Catalunya, Balears y Comunitat Valenciana: tres modelos lingüísticos escolares en el punto de mira
Una de las consecuencias de la crisis política en Catalunya ha sido el recrudecimiento de las acusaciones contra el modelo de inmersión lingüística en la escuela, algo que ha tenido su eco en otras comunidades donde la enseñanza es total o parcialmente en el idioma propio: les Illes Balears o la Comunitat Valenciana. Unas críticas que se entremezclan con las denuncias por un supuesto “adoctrinamiento político” en las aulas. PP y Ciudadanos lideran este movimiento crítico y van a plantear iniciativas parlamentarias para que “la política abandone los colegios”.
El portavoz del PP, Rafael Hernando, presentó así su propuesta no de ley para reforzar la Alta Inspección Educativa, que depende del Ministerio de Educación: “Es una medida para toda España, pero especialmente para Catalunya y otras comunidades donde se ha empezado a percibir [la supuesta presencia de la política en las aulas], como Valencia y Balears”.
Sin embargo, no hay un consenso parlamentario en torno al tema. Ciudadanos presentó en octubre una iniciativa contra el “adoctrinamiento” que solo logró el apoyo de UPN. La intervención del diputado Joan Mena, que defendió la escuela en catalán, fue especialmente aplaudida: “Soy hijo de la inmersión lingüística. Gracias a ella y la escuela pública catalana, un hijo de dos andaluces que llegaron a Catalunya hoy es bilingüe y ha tenido la misma igualdad de oportunidades que tradicionalmente han tenido los hijos de la burguesía catalana”.
A pesar de esta falta de unanimidad en materia educativa, el Gobierno ha admitido que puede promover una regresión autonómica en una futura reforma constitucional, en la cual el Estado volvería a “asumir políticas públicas esenciales”; entre ellas, podría incluirse la educación –hace unos años, el exministro José Ignacio Wert ya habló de la necesidad de “españolizar” a los niños catalanes. Mariano Rajoy ha anunciado que quiere que el Pacto Educativo aborde la enseñanza en castellano en Balears, Catalunya y Comunitat Valenciana, ya que a su juicio esta cuestión “ha generado mucha polémica y muchos disgustos”.
La oposición a los modelos lingüísticos
La oposición de determinados partidos (PP, Ciudadanos o UPyD) a la escuela en catalán es conocida. El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, llegó a decir que en las escuelas catalanas no se enseña el castellano –y por ello fue reprobado–.
En Catalunya, la campaña contra la inmersión –modelo que estipula que el catalán es por defecto la lengua vehicular en la escuela– ha ido vinculada en los últimos años a la aprobación de la LOMCE. La Ley reafirmó que el castellano no podía ser excluido como lengua vehicular, algo que va en contra de la inmersión en catalán. Esto supuso que las familias que habían iniciado procesos judiciales para pedir clases en castellano obtuvieran sentencias favorables a que sus hijos fueran escolarizados al menos en un 25% de las clases en castellano. Este septiembre había una docena de familias en esta situación, según la Generalitat.
En el caso de Balears, el expresidente José Ramón Bauzá (PP) intentó implantar el Tratamiento Integral de Lenguas para “garantizar el uso equilibrado de la enseñanza del catalán, el castellano y el inglés”, lo que hubiera supuesto el desmantelamiento de la inmersión lingüística. El objetivo era instaurar el nuevo sistema en el curso 2013-2014 e ir desplegándolo de manera gradual y progresiva, para que en el período escolar 2017-2018 estuviera totalmente instalado.
Esta iniciativa le pasó una factura electoral en la pasada legislatura y provocó la mayor movilización social en la historia de Balears, con 90.000 ciudadanos en la calle bajo el lema “Contra la imposición, defendamos la educación”. Por su parte, los docentes, equipados con camisetas verdes, llevaron a cabo una huelga indefinida, que incluyó una huelga de hambre por parte un profesor.
Finalmente, el TIL fue derogado en 2014 por el TSJ balear, que falló a favor de los recursos interpuestos contra el Decreto por parte de los sindicatos STE-I, CCOO y UGT. El tribunal alegó que no se solicitó un informe de la Universitat de les Illes Balears, como marca el Estatut, y que se incumplió la ley de Buen Gobierno. El nuevo Govern balear, integrado por PSOE y Més a partir de las elecciones autonómicas de 2015, renunció a presentar un recurso contra dicha sentencia.
En la Comunitat Valenciana, el proyecto estrella del conseller de Educación, Vicent Marzà (Compromís), es su decreto de Plurilingüismo, que pretende superar el anterior modelo de dos líneas –castellano y valenciano– impulsado por el PSPV con Ciprià Císcar como conseller de Educación y mantenido por el PP. En septiembre de 2016, Marzà presentó su proyecto de ley, que ofrecía seis niveles diferentes en los que una mayor inmersión de la enseñanza en valenciano conllevaba una mayor capacitación en lengua extranjera. Al acabar las etapas educativas, los alumnos que optasen por unos niveles más altos lograrían titulaciones oficiales tanto en valenciano como en inglés.
El decreto de Plurilingüismo no fue bien recibido por PP y Ciudadanos, que criticaron duramente el intento de “copiar” el modelo de Catalunya, así como por parte de algunos colectivos de padres y de un sindicato, el CSI·F, que recurrieron la norma ante el TSJ valenciano, como también hizo la Diputación de Alicante (gobernada por el PP). Finalmente, el TSJ anuló parcialmente la norma al considerar que se discriminaba a los alumnos que se decantan por la enseñanza en castellano, vulnerando sus derechos al recibir menos horas de inglés.
