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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Qué es la Asociación de la Prensa, para qué sirve y quién la controla

La reina Letizia, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; la actual presidenta de la APM, Victoria Prego; ante la atenta mirada del director de ABC, Bieito Rubido, en diciembre de 2016.

Andrés Gil

No se necesita carné para ser periodista. Ni siquiera se necesita haber cursado la carrera de periodismo. Ni siquiera hace falta tener un título universitario: el periodismo es un oficio que se ejerce con grandes dosis de curiosidad y capacidad para contrastar las cosas y saber contarlas, sobre todo aquellas que alguien en algún lugar no quiere que se sepa: el resto son relaciones públicas, como rezaba aquel viejo dicho anglosajón.

Y si esto es así, ¿para qué una Asociación de la Prensa de Madrid? Porque no es un sindicato, no se dedica a las conquistas laborales de los trabajadores. Y tampoco es un colegio profesional en el que haya que registrarse obligatoriamente, como puede pasar con los abogados.

Como explica en su web, “la APM fue fundada a las 10 de la noche del 31 de mayo de 1895 en el salón de actos de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, por 173 periodistas, entre ellos todos los directores de los periódicos del momento y lo más florido de la profesión periodística de aquellos años. Entre los 173 fundadores de la APM solo hay una mujer: Jesusa Granda, colaboradora del diario 'El Globo”.

¿Para qué se fundó? “A los cinco meses de su fundación, se creó su primer servicio asistencial, el servicio de médico y farmacia, con la colaboración de seis doctores y cuatro farmacias, que inmediatamente comenzaron a prestar auxilio gratuito a los más de doscientos periodistas que componían en aquellos momentos la entidad. Con el paso del tiempo, la atención médica se convirtió en la auténtica espina dorsal de la institución y en su servicio de mayor prestigio”.

Una de las misiones fundacionales de la entidad fue la asistencial para sus asociados: servicio médico, legal, ayuda al nacimiento de los hijos, ayuda en el fallecimiento, el Montepío de Periodistas para jubilaciones, viudedad y orfandad; y ayuda a la vivienda, entre otros, son algunos de los servicios que tradicionalmente ha prestado la sociedad, que acaba derivando en un importante grupo de presión durante buena parte del siglo XX.

La relevancia como grupo de poder, de presión, como elemento fundamental en el agonizante régimen de la Restauración, se plasmó en el primer gran proyecto de la APM: la construcción, en 1925, de lo que entonces se llamó Casa de la Prensa, y lo que hoy es el Palacio de la Prensa.

A la colocación de la primera piedra acudieron las autoridades del momento, empezando por el rey, Alfonso XIII, y el general y dictador Miguel Primo de Rivera, presidente del Directorio militar (1923-1930).

El Palacio de la Prensa tardó varios años en construirse (1924-1928) y fue diseñado por el arquitecto Pedro Muguruza Otaño. Además de la sede de la APM, fue sede de la editorial de la revista humorística La Codorniz durante los años cuarenta, así como de la Hoja del Lunes, periódico que se publicaba el lunes, cuando el resto de la prensa no salía.

Al cabo de la Guerra Civil, el control de la APM pasó a periodistas cómplices del franquismo, y la presidió Víctor Ruiz Albéniz, que había cubierto la guerra como agregado al cuartel general de las tropas franquistas.

Como recoge la web de la APM, Ruiz Albéniz fue sustituido en 1944 por el escritor y periodista José María Alfaro, destacado miembro de Falange Española y coautor de la Ley de Prensa de 1938, que instauraba la censura de la prensa.

Años después, en 1955, Manuel Aznar, abuelo del expresidente José María Aznar, periodista, redactó mano a mano con el Gobierno, siendo presidente de la APM, lo que se llamó “Declaración de Principios del Periodista español”, que incluía un decálogo que, entre otras cosas, “aseguraba que los periodistas españoles profesaban ”la religión católica“ y que eran ”afectos a los principios del Movimiento Nacional“, según explica la APM.

Tras Manuel Aznar, llegó a la presidencia de la APM otro estrecho colaborador del franquismo, Pedro Gómez Aparicio, quien participó en la redacción de la nueva Ley de Prensa, que transitó de la censura previa a la autocensura.

La APM no vio venir su gran crisis económica. Lucio del Álamo, presidente desde 1967, se embarcó en un proyecto tan poco periodístico como la construcción de una urbanización para periodistas, la Ciudad de los Periodistas, en el distrito Fuencarral-El Pardo de Madrid, junto al Barrio del Pilar: una urbanización de cinco bloques de viviendas a precios muy por debajo de mercado.

La Asociación de la Prensa de Madrid se endeudó tanto que tuvo que hipotecar el Palacio de la Prensa de la Plaza del Callao, aquel a cuya primera piedra acudieron el rey Alfonso XIII y el dictador Primo de Rivera.

