Los barones del PP dan crédito a Feijóo para que intente tumbar a Sánchez en una legislatura corta

Aitor Riveiro

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Un Gobierno de coalición débil, presidido por un Pedro Sánchez incapaz de mantener una mayoría parlamentaria que caiga “más pronto que tarde” y conseguir así una nueva cita electoral. Es la estrategia de Alberto Núñez Feijóo tras su fracasada investidura. Muy similar a la que puso en marcha Pablo Casado en 2020, cuando el entonces líder del PP también anticipó un inminente derrumbe de la alianza progresista que invistió a Sánchez. Los barones autonómicos, que atesoran todo el poder del partido, se han parapetado en bloque tras su líder mientras se dedican a gobernar sus territorios. La conjetura, la esperanza, es un Gobierno que dure máximo dos años. 

Ese plazo de dos años se ha establecido como la frontera entre lo que marca un Gobierno “corto” y otro “largo”. Así lo han explicitado a elDiario.es diferentes barones autonómicos del PP con mando en plaza en las últimas semanas. En ese periodo, hasta finales de 2025, España afrontará seguro elecciones europeas, gallegas, vascas y catalanas. Si tras ese carrusel electoral Sánchez ha logrado aprobar uno o dos presupuestos y sigue en la Moncloa con una mayoría más o menos amplia y estable en el Congreso, tocará repensar la estrategia, admiten los dirigentes populares.

El Congreso certificó este viernes la derrota de Feijóo, quien permitió que sus representantes en la Mesa pelearan durante media hora un irrelevante voto erróneo de un diputado de Junts. La presidenta de la Cámara Baja, Francina Armengol, optó por anularlo, con el beneplácito de los letrados.

El debate de esta semana ha constatado la imposibilidad del PP para ampliar el marco de los acuerdos parlamentarios, más allá de la extrema derecha y los habituales aliados regionales o partidos bisagra. De hecho, Feijóo solemnizó la alianza con Vox, a quien incluyó desde la tribuna del Congreso en la “alternativa” a Pedro Sánchez. También rompió los puentes con el PNV, partido con el que ha protagonizado un duro rifirrafe tras recibir su ‘no’ en público y en privado.

Los líderes regionales del PP, que gobiernan en 12 comunidades, son quienes concentran ahora mismo todo el poder del partido, y han cerrado filas con la persona a la que hace año y medio encomendaron una misión que no ha terminado de cumplir tras el derrocamiento de Pablo Casado. Nadie se mueve. Todas las declaraciones, públicas y privadas, apuntan en la misma dirección.

Una investidura (fallida) para unirlos a todos

Muchos barruntan, en Génova y en los centros de poder regional, una legislatura corta. Ahí Feijóo tendría una nueva oportunidad. El líder del PP ha utilizado para consolidar un liderazgo que asumió hace 18 meses el mandato constitucional que recibió del jefe del Estado para obtener la confianza del Congreso y ser designado presidente del Gobierno.

Algo que era imposible antes incluso de la decisión de Felipe VI. Por eso la dirección de Feijóo no concibió la estrategia de la investidura como un proceso que concluyera con el líder en el Palacio de la Moncloa, sino en términos exclusivamente partidistas.

El primer objetivo era “retratar” a Pedro Sánchez y su supuesto entreguismo a los independentistas, con quienes el PSOE negocia una amnistía.

Así lo han reconocido estos días desde el equipo más cercano a Feijóo. “Hemos conseguido exactamente lo que queríamos, retratarlos”, afirmó en el patio del Congreso una de las personas que acompaña al gallego desde hace lustros.

“Y sin Sánchez, más aún”, añadió inmediatamente por el, para muchos, inesperado silencio del secretario general del PSOE, quien delegó en un duro y estridente Óscar Puente. Pese a que algunos estrategas del líder del PP reconocen que el presidente en funciones les desarmó con su giro de guion, la reacción de la bancada de la derecha, puesta en pie gritando al unísono “¡cobarde, cobarde!” a Sánchez, les ayudó, y mucho, en su segundo objetivo: reafirmar el liderazgo de Feijóo.

“Después de este resultado, creo que hay pocas dudas”, respondió el propio líder del PP cuando una periodista de La Sexta le preguntó, tras perder la primera votación el pasado miércoles, si va a seguir al frente del partido. El resultado fue el previsto: 172 síes frente a 178 noes.

La coincidencia de las fuentes consultadas en este punto también es unánime. Más allá de dudas sobre aspectos concretos del discurso y del debate de investidura, incluso de cómo se afrontó la semana previa la cuestión del uso de las lenguas autonómicas oficiales, el respaldo para que Feijóo lidere la oposición a Pedro Sánchez es total.

