Edmundo Bal se resistía a ponerse al frente de una candidatura tan difícil como la de Madrid, con los peores augurios para Ciudadanos, pero su suerte estaba echada. Desde el momento en que varios dirigentes del partido estaban presionando a Inés Arrimadas para que convenciera a Ignacio Aguado de que diera un paso atrás, no había otra opción. El exvicepresidente del Gobierno madrileño ya había anunciado su decisión de presentarse a las primarias y pensaba que contaba con el apoyo de la propia Arrimadas para repetir. De hecho, lo llegó a tener al considerar que aunque no era la mejor opción, removerle de ese cargo iba a conllevar más problemas que ventajas. Pero el nombre de Bal ya resonaba por los pasillos de la sede de la calle de Alcalá como la única alternativa, dadas las horribles circunstancias. Y el portavoz parlamentario y ahora orgánico del partido -de ruta toda la semana por las televisiones y radios para denunciar la “traición” de algunos excompañeros y acusar de corrupción al PP y de “abrir su caja B” para pescar en el caladero naranja- al final dio su ok siempre y cuando Aguado estuviera de acuerdo y facilitase el relevo sin ruido.
La operación se cerró en pocas horas. El jueves, al filo de las ocho de la noche, Aguado anunciaba una “declaración” ante los medios de comunicación, emitida de forma telemática y sin preguntas, en la que apareció acompañado del propio Bal, ambos con caras de circunstancias. “Arranca, ya que no hay más remedio, una campaña electoral donde mi partido va a salir a darlo todo, a demostrar que somos un partido más necesario que nunca. Somos necesarios para ser el contrapeso sensato a la polarización, a la radicalización, un partido que apuesta por la sensatez. Y yo no tengo ninguna duda de que el mejor candidato posible para presidir la Comunidad de Madrid es mi amigo y compañero Edmundo Bal”, explicó el exvicepresidente madrileño, para a renglón seguido dejar patente que fue él mismo el que se lo había pedido a Bal. Sin disimular su emoción, y en varios momentos al borde del llanto, Aguado aseguró que Bal tenía “todo su apoyo” y se mostró convencido de que la inmensa mayoría de los afiliados, de los simpatizantes y también una gran parte de los ciudadanos, ven en Bal como “el futuro presidente de la Comunidad de Madrid”.
El Abogado del Estado en excedencia le agradeció su 'generosidad': “Tú has aguantado, has resistido, solo pensando en el bien de los madrileños, siendo de Ciudadanos cien por cien”, le dijo a Aguado.
La candidatura de Bal se improvisa para evitar la desaparición de Ciudadanos en Madrid y ha sido acogida entre todos los dirigentes con alivio y como un respiro después de una semana cargada de sobresaltos. El último varapalo ya lo sufrió Ciudadanos en Catalunya en donde pasó de 36 a 6 escaños y de ser la primera fuerza politica a situarse en la séptima posición, casi a la cola.
Arrimadas ha encontrado con Bal un parche para esa crucial cita con las urnas, que va a condicionar la política nacional a medio plazo. Según los tracking del partido y los pronósticos de todas las encuestas que se han ido publicando, la candidatura de Aguado no les garantizaba llegar a ese necesario 5% mínimo de apoyo para tener representación en la Asamblea de Madrid. El parlamento regional es así: con menos del 5% todos los votos se pierden. El partido que supera ese listón entra de golpe con 7 escaños. Ser extraparlamentario en Madrid sería la estocada definitiva para un partido que tiene muy difícil sobrevivir pero si superan ese listón podría ser decisivo para una investidura.
El propio Bal, que negó hasta la víspera del anuncio el paso que acabó dando -“yo estoy muy contento en el Congreso y mi grupo me necesita. No voy a ser el candidato, se lo aseguro”, insistió en dos ruedas de prensa-, ha reconocido que a lo largo de las últimas horas estaba recibiendo muchas presiones: “Muchos me decían 'preséntate', y yo contestaba con evasivas y trataba de quitarme de en medio, pero cuando Nacho [Aguado] me llamó y me dijo que quería que fuera yo, no pude decirle que no”.
Todos volcados con Bal para evitar otro hundimiento en Madrid
Lo que queda de partido se va a volcar en apoyar al portavoz nacional al que todos coinciden en señalar como el único que en estos momentos puede levantar los ánimos de una desencantada y mermada militancia. “Edmundo es una persona cercana y campechana. Tiene un discurso contundente y es perfecto como candidato después de estos años fajándose en el Congreso”, afirma uno de los diputados que ha trabajado con él.
