Izquierda Unida amaneció el pasado 26 de mayo ante una encrucijada. Las elecciones europeas depararon un gran crecimiento para su coalición electoral pero la aparición de Podemos acaparó la atención y, más importante, cambió el panorama político. Dos meses largos después, IU sigue plantada ante la misma bifurcación en el camino, y la división interna crece entre quienes abogan por refundar la organización con la vista puesta en un proceso constituyente, la configuración de un bloque político y social que trascienda a IU y la renovación de rostros y discursos. Por otro lado, están los que miran con recelo esta renovación y defienden mantener el sistema de alianzas puesto en práctica para las elecciones de 2011 y las del pasado 25M.
La disputa es soterrada y parecía estar superada con el ascenso de Alberto Garzón como responsable de Proceso Constituyente y Convergencia. El diputado por Málaga recibió el encargo de retomar los trabajos de confluencia que la coalición puso en marcha hace ahora seis años, en 2008, tras el fiasco de las elecciones generales de aquel mismo año. En el análisis postelectoral, la mayoría de la organización coincidió en que, pese al crecimiento en votos y representantes en Bruselas, IU no había sido capaz de aglutinar en torno a la candidatura de La Izquierda Plural todo el descontento social provocado por años de crisis y recortes sociales y el rechazo a las políticas impuestas por la troika.
Sin embargo, los primeros encontronazos se produjeron en el Consejo Político Federal (CPF) que ratificó el ascenso de Garzón y de otra joven emergente en la coalición, Clara Alonso, como responsable plenipotenciaria de Comunicación. Durante el cónclave, en el que participaron cerca de dos centenares de personas, Cayo Lara tuvo que escuchar intervenciones muy duras con la dirección. Y lanzó el órdago: amagó con dimitir y convocar una Asamblea Extraordinaria.
El calado de los cambios se pospuso al siguiente órgano interno, una Presidencia Federal convocada para el 19 de julio. De la reunión debía salir una dirección remozada para dar cabida a la renovación de caras y discursos, como la de Lara Hernández o el eurodiputado Javier Couso, y apuntalara la línea marcada con el ascenso de Garzón. También tenía que servir para marcar unas directrices generales de cara a los procesos de primarias abiertas que IU ha decidido poner en marcha para elegir a sus futuros candidatos. Ni lo uno ni lo otro. La cita se saldó sin avances.
Durante ese fin de semana, los movimientos internos dirigidos a contrarrestar la influencia de Garzón comenzaron a ser públicos. Dos colectivos diferentes y radicados en Madrid lanzaron con pocos días de diferencia sendos documentos casi calcados que, bajo el título 'Izquierda Unida, un proyecto de largo recorrido', apelaban a “la vigencia del proyecto político” que encarna IU desde su fundación, en 1986. Sin rechazar la idea de convergencia, el manifiesto aboga por hacerla alrededor de IU y rechaza los vaivenes que, en su opinión, ha dado la dirección desde las europeas.
Uno de los grupos, Somos IU, está conformado por un centenar de militantes y dirigentes de la coalición en Madrid. Entre ellos destacan dos excoordinadores regionales y actuales portavoz municipal y autonómico, Ángel Pérez y Gregorio Gordo, respectivamente, así como diputados autonómicos y coordinadores locales. El otro mantiene a sus promotores fuera de los focos aunque entre quienes lo respaldan figuran cuadros medios próximos al secretario de Organización de IU, Miguel Reneses, según fuentes próximas a los promotores. El actual número dos de la coalición fue también líder de la federación en Madrid y ha dirigido la política de alianzas de IU en los últimos años.
Pero el debate, aunque los próximos a Reneses lo llevan a las siglas, es más profundo. De hecho Garzón lo que defiende es un formato de frente amplio donde cada uno mantenga su identidad pero con cosas en común, como se hizo en Galicia con AGE (Anova e IU).
Garzón también defiende “que las siglas son prescindibles frente a las ideas”. Y enlaza su estrategia de confluencia con la propia esencia de IU cuando fue fundada en la década de los 80 por Julio Anguita con la intención de crear “un bloque social de progreso” para transformar España. Ya entonces, recuerda, el propio PCE dio un paso atrás y perdió protagonismo público en favor del nuevo sujeto político.
Tanto el diputado malagueño como otros dirigentes y militantes próximos a él recuerdan también que, desde 2008, todos los documentos internos de IU han abogado por “trascender” la propia marca para propiciar su unión con los movimientos sociales. Anteponer el qué al quién. Un planteamiento que se hizo más patente tras el 15M y que se convirtió en clamor dentro de la organización, y también fuera, después de las últimas europeas que supusieron la irrupción de Podemos con 1,2 millones de votos.
El partido de Pablo Iglesias, que se ha situado como tercera fuerza política en la última encuesta del CIS, a cinco puntos del PSOE, se muestra ahora distante ante el horizonte de confluencia que propone Garzón. Antes de las elecciones, el propio Iglesias reclamaba a IU que personas como Garzón asumieran más responsabilidades para permitir la confluencia.
Podemos, además, encara un complicado proceso interno que desembocará en la Asamblea Ciudadana Sí Se Puede de otoño que servirá de congreso fundacional y que sentará las bases de la organización interna del nuevo partido. Aunque la mayoría de las decisiones están supeditadas a los debates y decisiones que se adopten entonces, el equipo promotor ya trabaja sobre la idea de no presentar candidaturas a las elecciones municipales en toda España para evitar que Podemos se conviertan en un coladero de candidatos no contrastados
Mientras la batalla interna permanece latente durante el mes de agosto, comienzan a vislumbrarse algunos cambios en la imagen pública de IU. En los últimos días, Javier Couso o Lara Hernández han acudido en nombre de la coalición a diferentes tertulias televisivas, en lugar de los rostros habituales.
También se han dado algunos pasos para iniciar la confluencia con movimientos sociales. Lara Hernández, encargada del área de Convergencia bajo la dirección de Garzón, se reunió durante el último fin de semana con activistas de distintos movimientos como la PAH, las Mareas Ciudadanas o las Marchas del 22M.
La cita ha producido críticas en el seno de la propia PAH que, en un comunicado, asegura que los asistentes lo hicieron a título individual y “en ningún caso fueron en representación” de la organización. La PAH pide además que se “respeten los canales que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca tiene habilitados para formar parte de campañas y movilizaciones” y acusa a IU de comunicar a los medios de forma “confusa” la convocatoria. Y continúa: “Son ya demasiadas las confusiones de este tipo que se han producido en los últimos años”.