La “alegría” en la “casa del pobre”

“Por fin alguien habla de los problemas de los españoles”. “Satisfecho”. “Por encima de las expectativas”. “Como Feijóo, ninguno en el PP”. “Me voy muy satisfecha”. “Esencial para el parlamentarismo”. “Que entiendan dónde estamos nosotros”. “Muy contentos”. “Capital político, para nosotros y para el Sistema”. 

Son todas frases pronunciada entre el martes y el miércoles por dirigentes, diputados y presidentes del PP en el Congreso. Ninguna fisura. Tampoco al hablar sobre el PSOE y, especialmente, sobre su líder, Pedro Sánchez: “No acepta un debate sobre la amnistía”. “No sabe qué decir”. “Te interpelan directamente y renuncias. ¿Por qué motivo? No tiene argumentos”. “Los silencios hablan”. “Error histórico”. 

También la fundación Faes, presidida por José María Aznar, sostiene en un análisis de urgencia tras el fiasco del líder del PP: “11 millones de votos encuentran en Alberto Núñez Feijóo una voz comprometida y razonable, consciente de su responsabilidad y dispuesto a asumirla plenamente”.

Solo una leve sombra se vislumbra sobre el liderazgo del gallego: un runrún por una posible abstención técnica para hacer presidente a Pedro Sánchez sin los independentistas. Una opción inverosímil, planteada por algún columnista y tertuliano. Y por Esperanza Aguirre. La expresidenta de Madrid, muy cercana a Aznar e Isabel Díaz Ayuso, lo verbalizó el mismo viernes en Telecinco antes de la votación en el Congreso esta opción.

Feijóo la rechazó de plano desde la tribuna. “No vamos a admitir el cinismo de que nos pidan a nosotros lo que ustedes se niegan a hacer ahora con el partido más votado de los españoles. Otro paso más del cinismo, ya no. Si es su voluntad seguir adelante en esta degradación moral y política, será su responsabilidad o irresponsabilidad. Pero solo la suya”, aseguró el candidato sobre esa posible abstención.

Pero el PSOE no se la ha pedido. Tampoco nadie de Sumar o de los otros partidos que podrían articular la mayoría de Sánchez. Ese “cinismo”, en palabras de Feijóo, de momento solo se le puede imputar a Aguirre.

En la dirección del PP están tranquilos porque no creen que haya una corriente de opinión fuerte que reclame esa abstención. Diferentes fuentes de la cúpula de Feijóo niegan que se haya debatido, siquiera planteado tal opción. También, que se haya recibido algún mensaje, directo o indirecto, desde centros de poder económico o similar. Ni siquiera de quienes, ajenos ya al día a día del partido, gustan de intentar marcar el paso a los nuevos dirigentes. Salvo Aguirre, quien hace unas semanas también dio pábulo a un cambio de líder para colocar al frente del PP a Isabel Díaz Ayuso.

A la expresidenta de Madrid le ha respondido en el Patio del Congreso el vicesecretario de Cultura, Borja Sémper. “No esperaba que Aguirre fuera tan inocente”, respondió con ironía a preguntas de este medio sobre la posibilidad planteada por la exdirigente del PP.

Pero no todo han sido buenas palabras tras estas 72 horas de parlamentarismo que infligieron la primera gran derrota política a Feijóo la misma semana que debutaba en el Congreso. Entre algunos veteranos se lanzan mensajes de advertencia que apenas se perciben entre tanta loa y ditirambo.

“La alegría no dura en la casa del pobre”, murmuró en el patio del Congreso un antiguo fontanero de los pasados gobiernos del PP. Alguien que sabe muy bien lo difícil que es llegar al Gobierno, pero lo improbable de que quien lo consiga no acabe haciendo lo imposible por mantenerse en el poder.

Tras el ‘hype’ de la investidura fallida de Feijóo, vendrá el turno de Sánchez. Todo puede pasar, pero el presidente en funciones ha dejado claro en diferentes declaraciones públicas su determinación para reeditar el Gobierno de coalición. Si llega y echa a andar, con Presupuestos Generales para 2024 y proyectos legislativos, mucho tendrá que sudar el PP para intentar desbancarlo de Moncloa antes de tiempo.

Para ello intentará utilizar el Senado, donde tiene mayoría absoluta, y el poder autonómico, verdadera oposición del PP a Sánchez. Y Feijóo no está en uno ni en otro. Permanecerá en un Congreso donde tres semanas al mes tendrá un breve ‘cara a cara’ con el presidente en las sesiones de control, con pocas opciones de interferir con políticas reales y un duro calendario electoral por delante que servirá para ver, por ejemplo, cuál ha sido el resultado de la estrategia con Euskadi y Catalunya, si el relevo en Galicia fructifica, y si los españoles vuelven a confiar de forma mayoritaria en el PP en las europeas. No solo Sánchez tiene tarea por delante.