La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Baltasar Garzón: “La verdadera crisis es de valores y de déficit democrático”

Entrevistamos a Baltasar Garzón (Jaén, 1955) en Colombia, aprovechando un hueco en sus innumerables viajes por Suramérica. Más canoso, habla seguro, sopesando las palabras con precisión. Con un par de preguntas se relaja y adopta un actitud mas campechana pero sin perder un discurso riguroso y vasto. Le encanta hablar, y aunque niega su vuelta al Parlamento, no puede evitarlo: es un animal político.

Tras su destitución de la Audiencia Nacional, su actividad ha sido frenética: se ocupa de la defensa de Julian Assange mientras trabaja en la reforma judicial de Ecuador, colabora en el centro de los derechos humanos de la Unesco en Argentina y, al mismo tiempo, lucha contra la corrupción en México. Baltasar Garzón, uno de los mayores defensores de los Derechos Humanos y la Jurisdicción Universal, muestra el lado más humano de sus preocupaciones, nos habla de la crisis, opina sobre religión y política y confiesa que solo echa de menos el deporte.

¿Quién sería, en su opinión, el máximo responsable de esta crisis?

La insensibilidad de los políticos hacia medidas sociales y verdaderamente humanistas. Nos hemos dejado guiar por el poder de las corporaciones financieras. Todo han sido números y poca sensibilidad. Sobre todo la soberbia de quienes han pensado que con ese modelo podían superar a todos los demás. Quienes generaron la crisis pretenden solucionarla dándonos recetas de más de lo mismo, cuando hay muchos sectores de la sociedad que están demandando y ofreciendo medidas alternativas. El gran fracaso que podemos sufrir es que de esta crisis no extraigamos ninguna enseñanza. Debemos humanizar los temas económicos, de lo contrario vamos a ir siempre a peor. La verdadera crisis es de valores y de déficit democrático. A veces tengo la sensación de estar en un laboratorio donde se está ensayando o de encontrarme como antiguamente en las misas, cuando éstas se hacían de espaldas a los fieles.

¿Qué condiciones tendrían que darse para que usted volviese a la política?

Es una pregunta recurrente últimamente, sobre todo desde que aparecí en la presentación del libro de Gaspar Llamazares, con quien me une una gran amistad. Opino que la acción política se puede y se debe hacer desde cualquier punto. La buena política, pero no la acción partidaria. El juez hace política en el momento en el que resuelve una situación que afecta a la vida pública, pero eso no es un acción partidaria; y para el ciudadano normal es lo mismo. Yo lo que he dicho es que no está en mis prioridades volver a la acción política parlamentaria, pero sí que me gusta hacer política y emitir opiniones políticas en las materias que conozco. Evidentemente, en las finanzas no sé demasiado, pero sí sé que sería una buena opción que en Italia no fuera ministro de Finanzas el señor Berlusconi, que parece ser que es lo que pretende ahora. En definitiva, me gusta la política y voy a seguir hablando de política.

¿Cómo se ve a sí mismo en un futuro? ¿Juez, abogado, activista político?

Me imagino en la misma línea en la que siempre he estado. Procuro hacer compatible la coherencia y las convicciones con lo que hago. Evidentemente, yo no me voy a radicar nunca en la derecha política ni mis planteamientos jurídicos o sociales van a ser conservadores. Seguiré defendiendo la justicia universal, mantendré una lucha contra la corrupción de forma frontal; esas van a ser mis normas en el ejercicio de mi profesión, como de hecho ya estoy haciendo. En mi profesión intento aplicar los mismos principios que han guiado mi vida. En el futuro me veo peleando.

Usted ha declarado que “es imposible que un juez sea amorfo o sin ideología”. ¿Qué diferencia interpretativa de las leyes hay entre un juez de derechas y uno de izquierdas?

Creo que evidentemente no tenemos una mente en blanco sin ideología, además quien diga eso está mintiendo y ya está haciendo ideología. Lo que sí que ocurre es que hay una gran diferencia a la hora de interpretar la ley en un sentido progresista, avanzado y protector o en un sentido restrictivo y excesivamente formal. Yo siempre he oído hablar de formalismo cuando éste entorpece la acción material de la justicia. Entiendo que una visión progresista o de izquierdas va mucho más dirigida hacia el interés social, al apoyo de las víctimas y a las clases más desfavorecidas, sin que eso quiera decir que se va en contra de las otras. Se trata de procurar equilibrar las diferencias en la interpretación de la ley. Si en una investigación contra crímenes de lesa humanidad se puede elegir entre una interpretación donde la formalidad te impide la investigación o entre aquella donde una interpretación amplia te permite defender a las víctimas, yo elijo la segunda.

