El pasado 29 de septiembre, un señor en coche atropelló a una chica en patinete en Zaragoza. Chocaron en la confluencia entre dos calles -Paseo María Agustín y Figueras Jariod- cuando el automóvil giró a la derecha e invadió el carril ciclista por el que circulaba el patín.
Quizá lo que más le dolió a Mercedes García, la atropellada, no fueron los quince días con la rodilla magullada y andando mal, sino que el conductor se rió y se dio a la fuga. “Nosotros íbamos recto. La prioridad la tienen peatones y bicicletas. Él se incorporó y, como iba a buscar a una señora en esa calle, frenó. Mi compañero lo esquivó, pero yo me estampé”, cuenta. “Paró a recogerla, abrió el maletero y se echó unas carcajadas antes de marchar, mientras ella gritaba que éramos nosotros los que molestábamos, que íbamos como locos y que éramos unos inconscientes”.
A Mercedes se la llevó la ambulancia, le tomó nota la policía y, como fotografió la matrícula, el seguro le pagó los daños y Xiaomi le dio un patinete nuevo. “Dejé claro que no quería dinero, sino que me pidiera perdón. Vas en patinete y la gente discute contigo, te mira mal. Otro señor puso un día un bastón en mitad del carril bici”, concluye. “No sé si es porque es Zaragoza y los maños somos cabezones, pero parece que hay poca humanidad con las cosas nuevas”.
Los accidentes son otra de las caras de los controvertidos patinetes eléctricos, pero una cara difícil de cuantificar. No hay datos exactos sobre cuántos se han producido en España, entre otras cosas porque no todas las policías locales los contabilizan. Hasta la fecha hay constancia de tres historias fatales -la de una mujer en patinete que murió atropellada por un camión en Sabadell, la de una anciana atropellada por dos jóvenes en Esplugues y la de un hombre que murió en Córdoba cuando su patinete estilo chopper impactó contra un turismo- pero no de todos los pequeños siniestros que se producen cada día en las ciudades.
El fiscal de seguridad vial, Bartolomé Vargas, dijo en diciembre que los patinetes se habían visto involucrados en al menos 273 accidentes este año, de los cuales la mayoría (203) eran atropellos a peatones por parte del patinador. Pero falta información de varias urbes. Por eso dio instrucciones a todas las policías locales para que investigaran mejor estos incidentes. La cifra se aclarará en los próximos meses.
“Pedí a las policías que me informaran de los accidentes con patinetes, aunque aún no tengo toda la información. Los patinadores se dan a la fuga, no tienen matrícula y eso dificulta la investigación”, dice Vargas a este periódico. “La siniestralidad no es comparable a la de los coches, pero empieza a haberla: el patinete es vulnerable frente al coche y el peatón es vulnerable frente al coche, el ciclista y ahora el patinador. La convivencia es compleja y deseable, pero hay que cumplir unas normas porque si no, pasa lo que pasa. Necesitamos datos serios para poder actuar”.
En Madrid, por ejemplo, la Policía Municipal tendrá los datos en febrero, porque hasta la entrada en vigor de la ordenanza de movilidad en noviembre no los consideraba vehículos, así que sus siniestros no contaban como accidentes de circulación. En el servicio de emergencias están igual. “No tenemos referencia de cuántos ha habido porque no están catalogados. Tenemos bici, coche, moto, camión... pero patinete, no”, indican. “Hemos tenido casos leves, contusiones y pequeñas fracturas, pero ninguno especialmente grave”.
“Fracturas y lesiones serias”
Ana Martínez es médico adjunto de urgencias en el Hospital de La Paz, en Madrid. Ha tratado dos casos hasta la fecha: la caída de un joven de quince años y el atropello a una señora mayor, de 75, por la acera. No es la única. “Tuvimos una reunión varios compañeros y lo comentamos. Todos habíamos tenido dos o tres casos, tanto de caídas como de atropellos”, cuenta. “Y todos con fracturas y lesiones serias”.
El chico de quince años bajaba por una cuesta en patinete y se cayó. Estuvo ingresado un tiempo. “Tenía múltiples contusiones, un traumatismo cranoencefálico y una pequeña fractura cerebral. Ha salido sin secuelas, pero la lesión fue importante”, explica Martínez. “El patinete es como un ciclomotor: alcanza velocidades de hasta 30 kilómetros por hora y la gente va sin protección. Las lesiones que se pueden dar son las mismas que si te caes de una moto”. En este caso, no hubo coche involucrado -aunque el cuerpo chocó contra uno aparcado al caer- y el joven no llevaba casco. La señora de 75 años fue atropellada por un joven en patinete que le fracturó la cadera.
“Los usuarios perciben que es seguro. La gente lo ve como un juguete”, continúa. “Es muy importante dejar claro que es un vehículo de motor, llevar protecciones y respetar las normas”.
