Segundas elecciones generales en un año y nueva estrategia del PP. Frente a su apuesta por la línea dura el 28A, con un resultado electoral insatisfactorio para los populares, Pablo Casado ha decidido en la campaña del 10N presentar un perfil más moderado, de hombre de Estado, y centrando su discurso en la economía. Pero dos voces en el partido dificultan este camino al centro que pretende el presidente de la formación: Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo.
“Traidor”, “felón, ”cómplice de un golpe de Estado“, fueron algunos de los apelativos utilizados por Casado contra Sánchez en la pasada campaña electoral. Pero recientemente, en una reunión con sus grupos parlamentarios en el Congreso y el Senado, mermados tras el 28A, les planteó que ”cuando se tiene la razón no hace falta gritar, faltar al respeto al adversario ni siquiera sobreactuar“.
Desde entonces, el discurso del presidente del PP y de algunos de los suyos ha evolucionado, centrando su campaña en la economía y en el riesgo de una nueva crisis, o manteniendo unas declaraciones sobre Catalunya con cierta distancia frente a la insistencia de Ciudadanos por la aplicación inmediata del 155. “Quiero un PP más ampliado, más popular, integrador, reconocible por moderado, responsable de la defensa de sus propias posiciones y del sistema que todos compartimos”, aseguró en el Comité Ejecutivo Nacional del PP de hace 10 días.
Sin embargo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la portavoz del partido en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, dos pesos pesados en la formación, mantienen todavía la línea dura del 28A frente a la centrada del 10N. El ejemplo más claro fue el discurso de Díaz Ayuso este jueves pasado en la Asamblea de Madrid, cuando se preguntó, en una respuesta parlamentaria que llevaba escrita, si tras la exhumación de Franco “arderán las parroquias como en el 36”.
A aquella frase, escoltada posteriormente por su socio Ignacio Aguado, le siguió una crítica a la Ley de Memoria Histórica, que dijo que le “espanta” por “reabrir heridas”. Dirigentes del PP como el propio Casado, el alcalde José Luis Martínez Almeida o la citada Álvarez de Toledo cerraron filas un día después defendiendo que se produjo por el “calor del debate” y que era en respuesta a unas declaraciones de la concejal Rita Maestre. La propia presidenta explicó más tarde que se trataba de “argumento retórico llevado al extremo”.
Sin embargo, las declaraciones de Ayuso rompían en la práctica con el perfil discreto que ha intentado mantener el Partido Popular en los últimos días desde que el Tribunal Supremo avalara la exhumación del dictador del Valle de los Caídos. Casado se había limitado a asegurar que “no gastaría un euro” en desenterrar a Franco.
No fue la única frase polémica que dejó Ayuso durante su primer pleno en la Asamblea como presidenta de la Comunidad de Madrid. En otro lance del debate, en respuesta a una pregunta de Isa Serra, portavoz de Unidas Podemos, la dirigente del PP acusó a las “feministas de Podemos” de ser “mantis religiosas” y de ser el partido “más machista que existe”. Otro charco que va en dirección opuesta al supuesto viraje al centro de su jefe.
Cayetana Álvarez de Toledo
El discurso más centrado del presidente del partido también se ha visto afectado por Álvarez de Toledo. Uno de los grandes fichajes del PP para las elecciones del 28A, única diputada que ha conseguido en Catalunya, ha levantado dos incendios en el partido en el último mes. El primero, con el partido en Euskadi, al criticar al PP vasco por su foralismo y su “tibieza” respecto al nacionalismo. Rápidamente respondieron dirigentes como Alfonso Alonso o Borja Sémper. Aquellas declaraciones llegaban en un momento de clara confrontación entre Génova y la dirección en Vitoria.
El segundo, con su empeño por incluir a la exdirigente socialista y fundadora de UPyD Rosa Díez en las listas para el 10N, petición que no deja de hacer en las entrevistas que concede la portavoz del PP en el Congreso. La última vez, este viernes en una intervención en RNE. Sin embargo, esta intención de Álvarez de Toledo ha chocado con las dudas de la dirección por el pasado de Díez, así como con el rechazo por parte de los críticos con la dirección, como el citado Alonso.
Además, mientras Casado decía ante los suyos que “no hacía falta faltar al respeto al rival”, Álvarez de Toledo ha seguido en los últimos días utilizando multitud de epítetos para referirse a la actuación del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, sobre Catalunya o sobre las transferencias a las comunidades. “Impúdico y descarado” o “un ejercicio hipócrita de travestismo político” son algunas de las aseveraciones que ha dejado en los últimos días en las radios.