Cuando un juez se pasa a la política, ¿piensa que tras ese periodo pueda volver a la actividad como juez?

Yo creo que sí, que se puede volver a la magistratura, porque si no se tiene una visión del servicio público muy corta. Para mí el juez es un servidor público principalmente, se le debe exigir independencia, imparcialidad y lealtad a las leyes durante el tiempo que es juez. Lo que no puede es simultanear las dos acciones, que por la mañana ejerza de juez y que por la tarde vaya a dar un mitin político, eso no es posible. Cuando vuelva a la acción judicial, se pueden establecer límites de tiempo o de competencias. Pero dentro de este concepto integral de servicio público, tan digno es ejercer como juez o como político, siempre que no se interfieran.

¿Cree que la libertad de prensa está en riesgo en España?

La libertad de prensa siempre está en riesgo en cualquier lugar. En el momento en el que un periodista toca determinadas esferas de poder o determinados intereses o corporaciones, pone en riesgo su propia carrera. Según la gravedad de su investigación, puede poner también en riesgo su propia vida. La libertad de prensa se puede ver comprometida cuando el interés económico de la empresa prima sobre la información y sobre los propios periodistas. Se debe liberalizar este sector evitando la concentración de poder, lo cual no quiere decir que el periodista sea un ciudadano superior, también debe de responder como cualquier otro. Hay otros mecanismos para corregir la información antes que limitarla.

¿Los jueces utilizan las pruebas que aporta el periodismo de investigación?

Investigar y publicar es lo que debe hacer un medio de comunicación. En una sociedad de la información, los jueces también tenemos que aplicar y utilizar las investigaciones que los medios aportan. Hay que conseguir que las garantías se respeten, pero no podemos caer en al trampa de utilizar los medios para lo que nos interesa. Pese a que yo he tenido mis buenas polémicas con los medios de comunicación, e incluso decidí cerrar el diario Egin por su vinculación con ETA, pienso que los jueces deben colaborar con los medios.

¿Son reconciliables las dos Españas?

Yo creo que sí son reconciliables, pero falta un elemento fundamental: reconocer que todavía no se ha superado el conflicto de la Guerra Civil. Cada vez que se habla del franquismo o de la Guerra Civil, tanto de un lado como de otro, surgen detractores que dicen “esto es un tema superado, ya tuvimos la Transición”. Algunos progresistas no quieren ni oír hablar de estos temas, porque parece que significa tocar la Transición. Por un lado, la Transición no fue el Sancta Sanctórum, y por otro lado, hubo temas que ni siquiera se trataron, ni se solucionaron ni se abordaron, como fue el de los crímenes franquistas. Si estuviera superado, cuando se inició la investigación por los crímenes del franquismo, no se habrían despertado todas las alarmas más reaccionarias en contra del juez, que lo único que hacía era cumplir con la legalidad con una interpretación defendible. ¿Cómo se puede decir que el conflicto está superado? En mi último viaje a Madrid, estaba paseando por la calle Príncipe de Vergara y vi que todavía hay una transversal que se llama Pasaje del General Mola. ¿Cómo puede ser que todavía generales franquistas tengan calles en Madrid? Para mí es algo inasumible. ¿O que haya todavía municipios con calles o avenidas del Generalísimo? Es una somatización, una aceptación de la propia dictadura que es muy difícil de eliminar. Por eso desde la Fundación y desde el movimiento de la Memoria Histórica, estamos proponiendo la creación de una comisión de la memoria donde, de una vez por todas, se pueda exponer lo que sucedió y llegar a un cierre.

¿Considera que ha sufrido una injusticia con el cese de su actividad como juez?

