La portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, trata de ganar protagonismo político y mediático tras verse apartada de la gestión de la crisis del coronavirus por parte de la dirección de su propio partido. Con ese objetivo de situarse en el centro de los focos, la diputada por Barcelona, que siempre se ha caracterizado por ir por libre en el PP, huyendo de los argumentarios del equipo de Pablo Casado y con una agenda propia más a la derecha que la de Génova 13, ha decidido azuzar la crispación política con una sucesión de declaraciones incendiarias contra el Gobierno progresista que han vuelto a incomodar a sus compañeros de filas.
La más grave la pronunció el miércoles, durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados, cuando atacó al vicepresidente segundo del Ejecutivo, Pablo Iglesias, asegurando que “es el hijo de un terrorista”. Este jueves se reafirmaba en sus declaraciones durante una conferencia telemática de la Fundación Libertad: “Él es hijo de un terrorista, porque su padre militó en una organización terrorista llamada el FRAP que actuó en los años 70 y que tiene 5 muertos asesinados. Alguien que milita en una organización terrorista es un terrorista. Es un hecho fáctico”.
Álvarez de Toledo aseguraba, a renglón seguido, que sus palabras le causaron a Iglesias “un gran malestar”. “Dijo que iba a llamar a los abogados, como hacen las folclóricas”, ironizaba la portavoz popular, que afirmaba que ha exigido a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, “que se mantenga la expresión 'hijo de terrorista' en el diario de sesiones del Congreso”.
El padre del también líder de Unidas Podemos anunciaba este jueves que denunciará a Álvarez de Toledo ante la justicia por unas declaraciones que son similares a las que pronunció el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch hace dos años, y por las que el comunicador fue condenado al pago de 15.000 euros a Francisco Javier Iglesias por “intromisión ilegítima” y “vulneración del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen”.
Con sus palabras, Álvarez de Toledo dinamitó la estrategia de la dirección de su partido, que desde principios de semana trata de acorralar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, al que el PP ya ha pedido la dimisión por los últimos ceses en la cúpula de la Guardia Civil. La portavoz parlamentaria protagonizó la mayoría de los titulares, dejando en un segundo plano las también durísimas intervenciones del líder del PP, Pablo Casado, y su 'número dos', Teodoro García Egea, contra el Ejecutivo.
Malestar interno con la portavoz en el Congreso
Dirigentes populares consultados por eldiario.es se muestran en privado muy molestos con la nueva “salida de tono” de Álvarez de Toledo que, explican, “vuelve a contraprogramar” a Casado en un momento “importante” para el líder del PP, que pretende capitalizar el desgaste del Gobierno por la gestión del coronavirus para reafirmarse como el líder de la oposición, en un contexto en el que la derecha sigue dividida en tres –PP, Vox y Ciudadanos–.
De hecho, el núcleo duro de Casado ha evitado respaldar las palabras de la portavoz parlamentaria sobre el padre de Iglesias. El líder del PP guarda silencio, al igual que el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos. El secretario general del partido, Teodoro García Egea, que mantiene una pugna interna con Álvarez de Toledo por sus diferencias estratégicas, se limitaba este jueves a considerar en una entrevista en Telecinco que “en la dinámica parlamentaria se producen rifirrafes”. En la misma línea se manifestaba el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que atribuía al “fragor del debate parlamentario” que Álvarez de Toledo calificara como “terrorista” al padre de Iglesias.
Más explícito se mostraba el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, que, sin suscribir literalmente las palabras de Álvarez de Toledo, sí aseguraba en una entrevista en Antena 3 que el padre de Iglesias “perteneció a una organización que justificaba atentados terroristas y que mató a policías”, en alusión al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) en el que militó el progenitor del vicepresidente segundo hace casi 50 años.
Con sus declaraciones sobre el padre de Iglesias, Álvarez de Toledo lograba volver a ser el centro de la polémica después de ser desplazada por la dirección de su partido durante la pandemia. Pese a ser la portavoz del PP en el Congreso, Casado no contó con ella para la Comisión de la Reconstrucción de la Cámara Baja, donde la portavocía de los populares la ejerce la expresidenta del Congreso Ana Pastor, considerada del ala más moderada del partido.
Tres semanas sin rueda de prensa
Álvarez de Toledo tampoco forma parte del grupo de expertos –o 'Gobierno en la sombra'– con el que Casado determina su labor de oposición al Ejecutivo durante la crisis sanitaria. Y la portavoz parlamentaria lleva tres semanas sin realizar la rueda de prensa habitual que suele protagonizar después de cada una de las reuniones de la Junta de Portavoces del Congreso.
Desde que se inició la emergencia sanitaria, la polémica diputada no ha hecho más que acumular críticas internas por su actitud siempre independiente respecto a la dirección del PP. Nada más decretarse el estado de alarma y su consecuente confinamiento, Álvarez de Toledo obvió la petición de teletrabajo realizada tanto desde el Gobierno como desde la presidencia del Congreso y siguió asistiendo presencialmente a las instalaciones parlamentarias acompañada de su jefe de Gabinete, Alfredo Timermans.
