Batalla campal en la derecha: PP, Ciudadanos y Vox rompen el pacto de no agresión de la campaña andaluza
PP, Ciudadanos y Vox han iniciado una auténtica batalla campal por lograr el apoyo del electorado más conservador en las generales del 28 de abril, lanzándose duros cruces de acusaciones y reproches. Los tres partidos luchan por la hegemonía de la derecha, fragmentada como nunca antes en esas tres fuerzas políticas, pero a la vez se necesitan, según todas las encuestas, para poder sumar y echar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
Atrás quedó la campaña de guante blanco que protagonizaron las formaciones que dirigen Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal antes de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre y que culminó en el pacto que permitió la designación del popular Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía, después de más de tres décadas de hegemonía socialista.
En plena precampaña de las generales, las descalificaciones e incluso los insultos entre PP, Ciudadanos y Vox han sido constantes a lo largo de la última semana, pese a que los tres partidos son conscientes de que tendrán que volver a sentarse a negociar acuerdos para desbancar a Pedro Sánchez de la presidencia si suman tras el 28A.
Albert Rivera y Pablo Casado hablan incluso ya de un futuro gobierno de coalición. Esta propuesta para la formación de un Ejecutivo conjunto que lanzó el martes el líder de Ciudadanos –justo cuando aparecían nuevas encuestas desfavorables para los intereses de las derechas, que ni siquiera podrían llegar a la Moncloa con un acuerdo a tres– y que el presidente del PP se apresuró a aceptar asegurando que le parecía “muy bien”, provocaba, en cambio, una nueva gresca entre los dos partidos que pelean por cada voto de cara a las generales.
Dardos envenenados
Se trataba en realidad de un dardo envenenado, porque en el partido de Rivera dieron por hecho que ese pacto de Gobierno debía liderarlo “un partido moderno”, es decir, el suyo y no el PP. Esto hizo que el miércoles ambos partidos se enzarzaran en una escalada de reproches sobre el supuesto compromiso de cada uno de ellos con el centroderecha.
En el PP molestó que la propuesta de Rivera llegara apenas 24 horas más tarde de que se cerrara el plazo para presentar las candidaturas para las generales, después de que Casado hubiese insistido una y otra vez en pedir a Ciudadanos que se integrara en sus listas en el Senado para poder mantener la mayoría absoluta en esa Cámara, fundamental para aplicar, por ejemplo, el 155 en Catalunya que es una de sus promesas electorales.
El líder de los populares también había reclamado a los de Rivera que no se presentaran en provincias pequeñas donde la división de la derecha puede favorecer al resto de partidos. El PP da ya por perdidas una veintena de circunscripciones por culpa de esa fragmentación.
“Entiendo que haya formaciones políticas que no quieran compartir listas con el PP en el Senado y no quieran retirar sus candidaturas en el Congreso. Pero que no digan lo contrario cuando ya se han cerrado las candidaturas, porque a lo mejor el elector lo que puede pensar es que no están diciendo toda la verdad”, defendía Casado el miércoles en un acto en Melilla, dando a entender que Rivera y los suyos no son de fiar por haber asegurado en 2015 y 2016 que no pactarían ni con el PSOE ni con el PP, si bien finalmente llegaron a acuerdos con ambos partidos.
Los puestos para Rivera
Casado llegó a relatar todas las bondades del Ejecutivo de coalición planteado por Rivera e incluso reveló el lugar que reservaría a Rivera en ese Gobierno hipotético que, según todas las encuestas, necesitaría del apoyo de Vox. “Albert Rivera sería un excelente ministro de Exteriores”, dijo.
“No es el momento de ir de sobrados” ni de hacer “bromitas” con el futuro de España, respondía de inmediato el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, a la propuesta de Casado. “España vive un momento serio, los españoles son conscientes de ello y no podemos estar con ese tipo de declaraciones que lo que hacen es quitarle gravedad y parece que nos estemos tomando a risa la situación del país”, afirmó.