Tres sistemas distintos en la escuela
La inmersión lingüística ha contado históricamente con un apoyo mayoritario en las zonas catalanoparlantes, que cuentan con diferentes modelos. Tanto en Balears como en Catalunya, ambas con un sistema de inmersión lingüística, los niveles de catalán y castellano son parecidos cuando los alumnos acaban cada etapa escolar.
La Ley de Educación Catalana, aprobada en 2009 por PSC, CiU y ERC (ICV-EUiA se opuso aunque apoyaba el modelo lingüístico), establece que el catalán es “normalmente usado como lengua vehicular y de aprendizaje del sistema educativo”. Con ello se consolidó un modelo de inmersión que se venía implementando durante años y que, en la práctica, ha conseguido que el profesorado asuma este idioma como el habitual en sus clases.
Pero el modelo catalán está lejos de ser tan rígido como podría parecer. En este sentido, muchos maestros utilizan la lengua con la que se sienten más cómodos, y los colegios tienen autonomía para diseñar su plan lingüístico. Según datos de la Generalitat de 2015, el 14,1% de los centros educativos catalanes han optado por tener el castellano como lengua vehicular en al menos una clase, aparte de Lengua Castellana. Además, el Plan de Plurilingüismo pretende que el 15% del currículum sea en inglés en 2018.
Por su parte, Balears cuenta con una norma (Decreto 92/1997) que establece que, al menos, el 50% de la enseñanza sea en catalán. En añadido, cada centro educativo elabora su propio proyecto lingüístico, que en la gran mayoría de ocasiones supera con creces el mínimo de asignaturas en catalán establecido por ley, según la Conselleria de Educación.
En la Comunitat Valenciana, una vez superado el modelo de doble línea implantado por el PP y tras el intento fallido del primer decreto de Plurilingüismo de Marzà, el Ejecutivo valenciano modificó la ley para intentar salvar las pegas que provocaron la anulación parcial del texto por parte del TSJCV. La nueva norma salió adelante gracias a los votos de PSPV, Compromís y Podemos.
Este nuevo decreto también se encontró con las críticas del PP y Ciudadanos. La principal diferencia con el documento anterior es que se asumen los preceptos marcados por el TSJ, de modo que no se incorpora el artículo referido a las certificaciones en lengua extranjera. Por tanto, el modelo actual cuenta con seis niveles: cuando más alto es este, mayor número de asignaturas en valenciano.
Alumnado bilingüe
Albert Branchadell, sociolingüista y profesor de la UAB, afirma que “el objetivo primordial del modelo de inmersión es asegurar la bilingüización en contextos donde la adquisición de la lengua [en este caso, el catalán] por vías informales (familia, amistades, etc.) resulta difícil o directamente imposible”. Sin embargo, reconoce que “no es posible ocultar que la inmersión puede servir a otros fines no necesariamente pedagógicos” y que “se puede plantear la cuestión de si el modelo es necesario en entornos donde ese uso está más presente”, como pasa por ejemplo en las zonas del interior de Catalunya, donde el porcentaje de catalanohablantes es alto.
También ve posible plantearse si la inmersión es el único modelo que garantiza la bilingüización o si, por el contrario, hay modelos alternativos, que asegurarían ese fin sin basarse en la vehicularidad exclusiva (o casi exclusiva) de una lengua. “Lo que sí parece acreditado es que los modelos como el que regía hasta ahora en la Comunitat Valenciana no son tan efectivos en relación a la bilingüización, porque existe una situación de desigualdad de las lenguas en contacto”, matiza.
El uso social del catalán
El catalán, pese a ser una lengua minoritaria dentro del Estado, goza de una salud remarcable. Según la encuesta de la Generalitat de Catalunya, un 94% de los catalanes lo entiende, un 80% lo habla, un 82% lo lee y un 60% lo escribe. Es decir, que cuando menos ocho de cada diez catalanes lo tiene como idioma de uso habitual. Branchadell comenta que, “sin duda alguna”, la inmersión lingüística ha ayudado a la normalización del idioma, pero que son los alumnos quienes pueden decidir sobre la adopción del catalán como lengua de uso habitual.
Los ciudadanos de Balears son, en general, los que mayores niveles presentan en cuanto a uso del catalán. El 96,8% entiende el idioma, el 80,5% lo habla, el 83,5% lo lee y el 61,9% lo escribe. Incluso, les Illes superan a Catalunya en lo relativo a la identificación del catalán como lengua materna (lo es para el 37,9%), en lengua de identificación (40,5%) y en idioma habitual (36,8%). Sin embargo, quedan por debajo en cuanto al uso del idioma fuera del ámbito doméstico (con las administraciones, en comercios y con compañeros de estudio y trabajo).
Por lo que se refiere a la Comunitat Valenciana, según un estudio la conselleria de Educación, el valenciano se conoce más pero se utiliza menos que hace unos años. El 77,7% de la población entiende el valenciano bien o perfectamente, mientras que este porcentaje se eleva hasta el 96,4% si se incluye a quienes lo comprenden “un poco”. Un 40,5% de los encuestados habla de forma habitual en su ámbito familiar en valenciano o de forma indistinta en las dos lenguas cooficiales.
Este porcentaje es similar cuando nos referimos a la lengua utilizada en otros ámbitos, como en entornos sociales o laborales, aunque se reduce cuando se trata de grandes establecimientos comerciales y se incrementa hasta cerca del 50% cuando el interlocutor es la Administración. Otros datos que se recogen son que un 49% de los entrevistados todavía no habla bien en valenciano, un 27% no lo entiende, un 47% tiene problemas a la hora de leerlo y un 65% al escribirlo.