La Junta de Portavoces del Congreso ya había decidido suspender entonces la actividad parlamentaria por la crisis del coronavirus, después de que dieran positivo dos ministras del Gobierno (Irene Montero, de Unidas Podemos y Carolina Darias, del PSOE), un miembro de la Mesa de la Cámara (la vicepresidenta Ana Pastor, del PP) y dos diputados de Vox. Después los diputados contagiados no dejaron de incrementarse.
Pese a los acuerdos sobre el confinamiento, Álvarez de Toledo siempre se manifestó partidaria de seguir yendo a trabajar a la Cámara Baja. “La democracia no se pone nunca en cuarentena. Es impensable, inasumible e inaceptable. Los Parlamentos no se cierran ni en una guerra”, llegó a decir la portavoz popular a finales de marzo, lo que generó un profundo malestar en las filas del PP.
La “cuestión de confianza” de Sánchez
Tampoco gustó nada que el 20 de abril, el mismo día en que Casado y Pedro Sánchez se reunieron en la Moncloa, el diario ABC publicara una entrevista con Álvarez de Toledo en la que pedía que el presidente del Gobierno se sometiera a una cuestión de confianza en el Congreso por su gestión de la crisis del coronavirus. Esta postura no fue consensuada con la dirección de Casado, que pese a sus ataques constantes al Ejecutivo, al que acusa en exclusiva de los muertos por la pandemia, considera que aún “no es el momento” de exigir responsabilidades a Sánchez y a su equipo.
Tan solo unos días antes de que se decretara la alarma, Álvarez de Toledo había protagonizado otra sonada polémica con sus declaraciones contra los medios y el feminismo, coincidiendo con la semana del 8M. El 3 de marzo cargó contra La Sexta, a la que acusó de “hacer negocio con la erosión de la democracia”, durante una entrevista en Onda Cero en la que contraprogramó al propio Casado, que estaba siendo también entrevistado en Telecinco.
Un día después, la también periodista dirigió sus dardos contra la prensa, esta vez sin un destinatario claro. “Hay medios que hacen negocio a costa de la democracia y hay medios que promueven o participan de las mentiras populistas y nacionalistas a costa de la democracia”, dijo. Todo ello generó un fuerte malestar en Génova 13, que no quería verse enfrentado a un grupo mediático tan importante como Atresmedia, del que forman parte, además de La Sexta, Antena 3 u Onda Cero.
El enfado de la cúpula popular se agravó esa misma semana por las descalificaciones hacia el movimiento feminista vertidas por Álvarez de Toledo. Frente al sector más moderado del PP, que se declara abiertamente “feminista” y que defendió la presencia del partido en las marchas del 8M –a la que acudieron dirigentes populares y que ahora la derecha ha convertido en su principal bandera contra el Gobierno, al considerar que las marchas fueron permitidas a pesar de que el Ejecutivo conocía que podían ser un foco de contagios–, la portavoz popular se identificó como una “feminista amazónica de la escuela de Camille Paglia”, una escritora y profesora norteamericana que, por ejemplo, considera que “sin el hombre la mujer nunca hubiera salido de la cueva”.
Álvarez de Toledo recalcó además que no acudiría a la manifestación del 8M, en un claro desmarque de la dirección de su partido que tras constatar el éxito sin precedentes del año pasado sí se apuntó a las marchas aunque con un lema propio, 'Mujer por encima de todo'.
Casado “mantiene la confianza” en su portavoz
La portavoz parlamentaria del PP también aseguró que las mujeres “no son víctimas”, pese a los asesinatos contabilizados en España. Y se erigió como una negacionista de la “ideología machista” en la misma línea de la extrema derecha de Vox, asegurando que las mujeres en España “nacen libres” y sin ningún tipo de discriminación.
Pese a la polémica interna generada por la portavoz popular en el Congreso, que forzó a numerosos dirigentes populares a desmarcarse de sus declaraciones sobre los medios y la igualdad, Casado optó por respaldar a una de sus grandes apuestas políticas, a la que nombró portavoz el pasado julio con los principales barones en contra.
El presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijóo, o el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, le pidieron expresamente que renunciara a ese nombramiento durante la convulsa comida que mantuvieron con el líder del PP el 27 de mayo en Madrid, tan solo un día después de las elecciones autonómicas y municipales. Pero Casado, aconsejado principalmente por su padrino político, el expresidente José María Aznar –presidente de la fundación FAES a la que está especialmente unida Álvarez de Toledo–, la eligió como portavoz parlamentaria.
Fuentes de la dirección nacional del PP consultadas por este diario niegan que pese al descontento interno generado en los últimos días Casado esté pensando ahora en sustituir a su portavoz en el Congreso. “Claro que mantiene la confianza en Cayetana”, aseveran.