Casado intenta desvincularse de Cospedal, la exdirigente imputada que le convirtió en presidente del PP

Iñigo Aduriz

3 de junio de 2021 22:23 h

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“Gracias María Dolores [de Cospedal], secretaria general, por todo lo que has hecho por este partido, por ser una candidata ganadora en Castilla-La Mancha, por ser una ministra excelente, una consejera excelente. Por ser quien ha dado la cara en las peores circunstancias por el partido. Gracias, María Dolores, muchas gracias”. El mismo Pablo Casado que este jueves se negaba a valorar la imputación de Cospedal en el caso del espionaje a Luis Bárcenas argumentando que el asunto “nada tiene que ver” con su responsabilidad como líder del PP, dedicaba en julio de 2018 todo tipo de elogios, como los citados, a la 'exnúmero dos' de su partido el mismo día en que fue elegido presidente del Partido Popular, durante el XIX Congreso Nacional de la formación conservadora.

Casado debía entonces más que un agradecimiento a la que había sido su gran valedora durante el proceso interno. La exministra, tras verse eliminada en la primera fase de las primarias a raíz de la votación de los militantes en la que Soraya Sáenz de Santamaría resultó vencedora y el hoy líder del PP quedó segundo, puso a disposición del entonces candidato todo su poder orgánico para que Casado pudiera ganar, volcando a todos sus dirigentes afines a favor del joven candidato, al que al inicio del proceso nadie dentro de las filas populares consideraba con opciones de convertirse en el sucesor de Mariano Rajoy al frente del partido.

Las favoritas eran Cospedal y Sáenz de Santamaría, las eternas archienemigas internas, que entre 2004 y 2018 compitieron abiertamente por el control del partido presidido por Rajoy que, tratando de equilibrar la balanza, nombró a una su 'número dos' en el PP y, a la otra, su mano derecha en el Ejecutivo.

Apenas diez días después de quedar eliminada en la votación de la militancia, Cospedal se presentó en un desayuno informativo protagonizado por Casado y le expresó su apoyo de forma pública con las siguientes palabras: “Mi presencia aquí quiere decir que hoy el PP y nosotros tenemos que ofrecer a nuestros militantes y a nuestros votantes un proyecto ilusionante y de futuro. Un PP fuerte y unido, con convicciones, tiene que estar preparado para luchar por España y por los españoles y creo que Pablo Casado puede ser para ello una magnífica opción”.

En realidad, el interés de la también exministra de Defensa en apoyar a Casado se debía única y exclusivamente a su histórica batalla con Sáenz de Santamaría. Y, finalmente, Cospedal ganó, cuando en el XIX Congreso los compromisarios votaron masivamente al hoy líder del PP, su apuesta personal para derrocar a su enemiga interna. Casado le debe el puesto a Cospedal. Sin ella, el líder del PP no estaría donde hoy está, al frente del principal partido de la oposición.

El intento por romper con el pasado

Por eso, aunque el presidente de los populares trate ahora de evitar hablar de la imputación de la exsecretaria general por los delitos de cohecho, malversación y tráfico de influencias en la pieza que investiga el espionaje con fondos reservados al antiguo tesorero de la formación Luis Bárcenas, esa vinculación con la dirigente que le encumbró al liderazgo del partido le perseguirá durante los próximos meses, en cada una de las comparecencias públicas. Así será al menos hasta que los tribunales decidan sobre la responsabilidad real de Cospedal en la conocida como Operación Kitchen, que también podría salpicar al propio Rajoy, máximo responsable del Gobierno en el que se produjo ese supuesto espionaje.

El argumento de Casado para no hablar de la imputación de la exsecretaria general es el compromiso que adoptó tras su última gran derrota electoral de hace solo cuatro meses, la de los comicios catalanes –en los que los populares se quedaron con solo tres escaños de 135 en el Parlament catalán y fueron superados por primera vez en unas elecciones por Vox, que logró 11 representantes–, que el líder del PP atribuyó exclusivamente a que la campaña de esa cita con las urnas estuvo marcada por el juicio sobre la caja B del PP que se estaba celebrando en esos momentos en la Audiencia Nacional. Entonces tomó la determinación de escenificar una ruptura con el pasado más reciente de su partido, que se sigue investigando en los tribunales, y en el que sin embargo él también había tenido puestos de responsabilidad.

“Ese PP ya no existe”, llegó a decir durante la campaña, aludiendo a las etapas de José María Aznar y Mariano Rajoy en las que el propio Casado tuvo cargos orgánicos. Dos días después de la debacle catalana del 14 de febrero, el líder del PP anunció la marcha de la histórica sede de Génova 13 cuyas obras, presuntamente pagadas con dinero negro, estaban siendo enjuiciadas esos mismos días. La mudanza, cuatro meses después, sigue no obstante paralizada. Y aseguró que él y su dirección dejarían de hablar de los casos de corrupción que afectaban al PP, al considerarlas cosa del pasado: “Desde hoy esta dirección no va a volver a dar explicaciones sobre ninguna cuestión pasada. No nos lo podemos permitir más con el calendario judicial que se avecina”, aseguró, ante la plana mayor de su partido.