El número tres de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, señaló por su parte que “Casado cree que las coaliciones de gobierno no son adecuadas”. “A nosotros nos parece que sí lo son cuando se tratan de emergencia nacional”, remató.
La batalla prosiguió el jueves, cuando Casado rechazó “lecciones” sobre regeneración por parte de Ciudadanos y aseguró que la referencia sobre que Rivera sería un “excelente ministro de Exteriores” fue “un comentario que no era ningún recado”. “Mi relación con Rivera es buena, los pactos han sido positivos y tengo el máximo respeto a Ciudadanos”, apuntó antes de elevar su apuesta y decir que Rivera sería “mucho mejor vicepresidente que Carmen Calvo”.
“Menos abogados y más toreros”
El contraataque por parte de Ciudadanos llegó de su responsable económico, Luis Garicano, que se burló del PP por la configuración de sus listas electorales –en las que Casado ha incluido personajes mediáticos como tertulianos o toreros– y del nuevo desliz sobre el aborto que protagonizó esta vez el número dos de la candidatura por Madrid, Adolfo Suárez Illana, que aseguró que los neandertales también practicaban abortos: “Esperaban a que naciera y le cortaban la cabeza”, aseguró, aunque luego debió retractarse.
“El nuevo PP: menos abogados del Estado, más toreros, las bajadas de impuestos se pagan solas, Cupo para todos, neandertal en el aborto...”, escribió Garicano en un mensaje en Twitter, donde indicó que este Partido Popular “casi hace echar de menos al viejo PP”.
Los ataques más duros contra los de Casado llegaron en los últimos días por parte de los líderes de Vox, la formación de extrema derecha que, según las encuestas, no deja de robar votos al PP.
A las repetitivas acusaciones de “derechita cobarde” que el líder del partido, Santiago Abascal, lanza contra los populares prácticamente en todas sus intervenciones públicas, se sumó la presidenta de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, que este jueves en una entrevista en Telecinco afirmó que el PP “se deja, igual que la droga”. “Muchos abandonamos el voto al PP cuando abandona sus ideas y se convierte en un partido cobarde, cansados de que nadie defienda nuestras ideas y nos estafe”, añadía.
La “mirada” de Aznar
Casado tuvo entonces que echar mano de uno de sus padrinos políticos, el expresidente del Gobierno José María Aznar, para que respondiera a los insultos de Vox. En una declaración que, según fuentes de la dirección del PP, estaba coordinada con Génova, Aznar sacó a relucir su faceta más retadora. “A mí mirándome a la cara nadie me habla de una derechita cobarde porque no me aguantan la mirada. A mí no me la aguanta”, señaló visiblemente enfadado, tras pedir que se una el voto de centro derecha en el PP. El expresidente ha vuelto a acercarse al partido tras el ascenso de su delfín tras haber coqueteado con Rivera a raíz de su distanciamiento del PP de Rajoy.
Los dirigentes de Vox contestaron con sorna al exmandatario. “La derechita cobarde, que ha preservado el nefasto legado de Zapatero, quiere ahora como ministro de Exteriores a un señor que no cree en la soberanía de España y quiere disolverla en una federación internacional”, apuntó Abascal en un tuit.
Monasterio, por su parte, consideró que con sus palabras Aznar estaba tratando de defender a Casado. En otro tuit, la dirigente de extrema derecha madrileña ironizaba: “Qué forma más absurda de debilitar a su propio candidato!... trata a Casado como a un hijo que necesita protección...”.
La presión de la derecha más radical llegaba a hacer mella en Casado, que en un nuevo giro en su estrategia de endurecimiento del discurso acusaba este viernes con datos falsos a PSOE y Unidas Podemos de “apostar por la independencia de Catalunya”. “Hay que evitar que en los próximos cuatro años avance en ese plan”, señalaba el líder del PP, pidiendo de nuevo el voto útil para su partido y suplicando a los electores que no apoyen a Ciudadanos o Vox, con los que está en guerra.