La sentencia que me condenó es una sentencia injusta, que estaba prácticamente escrita. Una vez iniciados los procesos, era clara la vocación de sacarme de la carrera judicial por razones muy complejas, pero también muy evidentes: ha sido una decisión política. Yo asumo esa situación. En el lugar donde me encontraba (Audiencia Nacional) y con toda mi trayectoria, yo comprendo que era un choque entre quien defiende la independencia judicial e investiga todo lo que debe ser investigado procurando las máximas garantías, y entre aquellos que se enfrentaran. De forma transitoria, ganaron unos, pero yo no me siento derrotado, continuo trabajando y es un tema pasado, aunque voy a seguir defendiendo mis derechos ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Ahora que está inhabilitado se ocupa del caso Assange. ¿Usted no se cansa? ¿Cuál es el motor de su lucha?

Un motor siempre tiene que existir. En mi caso es el de las convicciones: estar convencido y divertirme con lo que hago. Cuando salí de la Audiencia Nacional, en vez de quedarme llorando por las esquinas, decidí que había que hacer más cosas. Tuve la oportunidad de irme a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional y fue una experiencia impresionante, porque de alguna forma fue una continuación y una culminación de lo que había estado haciendo, pero en un ámbito mucho más amplio. Después, simultaneando toda la problemática de los juicios, me vine a Colombia para asesorar y desarrollar técnicas de investigación macrocriminal para bandas paramilitares y guerrilla. En México trabajo contra la corrupción, en Ecuador como supervisor y en Argentina vamos a trabajar en el centro de derechos humanos de la Unesco. Para mí era necesario continuar con lo que llevo haciendo desde hace muchos años.

¿Cuál es la situación actual de Julian Assange? ¿Cómo se encuentra?

Julian Assange es una persona que tiene una fuerza vital y mental impresionante, pese a su aspecto más bien frágil. Estamos absolutamente convencidos de que su situación es totalmente injusta. Creo que lo que hizo él y Wikileaks ha sido un aporte muy importante para el mundo entero. Han descubierto que las relaciones de poder van más allá de lo que deberían ser en una verdadera relación diplomática y que se utilizaban para cualquier otra cosa más que para esto. Assange se está viendo sometido a una injusticia muy grande, porque el procedimiento contra él en EE UU, que ya es un hecho, es de una gravedad muy alta. Lo único que ha hecho Assange es defender la libertad de expresión y distribuir información, no hay razón para esta persecución. A mí me preocupa que se prolongue la situación de Assange porque aunque la acogida en la embajada de Ecuador es buena, el espacio vital es mínimo. Esta prolongación puede convertirse en muy perjudicial para él.

¿Suecia se ha comprometido a no entregar a Assange?

Que nosotros sepamos, Suecia no se ha comprometido a no entregarlo. Y si lo ha hecho, sería muy bueno que lo hiciera saber públicamente, pero lo que tengo entendido es lo contrario. Suecia en los últimos años se ha mostrado claramente favorable a las extradiciones y ha dado apoyo a EE UU en algunos casos de dudosa aplicación de los derechos humanos. Por tanto, hay precedentes para no estar tranquilos.

¿También se sopesa apelar a la ONU?

Aquí es Ecuador el que tiene que hacerlo, pero obviamente existe la posibilidad de acudir a los relatores de la ONU para que tomen conocimiento formal de la situación de Assange, porque su situación, en un momento determinado, podría llegar a incluirse dentro de la convención de tortura y malos tratos. En el momento en que Assange obtiene asilo político, es titular de un derecho fundamental, al margen de la problemática diplomática entre Estados y al margen de la reclamación de Suecia. No entramos en el análisis de por qué Ecuador ha dado el asilo, habrá tenido sus razones, que son inapelables. Nosotros intentamos que Julian Assange responda a sus acusaciones que nada tienen que ver con su asilo y queremos evitar que se le entregue a un país donde no se le acusa de un delito, sino que se trataría más bien de una persecución política.

¿Existe la posibilidad de que Assange se presente como candidato al Senado australiano?

Sé de algunas noticias que han salido y me parecería muy bien. En todo caso, que lo haga no afectaría para nada a su situación procesal. Quien piense que es una jugada para conseguir inmunidad diplomática se equivoca. Si el pueblo le da el mandato no va a conseguir nada más que un puesto en el Senado, pero eso no va a influir en su situación jurídica.

¿Qué relación mantiene con Julian Assange? ¿Es meramente profesional o se ha desarrollado una amistad?

