La Junta de Castilla y León regaló a una asociación sin ánimo de lucro ocho taburetes y dos mesas del conocido diseñador de estilo industrial Philippe Stark. Y lo hizo pensado que eran de su propiedad y que no valían nada. Así de descontrolado fue el desalojo de la sede comercial que el Gobierno regional tenía en Bruselas.
La salida del palacete de 1930 se produjo en un clima de cierta hostilidad: los arrendadores, constructores del edificio de Economía en Valladolid (cuyo sobrecoste se investiga hoy en un juzgado), habían acordado un alquiler de 15 años, y una cláusula obligaba a pagar esos tres lustros si el contrato se rescindía antes de tiempo. La Junta no sólo se negó a indemnizar, sino que abandonó el edificio sin haber llegado a un acuerdo.
En Bélgica, como en otras ciudades europeas existe el ‘protocolo de salida’ tras un alquiler. Consiste en que expertos revisan los inmuebles palmo a palmo en busca de desperfectos. En este caso se encontraron, aunque no eran especialmente importantes. Sin embargo, en enero de 2013, la abogada que representaba a la sociedad propietaria del edificio, detectó que faltaban cosas en la cocina: en concreto una nevera, sillas y mesas.
La Junta había contratado a un despacho belga para que representase sus intereses y contrarrestase el informe de los expertos. Al principio, el secretario general de la Agencia de Desarrollo Económico (ADE), José María Zarzuelo, comentaba al abogado, vía email, que era imposible que faltase nada, porque no figuraban muebles en el protocolo de entrada.
Pero después el abogado le remitió unas fotos y Zarzuelo reconoció, que sí que había “efectivamente unas pocas sillas y mesas” que definió como “restos de mobiliario de muy poco valor” y que se donaron “sin contraprestación alguna, a una asociación sin ánimo de lucro ‘Jeunesse de Perbais’ de la Comuna de Perbais”. En ese momento, el secretario de la Ade seguía creyendo que eran muebles corrientes: “6/7 taburetes y una mesa”, decía.
“Pensando que estos muebles eran propiedad de la Agencia [de Desarrollo Económico] o de la Consejería de Presidencia, insisto de muy poca utilidad y de muy escaso valor, y ante la opción de trasladarlos a Valladolid, tomamos la decisión de hacer una donación a favor de una asociación que pudiera utilizarlos” comunicaba. “Yo creo que dado su escaso valor no es necesario que intentemos recuperarlos de la asociación, pero quiero conocer tu opinión al respecto”.
El letrado le propuso entonces destacar que no había muebles reseñados en el protocolo y le aconsejó “no mencionar tampoco que algunas mesas y sillas se encontraban en la cocina”.
Pero en marzo las cosas cambiaron y la opinión del abogado fue demoledora: En el protocolo de entrada, sí había una “muy breve descripción de los muebles que se encontraban en la cocina” y se indicaba “la cantidad y la marca de dichos muebles”. Eran del francés Philippe Stark, diseñador del icónico exprimidor de Alessi que ha aparecido en varias películas, o que remodeló las dependencias privadas de François Miterrand en los Campos Elíseos.
“En la base de esta descripción, el experto ha evaluado el valor de dichos muebles a 11.000 euros (1.000 por cada una de las ochos sillas y 1.500 por cada una de las dos mesas. He verificado estos precios y he encontrado los mismos precios en varias páginas web”, le avanzaba. Los enlaces que incluyó en el correo eran de tiendas online que vendían ese mismo modelo de taburetes de Stark, de la línea Neoz. Es un diseño de 1996 para la marca de muebles Driade. Está fabricado en madera con acabado de caoba ebanizada. Con esa línea, dice una web de venta de muebles de diseño, Stark pretendía “reexaminar el mueble clásico de líneas rigurosas y materiales preciados unidos al confort y la practicidad”. Justo lo contrario de lo que pensó la Junta al donarlos.