-“Queda proclamada alcaldesa de Madrid doña Manuela Carmena Castrillo. ¿Acepta el cargo?”.
- “Sí, lo acepto con muchísimo gusto”.
Pese a los nervios, los miedos (fundados o infundados) y lo ajustado de la votación del pasado 24 de mayo, el cambio ha llegado a Madrid. Manuela Carmena ha sido investida este sábado alcaldesa de la capital con el apoyo del PSOE de Antonio Miguel Carmona. La explosión de júbilo entre los asistentes a la tribuna de invitados, al patio de luces del Palacio de Cibeles y los centenares de personas que aguardaban en la calle dan muestra de la tensión que se había instalado en Madrid desde el 24M.
De todos los integrantes y simpatizantes de Ahora Madrid, la más tranquila pareció durante todo el acto la líder. Carmena llegó a la sede del Ayuntamiento que regirá los próximos cuatro años una hora antes de que arrancara la sesión de investidura. Entró al edificio cuya remodelación costó a los madrileños 500 millones de euros, bajó al salón de plenos y de allí no salió hasta que tuvo el bastón de mando en su poder. La futura alcaldesa dedicó la hora que faltaba para que arrancara la sesión a reconocer el lugar, dominado por un gigante retrato de Felipe VI, y a saludar a los funcionarios y concejales que iban llegado.
Junto a ella, Pablo Soto, el futuro concejal de Participación Ciudadana y Transparencia de su Gobierno. Soto fue el primero en ver llegar a Esperanza Aguirre, acompañada de su mano derecha, Iñigo Henríquez de Luna. La líder del PP saludó primero a Soto (“¿Tú eres también concejal?”); y después a la persona que le ha arrebatado la Alcaldía. La conversación: corta, distendida y amable. La de dos rivales que saben que, de momento, ya no lo son.
El protagonismo de Carmena fue absoluto durante toda la sesión. Cada movimiento de la número uno de Ahora Madrid arrastraba una bandada de fotógrafos y cámaras pugnando por recoger cada gesto y saludo. La todavía candidata se acercó a los 19 concejales que forman su grupo según ocupaban su asiento. Mientras, las tribunas que ocupan las cuatro plantas superiores se iban llenando de periodistas e invitados.
A las 11.00 en punto, el secretario llamó a los miembros de la mesa de edad: Rita Maestre, la más joven con 26 años; y Manuela Carmena, la más veterana, con 71. Carmena presidió así el primero de una larga serie de plenos municipales.
Después, la investidura cogió velocidad. Los concejales tomaron posesión de su cargo con normalidad. La mayoría prometió o juró. Hubo dos excepciones, ambas en Ahora Madrid. Los ediles Mauricio Valiente y Jorge García Castaño (ex IU) y Celia Mayer, quienes lo hicieron “por imperativo legal”; y Pablo Carmona y Guillermo Zapata, quienes prometieron y apostillaron: “Omnia sunt communia”.
Los concejales depositaron su papeleta en la urna, con algún desplante hacia Carmena como el del edil del PP Pércival Manglano. Y el tiempo se paró. El temor que ha sobrevolado la ciudad de Madrid los últimos 15 días se hizo patente. Casi palpable. Cada voto cantado por el secretario del Pleno era anotado. Carmena debía sumar 29. No podía aparecer ninguno en blanco. O nulo. O para Carmona. En el sufragio vigesimoctavo para la candidata de Ahora Madrid el secretario cambió el tono de voz: era el penúltimo. Y así fue.
El voto 29 investía alcaldesa a Manuela Carmena. Y el salón de plenos del Palacio de Cibeles atronó con vítores, aplausos y gritos de “Sí se puede” que provenían de algunas las decenas de personas que se agolpaban en las tribunas de invitados. Y en el patio de luces del antiguo edificio de Correos, donde también hubo muestras de alegrías a las que luego se sumaron los flamantes concejales.
Después, llegaron los discursos. El de Carmena, la ya alcaldesa, tuvo más de declaración de intenciones que de programa de gobierno. “Que nos llamen por nuestro nombre de pila, que nos tuteen. Estamos para ellos, para lo que nos digan. Somos sus servidores”, pidió la regidora a los madrileños. Carmena insistió en uno de sus principales afanes desde la misma noche del 24M: “Queremos seducir a todas aquellas personas que no nos han votado. Convencer a la gente de Madrid que tiene miedo y que me lo han dicho en estos días”
Carmena tuvo palabras, también, para su público objetivo: “A las personas que sufren, que temen no poder pagar su casa y la comida. Queremos dedicarnos especialmente a mejorar vuestra situación. Tened la seguridad”.
La confluencia visible
En la misma calle donde hace unos días se acumulaban papeles triturados en contenedores azules, centenares de personas celebraron el resultado de la votación. Y esperaron durante cerca de tres horas a que los protagonistas políticos del día asomaran la cabeza. Entre ellos, los principales dirigentes de las tres formaciones que han protagonizado, para bien y para mal, los intentos de confluencia y de unidad en las pasadas elecciones autonómicas y municipales.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, asistió al acto acompañado de su número dos, Íñigo Errejón, del líder del partido en la ciudad de Madrid, Jesús Montero, y del candidato a la Comunidad de Madrid, José Manuel López.
Por otro lado acudió el candidato de IU a la Presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, acompañado entre otros de su secretaria de Convergencia, Lara Hernández. Y el coportavoz de Equo, Juan López de Uralde, inmerso en sus propias primarias.
Solo al final, cuando abandonaban las dependencias, se cruzaron Iglesias y Garzón un saludo. Corto, rápido. Acompañado de un apretón de manos y un abrazo. Y de unas pocas palabras que las personas que les rodeaban apenas llegaron a percibir. Sobre la mesa está la propuesta del líder de IU de poner en marcha un proceso de confluencia que permita competir por el Gobierno de España en las elecciones generales previstas para noviembre. Garzón pone de ejemplo la integración que ha permitido Ahora Madrid. Un espejo en el que también se mira el número uno de Podemos.
La otra pata de la confluencia municipal se asienta en Barcelona. Desde allí, Ada Colau ha mandado un mensaje de apoyo a los madrileños y a su nueva alcaldesa.
Justo un día antes de que arrancara la campaña, ambas protagonizaron un acto junto al Museo Reina Sofía de la capital y acompañados de representantes de la candidaturas municipalistas de Coruña, Zaragoza, Málaga y Terrassa. Entonces, Colau pidió a los madrileños que votaran a Carmena. A cambio, la hoy regidora de Madrid apeló a rehacer los lazos entre ambas ciudades.
Este sábado, al otro lado de la valla, la multitud gritaba “unidad popular”. Y jaleaba a sus líderes. En el aplausómetro, Garzón e Iglesias empataron. Pero fue Juan Carlos Monedero quien más tiempo dedicó a la gente. El exsecretario de Programa de Podemos llegó a Cibeles solo, de manera discreta. Y se marchó también solo, entre aplausos y vítores.