Con tan solo diez diputados en el Congreso, la nueva líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha conseguido esta semana ganar la primera batalla al Partido Popular. No le disputaba ese espacio desde las elecciones del 28A en las que el partido que entonces lideraba Albert Rivera casi logra el ansiado sorpasso a la formación de Pablo Casado, al obtener 57 diputados, apenas nueve menos que los 66 que consiguió el PP
El viraje de Arrimadas al centro abriéndose al diálogo con el Gobierno –lo que ha generado un fuerte rechazo en el sector más derechista de Ciudadanos y causó la baja de Juan Carlos Girauta y de Carina Mejías– permitió el miércoles a Ciudadanos ser decisivo en una votación trascendental: la de la prórroga del estado de alarma. El partido que había tejido un cordón sanitario contra Pedro Sánchez y todo lo que oliese a izquierda, apoyó finalmente la extensión de esa medida excepcional durante 15 días más.
Según el último sondeo de Metroscopia, el 80% de los españoles está de acuerdo con esa prolongación. El 76% de los votantes de la formación que ahora lidera Inés Arrimadas está de acuerdo con la postura que defendió en el Pleno del Congreso. También es mayoritario el apoyo a la prórroga entre los votantes del PP, aunque el porcentaje desciende al 56% de los encuestados que apoyaron a los populares en las últimas elecciones.
En la negociación, Arrimadas con 10 diputados y un partido cuesta abajo, logró arrancar al Ejecutivo algunas de las exigencias que también había planteado la formación de Pablo Casado, como la de desligar las ayudas sociales y económicas de la situación de excepcionalidad generada por el coronavivirus.
Con ese giro de Ciudadanos, la posición del PP, que había decidido amagar hasta el último segundo, resultó irrelevante en la votación porque el Gobierno –ante las amenazas de Casado, que en los últimos días había explicitado su “rechazo” a la prórroga sin aclarar si optaría por el 'no' o la abstención– logró antes de que arrancase el Pleno los apoyos necesarios para la prórroga: Ciudadanos y el PNV en la misma ecuación. Las medidas conseguidas por Arrimadas –cuya exigencia compartían los populares– descolocaron a Casado. El líder de la oposición planteó un durísimo discurso contra el Ejecutivo –plagado de insultos y descalificaciones– para acabar absteniéndose. Su intervención no se diferenció mucho de la de Vox, culpó a Pedro Sánchez de tener a la gente “estabulada” y habló de “dictadura constitucional”. El no del PP en una de las votaciones más trascendentales del Congreso, en pleno estado de alarma, flotaba en el ambiente, pero al final fue abstención.
Pero lo más chocante fue el argumento para explicar su voto. Casado admitió que se abstenía por los acuerdos que había logrado Ciudadanos. En castellano raso: el partido de Arrimadas logró arrancar al Gobierno las condiciones que Casado consideraba imprescindibles para abstenerse. Y eso que Arrimadas tiene 73 diputados menos que Casado.
El líder del PP lo reconoció con estas palabras: “Le dije anteayer [por el lunes] que no podíamos apoyar esta prórroga del estado de alarma y hoy no la vamos a apoyar. También le dije que podía evitar nuestro voto en contra si desvinculaba los ERTEs y las ayudas a autónomos y Pymes del estado de alarma, si mejoraba la cogobernanza con las autonomías y si adaptaba las actuaciones contra la pandemia a la legislación ordinaria para salir dentro de dos semanas de la excepcionalidad constitucional. Su nueva geometría variable le ha llevado a comprometerse con estas actuaciones. (....) Por ese motivo, mantenemos ese compromiso de no votar en contra”.
La respuesta de FAES
La postura de Arrimadas, que con su 'sí' a la prórroga rompió el veto impuesto a Sánchez por su antecesor, Albert Rivera, molestó sobremanera a los sectores más a la derecha del PP, pese a que ambos partidos gobiernan en coalición en distintos gobiernos autonómicos como el de Madrid, aunque con una relación cada vez más tormentosa.
Dirigentes populares consideraron que, con su gesto, Ciudadanos traicionó a toda la derecha dividida en tres –PP, Ciudadanos y Vox–, enfrentada en los últimos meses y que, en busca del electorado más conservador, había cerrado todas las puertas a negociar con el Ejecutivo. En la práctica, Arrimadas, que también planteó críticas de fondo y forma muy contundentes a Sánchez, hizo añicos en el Congreso la foto de Colón.
La fundación FAES que dirige el expresidente del Gobierno José María Aznar, padrino político de Casado que se ha convertido en uno de los principales asesores del PP y que ha logrado asentar su poder en la cúpula del partido situando a sus afines en los puestos de mayor responsabilidad, llegaba a emitir el jueves un comunicado en contra de la líder de Ciudadanos.
En un texto publicado en su web y que no se lleva la firma de ningún autor, el think tank ultraconservador recordó a Arrimadas la fábula de Esopo La rana y el escorpión, en la que éste último pide a la primera ayuda para cruzar el río prometiendo que no le picará para no morir los dos ahogados. Sin embargo, a mitad del trayecto el escorpión pica a la rana y ésta le pregunta extrañada por qué lo ha hecho si le prometió lo contrario, a lo que el escorpión le responde que no ha tenido elección porque “es su naturaleza”.