Sin embargo, tener un cartel mejor que Aguado no arregla la gravísima crisis que vive la organización, acosada por una opa del PP iniciada por Pablo Casado para “reunificar el centro derecha” y que ahora capitanea un viejo conocido, Fran Hervías, ni más ni menos que el que fue el secretario de Organización de la Ejecutiva de Albert Rivera. Hervías fue pillado in fraganti el pasado miércoles cenando en un restaurante de Madrid con dos de los senadores de su antiguo grupo: el valenciano Emilio Argüeso, que ha sido expulsado por el partido por colaborar para que fracasara la moción de censura en Murcia, y la navarra Ruth Goñi, que se acaban de pasar al Grupo Mixto. Junto a ellos estaba también Marta Martín, diputada por Alicante, que poco después anunció que renunciaba a su escaño. La imagen de aquel encuentro, publicada por El Español, indignó a la dirección en donde llevaban ya contabilizados más de una docena de cargos fugados, entre ellos el coordinador en Les Corts Valencianes, Toni Cantó, ex a la vez de UPyD, por el que pocos han llorado. Pero ratificó las sospechas de que esa operación del PP “para destruir a Ciudadanos” ofreciendo prebendas a sus cargos, es real y arrancó en Murcia con los tránsfugas a los que atrajeron con prebendas y puestos en el Gobierno regional.
Mientras todo esto ocurre Rivera guarda un clamoroso silencio en Twitter, en donde siempre ha estado muy activo. El exdirigente de Ciudadanos no se ha pronunciado sobre el calvario que está pasando su sucesora con las dimisiones en cadena de cargos del partido, ni sobre la moción de censura de Murcia, ni sobre el paso atrás que ha dado Aguado para facilitar la candidatura de Bal, que fue un rutilante fichaje suyo de última hora para las elecciones del 28 de abril de 2019 junto a Marcos de Quinto -que dejó su escaño por discrepancias con Arrimadas- y Sara Giménez, cuyo trabajo ahora en el grupo parlamentario está siendo muy valorado.
Rivera subía ayer a su canal de Telegram un audio explicando a sus seguidores su nuevo proyecto en el Instituto Cardenal Cisneros para impartir cursos de “liderazgo y formación política” en el que presumía de su experiencia, pese a haber llevado a su partido al hundimiento tras pasar de los 57 escaños que logró en abril de 2019 a tan solo diez en noviembre de ese mismo año, motivo por el que dimitió. Pese a todo, sigue dando clases: “Un político de primer nivel tiene que estar muy preparado para que mejore la calidad política de nuestra democracia”. “Me parece que necesitamos formar mejor a las élites políticas de este país. Ya sea a nivel municipal, autonómico o nacional, porque para estar en primera línea política hay que tener una formación de primera”, asegura en el audio.
Preocupación por la moción de censura de Castilla y León
En Ciudadanos siguen muy preocupados por la desbandada de cargos que se están marchando a cuentagotas del partido, en una operación que traslada la imagen de una formación en derribo. Este mismo viernes se conocía que el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, uno de los nombres que se barajaba como posible sustituto de Aguado, deja la politica cansado de no medrar en ninguno de los dos partidos en los que ha militado, el PP, y ahora Ciudadanos.
Una de las últimas desagradables 'sorpresas' ha sido la fuga al Grupo Mixto de la diputada por Salamanca en el Parlamento de Castilla y León, María Montero, justo en vísperas de que se debata la moción de censura presentada por el PSOE contra el gobierno de coalición de Alfonso Fernández Mañueco (PP) y Francisco Igea (Cs). Para que prospere esta otra iniciativa tendrían que darse al menos otras dos bajas en el grupo de Igea y la sombra del fracaso en Murcia sobrevuela.