Cuando acudió a mí solo lo conocía por los medios de comunicación. Tras hablar con él solo puse dos condiciones que se han cumplido: una, actuar con total independencia; dos, que mis servicios no fueran retribuidos porque la situación que está sufriendo creo que es totalmente injusta. Y, a partir de ahí, comenzó mi trabajo. Desde entonces se ha producido una relación de acercamiento, de comprensión de su situación personal y anímica. También he conocido a su madre, que es una persona muy vigorosa. Julian Assange es una persona de firmes convicciones que en un momento determinado ha sufrido una campaña de desprestigio muy potente. De alguna forma todo esto ha hecho que me interese por el asunto, además de que estamos hablando de alguien muy inteligente, muy firme, y eso también lo convierte en una persona muy interesante.

Usted ha declarado que para la lucha global contra el crimen “Europa debe abandonar sus ansias soberanistas”. Actualmente estamos acudiendo a un auge de los independentismos, como en Cataluña. Escocia y el norte de Italia. ¿Son fuerzas contrapuestas?

Son esfera diferentes. La configuración territorial y soberana de un Estado no es inalterable, porque bastaría con mirar a la historia para ver que las cosas cambian, a veces muy rápido. A mí no me preocupa que haya propuestas o peticiones independentistas siempre que se acomoden a la legalidad y que se haga uso del derecho de autodeterminación de los pueblos. Hay pueblos como el kurdo o el saharaui con los que la ONU ni sabe cómo desarrollar ese tema. Pero creo que se invierte demasiado tiempo en hablar de ello, son veleidades. Los derechos de autodeterminación van por un cauce determinado, lo importante es que la lucha contra el crimen debe ser global. Eso no quiere decir que localmente no vaya a hacerse anda, sino que se tiene que hacer con una visión global, tal y como se comportan las organizaciones criminales, que solo tienen en cuenta las fronteras para aprovecharse de ellas. Si no somos capaces de hacerle frente por encima de las fronteras siempre vamos a estar en desventaja.

Berlusconi ha estado condenado a 4 años de prisión por fraude fiscal, ¿eso significa que su investigación en España ha dado sus frutos?

Los elementos y las personas que se implicaron en las investigaciones en España han permitido procesar a personas en Italia, pese a que el tribunal español impidió el envío de esa documentación a Italia dado que Berlusconi gozaba de inmunidad. En una investigación penal lo que los fiscales hacen es afrontar los elementos acusatorios, luego es el tribunal el que valora. En este caso hubo condena, si después hubo una revocación eso son incidencias; lo que si se demostró es que había indicios, pruebas y hubo una condena. Eso debería servir para reflexionar sobre un sistema que permite que esas personas puedan tener actualmente una actividad política.

Berlusconi fue ayudado por el Gobierno de Felipe Gonzalez a través de Craxi, y después también por el de Aznar, para llevar a cabo sus actividades empresariales en España. ¿Cómo es posible esa transversalidad de un Gobierno a otro?

Supongo que a España, al principio, le interesó realizar esos acuerdos económicos más allá de la naturaleza ideológica del personaje. Después, acomodado en la ideología del partido conservador del PP, se mantuvo. De hecho, las leyes en el Gobierno de Aznar se modificaron y se reacomodaron más para posibilitar inversiones de este tipo, pero no alcanzo a saber a niveles más profundos cómo se llevo a cabo. Lo curioso para mí es cómo es posible que siga en política con toda la cantidad de negocios que tiene en Italia. Ese es el problema más grande, que siga en la vida política con el control de grandes esferas de poder económico y con toda la influencia que tiene en el país.

Su actividad profesional, ¿ha eliminado su vida privada?

Me queda muy poco tiempo para el ocio, vivo más en los aviones que en tierra, estoy a salto entre un país y otro: Chile, Argentina, luego vuelvo a Colombia, después a Ecuador y EE UU, todo ello en un mes.

¿Su esposa le acompaña?

La familia está en España. El ocio de todas formas se puede emplear simultáneamente. Me gusta mucho la música clásica, procuro siempre tener dos textos, uno de actualidad y otro que me lleve a varios siglos atrás. Ahora estoy leyendo un libro sobre la crisis en España y otro sobre León el Africano. Tengo tiempo para el ocio y no para el deporte, que es lo que antes me gustaba más.