Blesa declara que el juez Silva dañó “el prestigio que tenía”
El expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa acusó este miércoles al juez Elpidio Silva de haberle dañado a él, a su familia, su vida profesional y su “prestigio, que lo tenía”. Blesa realizó esta afirmación durante su declaración como testigo en el juicio que se sigue contra Elpidio Silva por presuntamente prevaricar en la investigación que realizó al exbanquero en 2012 y 2013.
El interrogatorio a Blesa resultó igual de trabado que el resto del juicio, con constantes interrupciones de Silva, realizadas a pesar de ser su abogado el único facultado para intervenir. El acusado argumentaba que no tiene abogado, aunque Cándido Conde-Pumpido siguiera a su lado porque el tribunal no le permite ausentarse de la vista tras rechazar su renuncia.
“No lo hace bien, tiene el ánimo quebrantado”, dijo este miércoles Silva de su letrado. Aun así, en unas ocasiones intervenía Conde-Pumpido y en otras lo hacía Silva, para disgusto de su letrado unas veces, aunque en otras decía adherirse a lo que pedía. El enfrentamiento de ambos con el tribunal, dijo lamentar Conde-Pumpido, “ya es trending topic” y “lo están recogiendo las televisiones”.
El fiscal Manuel Moix preguntó a Blesa si la actuación de Silva le había causado algún perjuicio. “Ha hecho un gran daño en mi vida”, dijo el exbanquero. No pudo continuar porque la expresión causó indignación entre el público que seguía la vista, muchos de ellos afectados por las preferentes de Caja Madrid. Una mujer le recriminó en voz alta que dijera eso cuando el verdadero daño lo sufren los preferentistas. El juez identificó a quien creía había levantado la voz, ordenó su expulsión de la sala y multa de 100 euros, como había advertido que haría al comienzo de la mañana. Otro grupo de personas también fue desalojado de la sala.
Cuando se restableció el juicio, Silva continuó: “He sufrido mucho en la vida personal, profesional, familiar, el daño que ha hecho a mi familia, a mi prestigio, que lo tenía”. El exbanquero aludía a las resoluciones por las que Silva está siendo juzgado y también a las “entrevistas en televisión”. Estos ataques, según Blesa, alcanzaron el “paroxismo” cuando en una de esas entrevistas Silva le acusó de “tráfico de armas”.
Silva interrumpió en dos ocasiones esta parte del interrogatorio. “Que diga qué miembro de su familia ha sufrido daños”, dijo. Más adelante alzó la voz para acusar a Blesa de mentir y negar haber acusado al exbanquero de tráfico de armas. “Es mentira, será que él lo sabe, que a esto se dedica”, afirmó el juez en excedencia. Cuando el juez le volvió a recordar que no podía intervenir porque ha renunciado a defenderse a sí mismo, Silva dijo que no era abogado. “Soy acusado, juez y candidato a las elecciones europeas”, añadió.
“Ningún sentimiento”
El fiscal había preguntado a Blesa si siente animadversión por el acusado. Blesa dijo no tener “ningún sentimiento” hacía él. “Miente”, exclamó. “Ha manifestado abiertamente que no confía en mi, que no soy un buen juez. Ha mentido reiteradamente y se debe deducir testimonio por un delito continuado de falso testimonio”, dijo el acusado. Blesa, por contra, afirmó que se limitó a señalar su deseo de que todo se aclarase y que quería “un juez imparcial” durante una intervención a los medios a la salida de su segunda estancia en prisión. “Yo lo único que pretendía es que no me dieran comida averiada”, zanjó.
Las preguntas del fiscal versaron sobre el envío a la cárcel de Blesa a petición de Manos Limpias sin que constara su personación en la causa. El propio Blesa dijo que sospechó desde el principio de Silva y que esos temores se acrecentaron cuando un representante del pseudosindicato ultraderechista declaró, tras su primera salida de prisión, que la siguiente ocasión, el juez no decretaría fianza, como finalmente sucedió.
Silva abandonó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en el mismo Mercedes Clase A con el que acudió la última vez a la Audiencia Nacional, mientras el cordón policial contenía a medio centenar de preferentistas a unos cien metros. A Blesa le gritaron “ladrón” y “delincuente”. Cuando salió Silva se oyeron aplausos y gritos de “presidente, presidente”.