ciudadanos había vuelto a calificar a los independentistas de “golpistas” y, como anunció que haría hace unos cuantos plenos, le ha devuelto el golpe a Rivera llamándole “fascista”.
La batalla del relato frente a los independentistas Sánchez la llevó al Senado este martes, donde pasó al ataque al acusarles de “querer vivir del conflicto” y de estar más cómodos “cuando gobierna el PP”. El presidente socialista ha querido marcar distancias con ERC y PDeCAT tras la asunción de que las cuentas públicas no verían la luz y provocarían unas generales inminentes. La foto con los separatistas no interesa a los socialistas en la campaña electoral.
En esa cita en la que se celebró la última sesión de control al Gobierno en el Senado, el PP mantuvo la bronca a la que ha acostumbrado en los últimos meses. Despidió a Sánchez con un abucheo y el presidente de la Cámara, Pío García Escudero, llegó a comparar el hemiciclo con un “estadio de fútbol”. “Este es el último pleno. Vamos a acabar bien la fiesta”, pidió a los senadores. La pugna por romper la mayoría absoluta del PP en el Senado será una de las protagonistas de la campaña. Los de Casado están apelando al voto útil precisamente para mantener esa superioridad que le ha permitido esta legislatura imponer su rodillo contra el resto de grupos con la creación, por ejemplo, de una comisión de investigación sobre la financiación irregular de los demás partidos en respuesta a la que se creó en el Congreso por las finanzas del PP.
También Unidos Podemos ha pasado a la gresca contra el Gobierno ante la inminencia de las elecciones. La portavoz del grupo confederal, Irene Montero, destapó que el Gobierno ha impuesto el mismo control al gasto público que el Gobierno de Rajoy hace un año y que los socialistas denunciaron. “Han traído los recortes por la puerta de atrás a este país. Imponer estos recortes es la prueba más evidente de que ustedes no son de fiar”, reprochó Montero: “Cuando creen que nadie les ve, se comportan como el PP de Montoro”.
Los socialistas mantienen un tono más bajo con los que hasta ahora han sido sus “socios preferentes”. Aunque el presidente agradeció el apoyo a Unidos Podemos, Sánchez afeó a Montero que hiciera un “planteamiento más de campaña que un relato fidedigno de lo que ha pasado durante estos ocho meses”.
Pensiones y recortes: los choques de Unidos Podemos
El socialista también reprochó al grupo confederal que dinamitara el Pacto de Toledo. La decisión de presentar votos particulares a las distintas recomendaciones sobre pensiones pilló por sorpresa al resto de formaciones en un momento en el que el consenso estaba cerca, aunque el PP tampoco estaba dispuesto a permitir que el Gobierno se anotara ese tanto.
Esa decisión de última hora de Unidos Podemos ha desatado una batalla cruzada entre distintos grupos. La diputada de En Marea Yolanda Díaz ha acusado al Gobierno de dejar “promesas incumplidas”. “Promesas incumplidas con este grupo, con la sociedad española y los sindicatos de clase”, ha clamado Díaz, que ha pedido al Gobierno socialista que “acaben ya con la reforma laboral del PP”. “Queremos hechos y no palabras”, le ha reclamado la parlamentaria a la ministra de Trabajo: “Le vamos a decir la España que queremos –le ha dicho en alusión al lema de precampaña del PSOE–; esa en la que los jóvenes puedan volver del exilio y puedan trabajar con dignidad, en la que las mujeres cobren idénticos salarios y que los españoles no tengan que trabajar en negro porque su pensión es de 600 euros”.
La ministra Magdalena Valerio le reclamó que bajara el tono y que no culpara al PSOE de la voladura del Pacto de Toledo. La titular de Trabajo le recordó que todos los grupos acusan a Unidos Podemos de haber propiciado la ruptura y achacan la decisión a la cercanía de los comicios así como a la división en el propio grupo confederal.
La pelea también se produjo entre Compromís y Podemos, que se presentaron juntos a las elecciones pero no lo harán en esta ocasión: “Algunos deberán explicar por qué rechazan IPC, garantizar pensiones dignas acorde a la Carta Social Europea, terminar déficit de la Seguridad Social en 2025, terminar brecha salarial, etc.”, expresó el diputado valenciano Ignasi Candela. “Está muy bien ser el recadero del PSOE pero es mejor no mentir”, le espetó la portavoz adjunta de Unidos Podemos, Ione Belarra.
Catalunya, los Presupuestos, las pensiones, la marcha de la economía española... los grupos cogieron impulso en las últimas sesiones parlamentarias ante la campaña electoral que se avecina.