A pesar de que Arrimadas y Casado han roto relaciones y el clima de confrontación entre los dos partidos en estos momentos es irrespirable, en Ciudadanos están decididos a mantener los dos acuerdos de gobierno que les quedan con el PP: el de esa región -si superan la moción-, y el de Andalucía. Este sábado, en una entrevista en elDiario.es de Andalucía, el vicepresidente regional, Juan Marín -al que Arrimadas ha metido en su núcleo duro para calmar las aguas internas-, tranquilizaba a su partido y dejaba dicho a los que le acusan de estar con un pie en partido de Juan Manuel Moreno Bonilla que ese constante runrún es una “estupidez”. “Yo, de verdad, que alucino. Esto crea un morbo de narices. ¿Marín en el PP? Es la mayor estupidez que he oído en esta legislatura”, ha dejado dicho. Marín descartaba igualmente que esté pensando ir en coalición con el PP con la formula de “Andalucía Suma” en las próximas autonómicas, como abogan algunos para impedir que la izquierda gobierne. Esa idea fue defendida por el exdirigente valenciano Toni Cantó para Madrid el día que dio el portazo a Arrimadas. Cantó no ha descartado participar en la campaña de Ayuso a pesar de que ha negado que se vaya a ir al PP.
Para contrarrestar estos constantes varapalos, los de Arrimadas buscan dar algún 'golpe de efecto' para la candidatura de Bal cuya composición aún no se ha desvelado. El abogado del Estado en excedencia, que ya ha empezado la precampaña, representa un perfil muy diferente al de Aguado, que en las pasadas elecciones de mayo de 2019 logró obtener 26 diputados cuando Ciudadanos todavía estaba en la ola buena. Sus escaños entonces podrían haber servido para que el socialista Ángel Gabilondo -que fue el ganador de esas elecciones- gobernase con su apoyo e incluso haber conformado un gobierno de coalición. Pero Aguado, a las órdenes todavía de Albert Rivera, vetó ese pacto y se entregó al PP de Isabel Díaz Ayuso y a Vox, partido necesario para que saliera adelante esa investidura. “El señor Gabilondo y sus socios de Podemos y Errejón no ocuparán la Puerta del Sol”, sentenció el exvicepresidente regional. Ciudadanos también impidió que Manuela Carmena continuara siendo alcaldesa de Madrid. Corrían aquellos días en los que Rivera no quería desairar al electorado de los feudos populares porque aún soñaba con ser presidente del Gobierno. La operación, sin embargo, sirvió para resucitar a Pablo Casado entregándole todo el poder institucional allí donde pudo hacerlo y sin obtener nada a cambio. Y todo pese a saber que buena parte de la formación conservadora estaba inmersa en númerosos casos de corrupción, una lacra que Ciudadanos asegura combatir. El coste de esos pactos -en los que ha sido determinante también Vox- lo está sufriendo ahora Arrimadas, que tampoco ha querido romperlos a tiempo.
Bal, la esperanza para llegar al 5% en Madrid
En Ciudadanos ven ahora posibilidades de que Bal pueda jugar un papel necesario para un acuerdo en Madrid mirando esta vez a la izquierda. La nueva dirección que encabeza Arrimadas presume de ser un partido “liberal, de centro, moderado y limpio” capaz de negociar con derechas e izquierdas siempre que “erradiquen la corrupción de sus filas”, motivo por el que justifican la fracasada moción de censura de Murcia. Allí los populares se han entregado al partido de extrema derecha metiéndole por primera vez en un Gobierno regional al ofrecerles nada menos que la consejería de Educación y Cultura, que impondrá el 'veto parental'.
Este caso de transfuguismo y de “compra de voluntades” con la corrupción de fondo, será sin duda uno de los ejes principales de la campaña de Bal, quien ha decidido permanecer en su escaño del Congreso hasta comprobar los resultados del 4M. “No quiero que nadie nos quite la moderación, el sentido común, la política útil, el encontrar soluciones a los problemas reales que tienen los madrileños. Me niego radicalmente a que en la Comunidad de Madrid gobiernen los extremos. Me niego radicalmente a la polarización”, aseguró el candidato de Ciudadanos el dia de su presentación de la mano de Aguado, al que muchos ven como un lastre en su difícil campaña. Una campaña que aunque Bal no lo acepte, está más polarizada que nunca y en la que el abogado de Estado tendrá que fajarse con las principales espadas de los demás partido políticos: Isabel Díaz Ayuso (PP); Ángel Gabilondo (PSOE); Pablo Iglesias (Podemos); Mónica García (Más Madrid) y Rocio Monasterio (Vox). En las encuestas Ciudadanos parte último. La demoscopia ha dado la espalda también al partido, hasta el punto de que algún sondeo lo sitúa en el 1,9% de los votos. Llegar al 5% es ahora el gran reto de Bal y Arrimadas.