El perfil de los accidentados que han recibido en La Paz, cuenta Martínez, es el de gente joven que conduce y personas mayores a las que atropellan. Es diferente al de los ciclistas que reciben, que suele ser gente que sale a hacer deporte los fines de semana. “Los patinetes son peligrosos. Que no esté legislada la protección me da mucho miedo. Van más protegidos los que van en patín normal, con rodilleras y cascos, que estos”, continúa. Salvo en Barcelona, que obliga a llevar casco a los patinetes de alquiler, en ninguna ciudad es obligatorio su uso. Y por comparar, hasta octubre hubo 606 accidentes de bicicleta en la ciudad de Madrid, 53 de ellos con heridos graves y ningún fallecido.
En los dos casos tratados por esta doctora, los patinetes eran de alquiler. El Ayuntamiento de Madrid exigirá a las empresas a las que dé licencia que incluyan seguro de responsabilidad civil que cubra daños de hasta un millón de euros. La empresa VOI, una de las tres que operaba hasta que se suspendió su actividad, asegura que no ha habido ningún accidente por ahora, pero que “en caso de que se les solicitara colaboración, la prestarían”. Lime dice que no tiene datos. Martínez explica que sería necesario que las empresas cooperaran para esclarecer los mecanismos de lesión en caso de accidente: a qué velocidad iba el patín y si el conductor salió disparado o no. “Eso nos ayuda a buscar lesiones ocultas, como las roturas de víscera”.
“El patinete está en una situación de alegalidad absoluta”
Cuando Mercedes se estampó contra el coche del señor, su patinete de Xiaomi iba a la máxima velocidad: 25 kilómetros por hora, aunque cuesta abajo pueda alcanzar los 33. La velocidad y el desconocimiento sobre qué vehículos hay en las calles es otra de las preocupaciones máximas del fiscal. “El patinete está en una situación de alegalidad absoluta desde que se vende. Hay que indagar más. Hay sitios en internet en los que te dicen cómo manipular el acelerador para ir de 30 a 70 km/hora”, dice. “No hay constancia de en qué condiciones van, si son buenas, si frenan o no frenan”.
Las empresas, que emplean a jóvenes autónomos para cargar los patinetes por las noches, incluyen entre sus tareas que los revisen para ver si están mal. “Si el hunter detecta algún fallo, lo lleva al almacén en lugar de a la calle”, apuntan desde VOI. El software que llevan los patinetes de Lime también alerta al usuario si está roto para que no lo coja. La empresa trabaja con distintos proveedores de patín y ha habido modelos que se han retirado del mercado por arder o partirse en dos. “Contamos con un riguroso programa de pruebas para asegurar a los usuarios que todos los patinetes se encuentran en perfectas condiciones”, indican.
Ambas han introducido también medidas para educar en seguridad, como recordatorios de que te pongas el casco.
Aunque la DGT está preparando una ley estatal -que prohibiría la circulación por la acera y limitaría la velocidad a 25 kilómetros por hora- Vargas recuerda que la ley vigente ya lo prohíbe, aunque ciudades como Málaga o Zaragoza sí lo permitan a poca velocidad (10 km/h).
“Hay muchísimos problemas en la acera ya”, continúa. “Depende de cómo vaya el patinador, porque los hay más prudentes, pero algunos van a 30 y se encuentran con invidentes, gente mayor o con carritos de bebé, que están indefensos”.
Donde sí hay datos más ricos, y de donde se pueden extraer algunas conclusiones, es en las multas. En Madrid, por ejemplo, la policía municipal ha puesto 47 desde junio: 17 por circular por la acera y el resto, 30, por ir por la calzada. Casi todas (41) son a partir de agosto, cuando llegaron los de alquiler, aunque los datos son aún provisionales porque en noviembre cambiaron la forma de medirlos.
En Barcelona, donde los patinetes de alquiler están prohibidos si no van con un guía y solo entró una empresa (Wind) a la que echaron a los dos días, el Ayuntamiento anunció en septiembre que intensificaría los controles y han publicado cifras: van 3.000 sanciones, 2.000 a particulares y la mayoría por “no llevar casco, circular por la acera, no respetar semáforos, consultar el móvil, llevar auriculares o conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas o drogas”.
En general, las principales ordenanzas municipales españolas permiten la circulación por el ciclocarril (carriles con velocidad máxima de 30 km/h) y el carril bici para evitar accidentes con peatones. Pero ni siquiera los patinadores se sienten del todo seguros así. “Está el peatón que se lanza al carril bici cuando vas a pasar tú. O el coche que no para en un cruce y sigue a su ritmo”, reconoce Guillermo Lamarca, usuario de patinete personal en Zaragoza. “Hay muchas similitudes con la bicicleta que se acentúan con el patinete, porque la gente tiene más resentimiento”.
Después de su accidente y con un nuevo patinete en su haber, Mercedes solo lo ha cogido tres o cuatro veces para hacer recados. “Te ahorras mucho dinero. Pero está totalmente demonizado”, concluye. “Me da mucha pena. Hay cuatro locos usando mal los patinetes que se alquilan y por culpa de ellos la gente no se solidariza con casos como el mío”.