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Aznar exploró la posibilidad de abrir mercado en Libia a una empresa armamentística

José María Aznar se dedicó a los negocios internacionales tras su salida de La Moncloa. A los consejos de administración en los que se sienta, se suma la comisión que negoció con Abengoa por intercerder ante Muamar el Gadafi en Libia y sus intenciones de explorar el mercado en ese país y en Argelia para la empresa armamentística EINSA. El expresidente puso en marcha una “estructura” en Argelia y se movió en EEUU, según se desprende de los correos de Miguel Blesa, que actuó como intermediario entre el exdirigente conservador y la compañía.

El presidente de honor del PP pidió al consejero delegado de EINSA, Pedro Rodríguez Pla, información sobre sus negocios en los dos países del Magreb en octubre de 2008. “De acuerdo con tus deseos, adjunto te remito unos breves comentarios relativos a nuestros movimientos comerciales en Argelia y Libia”, le dijo en un email Rodríguez Pla, que también puso a su “disposición” al personal de la empresa para “visitar estos países, hacer las presentaciones que sean necesarias e incluso para invitar a ejecutivos, adecuadamente elegidos”, para visitar las instalaciones y probar los equipos.

La documentación que EINSA envió al expresidente demostraba que apenas tenía penetración en esos mercados. En Argelia sólo había conseguido comercializar instrumentos para el manejo de helicópteros de la Policía. “No hemos conseguido introducirnos en este país”, señalaba el informe sobre el caso de Libia. “No tenemos información precisa sobre la capacidad potencial de este país para nuestros equipos, aunque dado su aislamiento internacional durante tantos años y su riqueza, la suponemos muy elevada”, recogía el documento.

Aznar pidió “dos presentaciones adicionales, electrónicas y en papel”, según Rodríguez Pla le dijo a Blesa. El motivo del interés del expresidente era que iba a visitar los dos países una semana más tarde. Aznar fue el primer mandatario extranjero que visitó Libia tras el levantamiento de las sanciones de la ONU en 2003 y mantuvo su amistad con Muamar el Gadafi al abandonar el poder. El líder libio le visitó en Sevilla en 2007 y Aznar viajó un año después a ese país, donde visitó Sirte, el lugar de nacimiento de Gadafi.

“Creemos verlo muy ilusionado”, añadió el consejero delegado de la compañía, que informaba puntualmente al presidente de Caja Madrid de la marcha de sus negocios. Blesa actuó, además, como intermediario en el contrato que Aznar negoció con la compañía, según reveló Infolibre en noviembre de 2013.

Tan sólo dos meses después de pedir a EINSA información sobre los países del Magreb, Aznar llevó buenas noticias a la empresa. “Hablé ayer con el presidente y me confirmó que empieza a tener estructura”, le dijo Rodríguez Pla a su amigo Blesa. “Me confirmó que ya está en marcha en Argelia”, añadió. En ese negocio estaba involucrado su yerno, Alejandro Agag. El marido de Ana Aznar Botella tiene orígenes argelinos.

Su primer colaborador, un Agag

“Su primer colaborador va a ser el hermano de su yerno Carlos Agag, a quien tuvimos ocasión de conocer en visita a nuestra factoría la pasada semana y nos pareció, tanto a Carlos (Contreras) como a mí, un joven muy bien relacionado, informado inteligente y capaz”, expresó en ese correo al que eldiario.es tuvo acceso gracias a una fuente anónima derivada del Partido X. “Lo que acordemos con Agag es como si lo acordásemos con él”, explicó Rodríguez Pla que le había indicado Aznar.

En ese mismo email, Rodríguez Pla aseguraba también que Aznar le dijo “también, por propia iniciativa, que se pone en marcha en Estados Unidos”. La relación del expresidente con EINSA se remonta al menos al año 2006, cuando el consejero delegado le hizo llegar, precisamente, información sobre sus intenciones de establecerse en el país norteamericano y, en concreto, de llegar a un acuerdo comercial con la Lockheed Martin (LM) para la comercialización de materiales para un caza de última generación (el avión de combate F-35).

La “nota” que Rodríguez Pla envió a Aznar y también a su amigo Blesa incluía un apartado de “necesidades de EINSA”. “Conseguir socio americano ya establecido en el sector de defensa y que tenga interés en ser el prime contractor (sic) de la operación” era el primer requisito de la compañía. “Conseguir socios americanos bien establecidos en el sector aeronáutico militar que tengan interés en la creación de una compañía en USA compartida con EINSA, para atender a este negocio, dándole su apoyo político”, era su segunda necesidad.

Un par de meses después de recibir esa información, Aznar remitió una “información confidencial” a Blesa procedente de Rafael Bardají, miembro del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES) –un think tank vinculado a la derecha española–, director de estudios de política internacional de FAES y exasesor del Ministerio de Defensa en los Gobiernos del PP. Esa información era una “nota sobre negociaciones de EINSA” en la que Bardají daba cuenta de dos reuniones mantenidas con el grupo Cohen.

Bardají informó de un “principio de acuerdo” para aliarse con el objetivo de ofrecer los servicios a LM. “En relación a nosotros –continuaba– teóricamente EINSA está en manos de Cohen, pero yo les veo incapaces primero de evaluar su el (sic) plan de acción se ajusta a sus necesidades y a la realidad del programa: y segundo, incapaces de hacer un segimiento de su ejecución y cumplimiento”.

“Tal vez ahí podamos jugar algún papel en esta primera fase. En todo caso, nuestra participación y futura relación nunca ha acabado de discutirse. Lo que EINSA ha hecho hasta el momento ha sido cubrir mis gastos de viaje mediante reembolso de los mismos, pero nada más”, admitía Bardají. “Convendría que MB (en relación a Miguel Blesa) hablara con ellos para ver qué piensan y qué podemos hacer. Yo estoy convencido de que podemos ayudarles y complementar el plan de los de Cohen, pero hay que valorarlo”, concluía el correo “superurgentísimo” que la secretaria de Aznar hizo llegar al presidente de la caja de ahorros.