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Albares, el 'sherpa' de Pedro Sánchez que corona la cima de Exteriores

Fue la sombra del presidente cuando salía de España desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa tras la moción de censura a Mariano Rajoy, en mayo de 2018. José Manuel Albares (Madrid, 1972), diplomático de carrera, fue el sherpa del presidente del Gobierno, su principal asesor para asuntos internacionales, hasta el 16 de enero de 2020. En aquel día, Arancha González Laya juraba su cargo como ministra de Exteriores, un cargo para el que había sonado con fuerza el propio Albares.

Pero aún no había llegado su día, y fue nombrado embajador en Francia por González Laya. Albares ha tenido que esperar un año y medio para coronar la cima de Exteriores, cuando se acaban de cumplir tres años de aquella foto en el Falcon con un Pedro Sánchez recién nombrado presidente y camino de su primer Consejo Europeo a Bruselas.

“No escatimaré esfuerzos en representar a España en el exterior”, decía Albares este sábado en un tuit de agradecimiento a Sánchez. A diferencia de González Laya, quien no era militante del PSOE, el nuevo ministro de Exteriores forma parte del PSOE desde 1999 y es responsable de la ponencia “España en Europa y en el mundo” del próximo Congreso del PSOE. En las elecciones generales de 2015, dejó temporalmente la carrera diplomática y se integró en el equipo de campaña de Pedro Sánchez, siendo el coordinador del programa electoral en política europea y política exterior del PSOE. En 2012 fundó el Círculo de Reflexión Internacional, según recuerda el currículum difundido por la secretaría de Estado de Comunicación. 

El vacío que dejó Albares en enero con su marcha a París no terminó de ser cubierto por Moncloa. El todopoderoso y leal asesor, ese “joven pero experimentado diplomático”, como ha descrito este sábado Sánchez, con quien trabajó “estrechamente” y “acreditó grandes conocimientos sobre asuntos internacionales”, no tuvo un reemplazo literal.

Así, sus funciones diseñadas a medida como secretario general de Asuntos Internacionales, Unión Europea, G20 y Seguridad Global, vinieron a dividirse entre tres personas. Por un lado, el perfil económico reforzado recayó en Manuel De la Rocha, mientras Aurora Mejía se convirtió en la encargada de asuntos europeos y Emma Aparici del resto de temas internacionales.

La ministra saliente, González Laya, también agradecía a Sánchez la “confianza” por haber podido “servir” a su “país”.

De aquellos momentos en los que Albares era el sherpa del presidente queda una foto recordada en Bruselas. Se ve a los asesores principales de los jefes de Gobierno de la UE, en marzo de 2019, mientras daban forma a un documento que acabó siendo las conclusiones de la cumbre europea que contenían la esperada respuesta de la UE a la entonces primera ministra británica, Theresa May, sobre la discutida prórroga del Brexit. Embajadores, asesores y diplomáticos de la UE y los 27 se arremolinaban en torno al ordenador del representante belga para redactar el texto. La imagen fue tomada por el embajador búlgaro ante la Unión Europea, Dimiter Tzantchev, y Albares aparece en el centro de la imagen detrás de Sabine Weyand, mano derecha del que fue negociador jefe de la UE para el Brexit, Michel Barnier. 

“Es una sala contigua a donde están reunidos los líderes de los países”, explicaba aquel día Albares: “Ahí no solemos llevar ordenadores, los tenemos en el piso de abajo, y es la sala en la que nos vemos con los líderes cuando salen para preguntar o consultar alguna cosa personalmente. Ahí solemos ir con nuestro teléfono y nuestra libreta, y poco más”.

“Hay un momento en el que los líderes nos dicen que hay un acuerdo, y nos ponemos a trabajar todos juntos para plasmarlo en un texto”, relataba entonces el ya nuevo ministro de Exteriores: “En el momento de la foto, es cuando el belga saca el ordenador y comienza a escribir. Por eso aparecemos todos junto a él, apretados tras la pantalla... Y callados, esperando a ver qué escribía después de habernos escuchado a todos. Por eso es el momento en el que el búlgaro se aparta, saca el teléfono y hace la foto”.