Pero, a pesar de la crisis económica y de credibilidad, la connivencia de la entidad con los poderes le permitió encontrar una salida, no sin antes vender patrimonio y cerrar el célebre Montepío de Periodistas a finales de los ochenta.

La salida que encontró el entonces presidente, Luis María Anson (1979-1982), fue sintomática de lo que era y había sido la Asociación de la Prensa: consiguió del Gobierno un palacete en la calle Juan Bravo, que había sido sede del Sindicato de la Marina Mercante, argumentando que dado que la Asociación había sido parte integrante de la Organización Sindical en la dictadura, le correspondía parte de su patrimonio.

Pero no fue lo único que consiguió Anson: también potenció las corridas de toros de la prensa al frente de la APM.

Los últimos años, la APM ha seguido arrastrando los problemas económicos derivados de la operación urbanística de finales de los ochenta, y también ha visto cómo algunos privilegios gremiales se han ido recortando.

Seguro médico

Uno de los principales incentivos de la APM era su seguro médico. Los asociados disfrutaban de un seguro médico privado, además del sistema público de salud. A mediados de los 2000, el Gobierno regional de Madrid obligó a que los asociados eligieran entre los dos: el privado o el público, pero seguía facilitando una subvención para el servicio privado de la APM.

A finales de 2015, PSOE, Podemos y Ciudadanos aprobaron una enmienda en la Asamblea regional en la que obligaban a Cristina Cifuentes a cambiar el destino de los 8,6 millones de euros presupuestados para subvencionar el seguro médico privado de los afiliados a la Asociación de la Prensa de Madrid, ya presidida por Victoria Prego. ¿Y a dónde se iban a dedicar esos 8,6 millones de euros? A un plan bucodental para madrileños sin recursos. 

Los 12.000 beneficiarios de la APM –periodistas y sus familias– eran el único colectivo profesional que disponía de un servicio médico privado subvencionado por la Comunidad de Madrid, en función de un convenio que arrancó en 1991 y cuyo último periodo de vigencia abarcaba desde 2013 hasta el 31 de diciembre de 2016. 

De acuerdo con los datos de la APM publicados por El Confidencial, a pesar de los 8,6 millones de subvención, la asociación desembolsó en el último ejercicio 450.000 euros más. La cuota de la APM son 66 euros al trimestre, al que hay que añadir 20 euros al trimestre optativos por el servicio médico. En el  convenio, que vencía a finales de 2016, recogía que los 8,6 millones son “para contribuir al sostenimiento de los gastos de esta entidad por la gestión de la asistencia sanitaria prestada a asociados y familiares residentes en la Comunidad de Madrid”. 

De acuerdo con la APM, “el Servicio Médico, que es sustitutorio del servicio público de salud, a través de sus centros concertados (Fundación Jimenez Diaz, Grupo Madrid y Quirón, entre otros) atiende a más de 12.000 beneficiarios, de los cuales unos 5.400 son asociados y el resto, familiares de asociados y empleados. Este servicio es de libre opción entre los miembros de la APM y han optado por él aproximadamente un 70% de los mismos”.

Señalamientos selectivos

Este lunes la APM ha difundido un comunicado contra “el acoso de Podemos a periodistas”, sin exponer las pruebas de dicho acoso. Y a pesar de que las encuestas e informes de la propia APM sitúan en los poderes políticos, económicos y en los editores la fuente de las principales presiones a los periodistas, la APM ha decidido apuntar a Podemos, no a los banqueros, al Ibex-35 o a los gobiernos que, por medio de la publicidad, tienen la capacidad de dejar vivir o no un medio de comunicación.

Es más, desde que nació Podemos en enero de 2014, la APM ha lanzado tres comunicados contra este partido, y ninguno contra Telemadrid, por ejemplo, donde se han producido constantes denuncias por el sesgo favorable al PP de sus informativos en un medio público.

En los últimos tiempos, la APM sí ha “reprobado las decisiones de Juan Luis Cebrián” en lo relativo al anuncio de acciones penales contra eldiario.es, El Confidencial y La Sexta por los papeles de Panamá, así como por el cese de Ignacio Escolar, director de eldiario.es, como colaborador del programa Hoy por Hoy de la Cadena SER.

Ahora bien, no lanzó un comunicado cuando Mariano Rajoy, acechado por el caso Bárcenas, se escondió tras el plasma para retransmitir su discurso a la Junta Directiva Nacional del PP tras tres meses sin contestar a los periodistas en España y tampoco reaccionó con dureza ante las acusaciones del PP a los periodistas –“hienas”, llegaron a decir sus portavoces– tras el fallecimiento de Rita Barberá. 

La APM sí pidió que RTVE sea más independiente –sin criticar a quienes hacen posible que no lo sea–; ha solicitado a RTVE la retirada de un expediente contra un trabajador crítico con la dirección; y también ha amparado al periodista Javier Negre, de El Mundo, “por el acoso a través de las redes sociales”.

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