La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Casado desoye las llamadas a la moderación e intenta blindar a Iturgaiz al frente del PP vasco pese al fracaso del 12J

El domingo, la dirección del Partido Popular de Pablo Casado intentó vender el resultado de las elecciones del 12J en Galicia y Euskadi como un triunfo del “tándem Casado-Feijóo”. El objetivo de Génova 13 era tratar de rentabilizar el contundente triunfo del candidato a la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que logró su cuarta mayoría absoluta consecutiva con más escaños que nunca, y obviar el batacazo que sufrió la coalición PP+Cs en Euskadi, encabezada por Carlos Iturgaiz, que pasó de nueve a solo cinco escaños de los 75 en liza.

Frente a las pretensiones de la cúpula del partido, lo sucedido en las urnas vascas y gallegas supuso una derrota clara de la estrategia de Casado, que se implicó de lleno en Euskadi imponiendo la coalición con Ciudadanos –una de sus grandes obsesiones desde que ganó las primarias–, fulminando al líder de los populares vascos, Alfonso Alonso –del ala más centrista– y colocando a un candidato afín, Iturgaiz, de la corriente más conservadora del partido. El líder del PP, en cambio, no consiguió exportar ese modelo de alianza a Galicia por el peso de Feijóo, de un perfil más moderado, que siempre sostuvo que en este territorio el centro derecha ya estaba unido en el PP. Además, durante toda la campaña el barón gallego trató de diferenciarse de la dirección de Casado, llegando a esconder las siglas del partido en los carteles y presentándose como un dirigente independiente de las consignas de Madrid.

Por eso desde la misma noche electoral los principales barones populares –como el propio Feijóo, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla o el castellano y leonés, Alfonso Fernández-Mañueco– presionan a Casado para que abrace la estrategia del presidente gallego, dé un giro al centro, y deje de lado el discurso bronco y crispado que le ha caracterizado durante su mandato al frente del PP y al que desde su designación como candidato se sumó también Iturgaiz.

Pero, lejos de escuchar esas voces que le reclaman un cambio de estrategia, el líder del PP no ha modificado ni una coma la línea dura. El lunes, en su primera y única aparición pública tras los comicios del domingo, Casado evitó cualquier ápice de autocrítica y atribuyó el resultado de las elecciones vascas, en las que el PNV consolidó su hegemonía y EH Bildu registró un fuerte crecimiento, a que “algo estará haciendo mal la sociedad española”. En ese mismo acto, un homenaje a Miguel Ángel Blanco –el exconcejal del PP de Ermua (Bizkaia) asesinado por ETA en 1997–, el líder del PP alabó el discurso que justo antes que él había pronunciado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, una de las grandes apuestas personales de Casado, que no se caracterizó precisamente por la moderación que reclaman otros barones populares.

“Han conseguido que por dejar de matar obtengan lo que antes alcanzaban matando”, aseguró Ayuso, refiriéndose al crecimiento de EH Bildu. “Aquellos que pegaban tiros en la nuca jamás pensaron que hoy conseguirían tanto: representación parlamentaria, presupuesto, impunidad y homenajes”, añadió, antes de remarcar que, en su opinión, “el resultado de los nacionalistas gallegos” –en alusión al crecimiento del BNG–, va “en la misa dirección”, porque “tienen los mismos aliados” que los independentistas vascos.

Las discrepancias con la dirección del PP vasco

Pese al fracaso de PP+Cs del 12J, Casado mantiene también su intención de nombrar a Iturgaiz presidente de los populares vascos. A esta maniobra se opone el sector moderado del partido que sigue controlando el PP vasco, con la sucesora de Alonso, Amaya Fernández, a la cabeza. Ella trataba este martes de huir de la aparente indiferencia mostrada por Génova 13 ante la debacle en Euskadi y aseguraba que el resultado fue “malo, sin excusas”. En una entrevista en El Diario Vasco, Fernández consideraba que el apoyo electoral a los populares “habría sido mejor” con Alonso como candidato. “Nos hemos metido un tiro en el pie”, sintetizaba, en alusión a la estrategia de la dirección nacional del PP.

Casado, en cambio, defenderá la elección de Iturgaiz y su blindaje como líder del PP vasco este miércoles en el Comité Ejecutivo Nacional que se celebrará en la sede central del partido, al que acudirán todos los barones. La cita se presenta como una de las más complicadas desde su triunfo en las primarias de 2018, pareja a los comités posteriores a las generales del 28A de 2019 –cuando el PP logró el peor resultado de su historia, con solo 66 diputados–, las autonómicas del 26M o las últimas generales del 10N –en las que mejoró resultados, aunque sin opciones de llegar a la Moncloa–, en las que los dirigentes territoriales también expresaron su deseo de una estrategia nacional más moderada que la defendida hasta ahora por el líder de los populares.

Desde la noche electoral, la dirección del PP ha mostrado su “apoyo” explícito a Iturgaiz, al considerar que hace falta “un proceso de reconstrucción” en el PP vasco para el que, a su juicio, el líder más idóneo es el candidato que, yendo por primera vez en coalición con otro partido, perdió casi la mitad del apoyo electoral que había cosechado tres años antes, presentándose en solitario. Génova 13 pone en valor que Iturgaiz sea un dirigente “conocido” y justifican el mal resultado en que falta por “organizar” el partido en Euskadi ante una situación “muy compleja”.

Álvarez de Toledo, en cuestión

Dirigentes populares consideran, en todo caso, que en el Comité Ejecutivo de este miércoles Casado podría hacer algunos cambios en su equipo que podrían considerarse un guiño a los barones que le piden moderación. Una de las opciones que se baraja es que el líder del PP premie a los dirigentes más centristas del PP como la vicepresidenta del Congreso Ana Pastor, a la que en plena precampaña Casado colocó como principal rostro visible del partido en la negociación con el Ejecutivo para la reconstrucción tras la pandemia, y a la que se pudo ver haciendo campaña por Feijóo en Galicia.

En las filas del PP ya hay quien, por el contrario, considera que del batacazo del 12J en Euskadi podrían salir mal parados los dirigentes más escorados a la derecha que fueron grandes apuestas de Casado, como la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, impulsora del acuerdo con Ciudadanos fracasado en Euskadi, que se mantuvo desaparecida durante toda la campaña.