Precisamente Bruselas será uno de los asuntos principales de la agenda del nuevo ministro de Exteriores. En el horizonte está el colofón a la legislatura de Sánchez, la presidencia de turno de la UE, que racae en España en la segunda mitad de 2023 y es un hito que no quiere dejar escapar el presidente del Gobierno. Por el camino, la llegada de los fondos europeos, que pueden recibir el último visto bueno de los socios europeos esta semana en Bruselas, en la que precisamente hay reuniones de ministros de Finanzas y, también, de Exteriores.

Al margen de la agenda europea, prioritaria para Exteriores, Albares también tendrá sobre la mesa la llamada Vecindad Sur, en particular Marruecos. País con el que España tiene una crisis abierta tras la presión de Rabat que creó una crisis fronteriza después de que España acogiera por motivos humanitarios al líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Una crisis que se espera superar con un cambio de interlocutor en el Gobierno de España que permita recuperar el diálogo.

En el sur, vinculado al reto de recomponer las relaciones con Marruecos, están las personas que huyen de las guerras, el hambre y el cambio climático, en un momento en que se está discutiendo en la UE un nuevo Pacto Migratorio. Y, también, la gestión del Brexit y América Latina y las nuevas aproximaciones a Venezuela tras el cambio de presidencia en la Casa Blanca, así como los dos países a los que apunta tanto la OTAN como la UE: Rusia y China, con los que hay un buen número de conflictos abiertos.

De Albares también dependerán cuatro secretarías de Estado, que puede tocar a su llegada. Una es la secretaría de Estado para la UE, en manos de Juan González-Barba, nombrado por González Laya. González-Barba ingresó en la Carrera Diplomática en 1991 y antes de su nombramiento era embajador de España en la República de Turquía y embajador no residente en Georgia y Azerbaiyán.

Además, de Albares colgará la secretaría de Estado de Asuntos Exteriores y para Iberoamérica y el Caribe, en manos de Cristina Gallach desde la llegada de González Laya, periodista, ex alta funcionaria de la UE y ex portavoz de Ban Ki Moon en la ONU y de Javier Solana en la UE y en la OTAN. Gallach ha sido también una habitual en las quinielas para ser la jefa de la diplomacia española.

Además, está la secretaría de España Global, a cuyo frente ha estado Manuel Muñiz desde enero de 2020, quien fue decano de la Escuela de Asuntos Globales y Públicos del Instituto de Empresa entre enero de 2017 hasta enero de 2020. Durante ese periodo, Muñiz, licenciado en Derecho, también fue director del Centro para la Gobernanza del Cambio del IE. Muñiz presentó la dimisión este domingo ante la ministra saliente, González Laya.

Por último, Exteriores cuenta con la secretaría de Estado de Cooperación Internacional. Ángeles Moreno Bau, nombrada también por González Laya, es licenciada en Derecho y pertenece a la Carrera Diplomática desde 1994. Desde julio de 2018 ocupaba el puesto de subsecretaria del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.​

Todo ello, en una coyuntura en la que la vacunación avanza a gran velocidad en toda Europa –este sábado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaba que las entregas de vacunas de esta semana permitirán llegar al 70% de la población adulta de la UE con la pauta completa– y en la que los fondos europeos están a punto de fluir.

En esa coyuntura que se prevé favorable para el continente, en Bruselas se especula sobre la posibilidad de que el nuevo ministro de Exteriores pueda acometer el relevo del embajador representante Permanente ante la UE, Pablo García Berdoy, quien fue nombrado en diciembre de 2016 por el Gobierno de Mariano Rajoy tras su paso por la embajada en Alemania y a quien el Gobierno de Sánchez ha mantenido en el cargo todo este tiempo. Un cargo que requiere conocer el funcionamiento interno de la UE, sus instituciones –Consejo, Comisión y Parlamento–, y que supone un puente entre Madrid y Bruselas, tanto de ida como de vuelta, tanto para defender la posición del Gobierno español como para alertarle de las posibles trampas en las negociaciones con los socios europeos, así como para acompañar al presidente y sus distintos ministros en las reuniones.