Este jueves se remitió a esas mismas palabras cuando, en un acto en Ceuta, desde la prensa se le preguntó por la imputación de Cospedal. “Hace cuatro meses dije que no iba a volver a hablar de cuestiones que no me corresponde valorar, que nada tienen nada que ver con mi responsabilidad de presidente del PP”, zanjaba. En su rechazo a hablar sobre Cospedal le acompañaron los abucheos contra todos aquellos periodistas preguntaban por la exdirigente popular por parte de los simpatizantes de su partido que habían acudido al acto en la ciudad autónoma.

Esos mismos ciudadanos aplaudieron a Casado por no contestar al respecto. Después, desde la dirección del PP quisieron matizar que “las quejas escuchadas ante las preguntas de algunos medios” no se habían producido “por parte de ningún militante del PP, sino por ciudadanos anónimos” que se habían “parado a presenciar las intervenciones” de Casado y del presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas.

La “labor formidable” de Cospedal

Ante el futuro judicial de la Operación Kitchen, con Cospedal y su marido declarando en los tribunales en calidad de imputados y Rajoy y otros excargos del PP desfilando por el Congreso en la comisión de investigación sobre el espionaje a Bárcenas –ahora ampliada hasta finales de año, ante el avance de la instrucción–, la de este jueves no será ni mucho menos la última ocasión en la que Casado deberá enfrentarse a nuevas preguntas sobre la supuesta participación en un caso de corrupción de su gran valedora, la que le hizo llegar a la Presidencia del partido.

Con la imputación de Cospedal, a Casado le volvía a estallar en su propia casa la corrupción de la que siempre trató de alejarse desde 2018, alegando que eran asuntos “del pasado”, justo cuando el PP vislumbraba el inicio de su recuperación tras tres años de derrotas electorales y el partido empezaba a despuntar en las encuestas impulsado por el triunfo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, en las elecciones de mayo. Además, las novedades de la Operación Kitchen relegaron desde el miércoles a un segundo plano la campaña de Génova 13 contra los indultos a los presos del procés por la que –en una estrategia calcada a la de Rajoy contra el Estatut, en 2006– los populares empezaron a recoger firmas el martes.

Otra evidencia de la estrecha relación entre Cospedal y Casado se dio en noviembre de 2018, cuando la exsecretaria general tuvo que renunciar a su escaño en el Congreso tras revelarse sus conversaciones con el excomisario Villarejo que han motivado finalmente su imputación por el espionaje a Bárcenas. Entonces, el ya líder del PP aseguró como despedida que la exsecretaria general había realizado “una labor formidable para el partido, para Castilla-La Mancha y para España”. “Desde el Partido Popular reconocemos su gran labor”, remachó.

Hasta ese momento de la salida de Cospedal de la política, Casado siempre trató de recompensarla por su apoyo en las primarias. La incluyó en las listas de las generales, colocó en puestos estratégicos a los dirigentes más cercanos a la exministra –como Dolors Montserrat o Juan Ignacio Zoido– y, en septiembre de 2018, la dirección de Casado la eligió como representante del PP en el patronato del Instituto Elcano, en el que el pasado febrero fue nombrada vicepresidenta.

Tras la imputación, Cospedal mantiene el cargo en el citado organismo. De hecho, la exdirigente popular participaba este mismo miércoles en la reunión del Patronato del prestigioso instituto que tenía lugar en Madrid bajo la presidencia del rey. Según explicaron desde el citado instituto a elDiario.es se desconoce, por el momento, cuál será el futuro de la exsecretaria general del PP en el Patronato.

Vulneración de los estatutos

Además, la última contraprestación de Casado a Cospedal por su apoyo en las primarias es que la dirección del PP ha incumplido –al menos de momento– los estatutos que obligan a abrir un expediente informativo a cualquier militante que sea imputado en un caso de corrupción. Lo que dicen los textos internos del PP es que “en el caso de que un afiliado incurra en cualquier forma de corrupción en el ejercicio de un cargo público o representativo”, y “se tenga conocimiento que ha sido llamado a declarar como investigado en una instrucción judicial (...) el Comité de Derechos y Garantías que resulte competente, a tenor de lo establecido en el artículo 55 procederá a la apertura de un expediente informativo, el cual se transformará en un expediente disciplinario en el momento en el que se tenga conocimiento de la apertura del juicio oral en el procedimiento judicial correspondiente”.

La presidenta del Comité de Derechos y Garantías del PP, Andrea Levy, señalaba este jueves en declaraciones a La Sexta que el reglamento disciplinario del partido sostiene que “si es cargo público, en ese caso aplica el reglamento”. “Pero es que de lo que estamos hablando de María Dolores de Cospedal no era un cargo público. Por tanto, no aplica el reglamento”, ha señalado. En realidad, los estatutos hablan de cargos “públicos y representativos” y cuando se produjo el espionaje a Bárcenas ella era la 'número dos' del PP, el segundo cargo más importante del partido por detrás del presidente.

A Casado también se le preguntó por ese obligado expediente informativo durante el acto de este jueves en Ceuta. Pero tampoco respondió. “Le agradezco la pregunta pero no le puedo responder nada más”, dijo, a la periodista que le interrogó sobre la sanción.

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