La propuesta del candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, Antonio Miguel Carmona, de realizar batallas navales en los lagos de la Casa de Campo y del Retiro, como en su día hicieron los grandes emperadores romanos, sorprendió a propios extraños pero, pese a lo inusual, no es algo descabellado.
“Tiene un enorme sentido, es algo sensato”, confirma al respecto el Catedrático de Historia del Arte Antiguo en la Universidad Complutense, Miguel Ángel Elvira Barba, a Efe.
Para empezar hay que tener las cosas claras sobre la naumaquia, un término que hasta hace un par de semanas sonaba más a enfermedad del aparato respiratorio que a representación naval y que tiene dos acepciones, según explica el profesor.
“Se conoce como naumaquia tanto a la batalla naval como al estanque donde se representa”, matiza Elvira, quien retrocede hasta la época del Imperio Romano para ahondar sobre su origen.
El académico sostiene que la primera naumaquia -entendida como estanque- la mandó construir “el emperador Augusto”.
“Hizo un estanque cuadrangular y allí representó la batalla de Accio contra César Augusto”, relata el profesor, quien detalla que a partir de ahí cada emperador romano ordenó elaborar una naumaquia para representar diversas batallas navales.
La fiebre por este tipo de teatro, muy espectacular y aclamado en la época romana, llegó a tal punto que hasta el Coliseo de Roma cambió la arena de su coso por líquido elemento, así como los gladiadores por barcos.
Carmona apostó con esta propuesta por “llenar de cultura las aguas” madrileñas, que acogerían estas particulares batallas navales a escala que suenan tan lejanas en el tiempo y que, según apostilló el propio equipo del candidato en un comunicado de prensa, tanto gustaron aquí a Felipe IV.
El candidato socialista, como Felipe IV, propuso el lago del Retiro como uno de los escenarios para las representaciones y Elvira revela que justamente ese fue el cometido principal por el que se construyó la instalación que hoy pueblan numerosas barquitas a remo que hacen las delicias de los enamorados.
Concretamente en el Retiro se representó la naumaquia de la Batalla de Lepanto, como explica Elvira, quien supone que para ello se tuvieron que construir “embarcaciones en miniatura”.
“El estanque del Retiro se hizo para eso, pero nadie lo destruyó, se siguió manteniendo”, confirma el profesor, quien advierte que la mayoría de naumaquias romanas se terminaban destruyendo con el paso del tiempo, una vez que pasaban las representaciones.
“Lo normal era destruirla o dejar que se estropease, en lo que debía tardar poco, porque cada emperador hacía una”, comenta Elvira, quien recuerda que durante su infancia ya presenció una representación teatral, aunque de otro tipo en el lago del Retiro.
Se trató de la Opereta de los Cuentos de Hoffman para la que, como rememora el doctor, “incluso se construyeron canales, puesto que la obra estaba inspirada en Venecia”.
No en Venecia, sino en Valencia, se hizo la última naumaquia en España, allá por el año 1775.
De eso hace exactamente 250 años, pero para volver a verlas en Madrid se tendrán que cumplir varias condiciones.
La primera es obvia, que Carmona salga elegido alcalde una vez que finalice la jornada electoral del próximo 24 de mayo; la segunda, logística, construir gradas alrededor de ambos estanques.
A partir de ahí, el socialista únicamente tendría que pensar en conseguir un espectáculo entretenido y sobre todo lucido que recuerde a los de los grandes emperadores romanos de los que cogió la idea.
En cambio, si el presupuesto falla y hay que hacer una cosita más humilde, una solución la aporta el Catedrático de Historia del Arte Antiguo de la Complutense.
“Siempre puede uno coger las barcas de remo, revestirlas con adornitos y hacer una batalla”, ironiza el profesor.
Enrique Delgado Sanz.