“Seguro que Inés Arrimadas conoce la historia de la rana que se ofrece al escorpión para ayudarle a vadear el río. Por eso el viaje de Ciudadanos al universo Frankenstein en el que habita Pedro Sánchez suscita el interés de contemplar cómo la esperanza triunfa sobre la experiencia”, afirmó FAES.
Sánchez y “la mentira”
En ese paralelismo la fundación de Aznar cree que para pactar con este Gobierno hacen falta dos condiciones: “Creer que Sánchez dice la verdad” y “creer que cumple los pactos”. En cuanto a la primera reflexión, FAES señala que “la estrecha amistad de Sánchez con la mentira no es una descalificación sino una evidencia estadística de la que Ciudadanos tiene abundantes registros”. Y sobre la segunda opina que “salvo que peine coleta y hable bajito, cumplir los compromisos es una gracia que Sánchez no dilapida con fuerzas que considera menores y que además no son nacionalistas”.
“Para ser un partido joven, parece que a Ciudadanos le pesa mucho su pasado. Su apoyo a la prórroga suena a expiación autoimpuesta o a una tardía búsqueda del tiempo perdido”, sentencia FAES en el texto, que finaliza asegurando que el “problema” de Ciudadanos quizá sea “un equivocado instinto contracíclico, antes y ahora”. “Cuando la recomendación esencial para no contagiarse es mantener las distancias, deciden arrimarse”, concluyó la fundación.
El sorpasso que nunca llegó a materializarse
sorpassoPara el recuerdo queda ese pasado. Sobre todo aquella histórica noche del 28 de abril de 2019, cuando la alegría desbordó a los dirigentes de Ciudadanos que seguían desde la sede nacional de la calle Alcalá el recuento de esas elecciones generales en las que subieron de 32 nada menos que a 57 escaños. El partido de Albert Rivera se quedó entonces a 200.000 votos del PP y a menos de un punto de diferencia con la formación de Casado (15,85% frente al 16,69%).
El anhelado sorpasso al PP no se llegó a materializar pero el líder de Ciudadanos continuó pensando que su objetivo de liderar el centro derecha no era un sueño imposible y se aferró a esa esperanza. Rivera decidió entonces llevar hasta el final la palabra dada en campaña de no aliarse con el PSOE, a pesar de que entre ambos partido alcanzaban una sobrada mayoría absoluta para gobernar: 180 escaños.
Un mes después, tras las autonómicas y municipales de mayo, Rivera volvió a comprobar que ese sorpasso era mucho más complicado de lo que pensaba. El PP, aunque bajó en número de votos y dejó de ser el partido más votado en la mayoría de la docena de comunidades autónomas en donde se celebraron elecciones, logró salvar los muebles.
Ciudadanos, al igual que meses antes le pasó en Andalucía, subió en apoyos pero no tantos como para poder liderar el cambio, principalmente en Madrid, el objetivo más anhelado por Rivera, que al final tuvo que resignarse a que su partido no presidiera ningún gobierno autonómico. Tampoco el Ayuntamiento de la capital. Ciudadanos se convirtió en llave para formar gobiernos y dio una segunda vida a Casado. Y a partir de entonces en la ‘muleta’ del PP, no solo en Madrid sino también en Murcia y Castilla y León, en donde apuntaló el poder de los conservadores.
Aun con todo, Rivera no olvidó su sueño y cuando se convocaron nuevas elecciones para el 10 de noviembre, después de fracasar los intentos de Pedro Sánchez de cerrar un pacto con Pablo Iglesias y los nacionalistas, el líder de Ciudadanos se empeñó en que lo mejor era continuar peleando por la hegemonía del centro derecha.
Las encuestas daban ya señales de que ese no era el camino y era muchos los sondeos que pronosticaban a Rivera un batacazo sin precedentes. Pero siguió sin darse por aludido e incluso desapareció de la escena política. Nadie supo dónde se refugió ese verano a escasos meses de una nueva cita con las urnas.
El cinco de noviembre, para sorpresa de muchos, en el único debate televisivo que hubo previo a esos nuevos comicios, el líder de Ciudadanos se ensañó con Casado al que recordó la corrupción que imperó en la Calle Génova en los tiempos de sus predecesores, a lo que el candidato del PP, desconcertado, le replicó: “A mí usted no me da lecciones”.
El 10 de noviembre certificó la debacle. Ciudadanos se dejó 47 diputados quedándose tan solo en diez escaño. La conmoción entre los dirigentes del partido no se disimulaba. Muchos lloraban. Rivera asumió la derrota como propia y al día siguiente presentó la dimisión y anunció que dejaba la política. Varios dirigentes de su Ejecutiva siguieron sus pasos, mientras dirigían la mirada hacia Arrimadas, convertida ahora en la nueva presidenta del partido.
Lo del sorpasso quedaba atrás, olvidado y enterrado. Pero esta semana la portavoz parlamentaria de Ciudadanos, con su discurso de apoyo al decreto de prórroga del estado de alarma, lograba por primera vez orillar a Casado y a un PP que parece decidido a acercarse más a Vox que al partido liberal que desde hace pocas semanas lidera Arrimadas. Coincidiendo con este movimiento, Rivera, que hasta ahora solo había figurado mediante algún tuit y promocionar el bufete de abogados por el que ha fichado, anuncia su reaparición con un “foro de debate” en las redes.