Catorce días para cerrar una reunión entre Sánchez y Feijóo sin ninguna expectativa de acuerdo

La cita entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición no se ha fraguado en el mejor de los ambientes. “Para usted la perra gorda. Nos vemos el viernes en el Congreso y hablaremos de lo que usted quiera”, zanjó Pedro Sánchez desde la tribuna de la propia Cámara Baja durante el pleno de este miércoles para terminar de concretar la reunión con Alberto Núñez Feijóo. Habían pasado catorce días desde que se comenzara a fraguar la cita sin que fueran capaces de ponerse de acuerdo siquiera en el día y en el lugar. Hasta ayer.

Sánchez respondía así a las últimas exigencias ideadas por el equipo del líder del PP: que la reunión propuesta por el presidente no se celebrase en la Moncloa, sino en el Congreso, y que era la oposición quien aportaba el orden del día que había exigido con tanto ahínco. Una situación inédita que le comunicó por carta al filo de las 8.20 del miércoles, tan solo 40 minutos antes de que se vieran las caras en la Cámara Baja. A los medios de comunicación les informó a las 20.35.

La gestación de la primera reunión entre presidente y oposición tras la reelección de Sánchez para un tercer mandato da cuenta de lo lejanas que están las opciones de que ambos, que aglutinan fuerza parlamentaria suficiente para hacer y deshacer lo que convinieran, puedan alcanzar ningún tipo de acuerdo. Ni siquiera en la reforma de la constitución para eliminar la palabra “disminuido” del texto.

“No creo que nadie pudiera entender que el jefe de la oposición se negara a dialogar y entenderse con quien ostenta la Presidencia del Gobierno”, le dijo Sánchez en el hemiciclo tras trasladarle “la voluntad del Gobierno de España de llegar a acuerdos de Estado” e ironizar con la negativa de Feijóo de acudir a la Moncloa. “No desisto a que en un futuro usted venga a la Moncloa y yo le pueda recibir”.

Ambos sí se han visto en la sede presidencial una vez desde que Feijóo asumió el liderazgo de la derecha. Fue en abril de 2022, siete días después del congreso extraordinario que cambió a Pablo Casado por el hasta entonces presidente de la Xunta. El desencuentro fue grande, pero se apuntaron opciones de algún entendimiento en materias cruciales como la renovación del CGPJ. Fue un espejismo.

El objetivo primigenio de la reunión, que el propio presidente adelantó a los periodistas en los tradicionales corrillos informales de los actos del 6 de diciembre, era poder abordar tres grandes pactos entre el Ejecutivo y el principal partido de la oposición: La financiación autonómica, la reforma de ese artículo 49 de la Constitución y el desbloqueo del Poder Judicial. Dos temas que ya se trataron hace año y medio.

Sin embargo, ni por los precedentes de anteriores encuentros ni por la receptividad mostrada por el PP, que ha intentado zancadillear la reunión con diferentes excusas para “no blanquear” a Sánchez, en palabras de miembros de la dirección de Feijóo, hay expectativa alguna de que pueda avanzar en ninguna de esas carpetas. 

En el PSOE asumen que la escalada de enfrentamiento de Feijóo tiene que ver con una estrategia de fondo del propio presidente del PP para aguantarle el pulso a Vox e intentar comer terreno a la extrema derecha, así como para reforzar su propio liderazgo interno en el partido. 

Aunque creen que el paso de los meses irá constatando que no todo el mundo en el PP piensa mantener ese pulso hasta las últimas consecuencias y se podrán concretar avances, principalmente, con los gobiernos autonómicos.

En el PP ven cualquier movimiento como una opción de afianzar a Feijóo como líder de la oposición. Este miércoles, sus colaboradores alardeaban de haber hecho “morder el anzuelo” a Sánchez, a quien han obligado, según esta tesis, a asumir un orden del día impuesto y a reunirse fuera de la Moncloa, donde el anfitrión es el presidente y quien acude a la cita es el invitado.

La realidad es que los tres temas que planteó Sánchez están en la lista de 10 asuntos planteada por Feijóo, tal y como el propio líder del PP asumió ante los medios durante el largo Pleno del miércoles. Y el resto es, básicamente, un intento de impugnar las alianzas parlamentarios que han llevado al líder del PSOE a ser investido por tercera vez presidente del Gobierno: los pactos con ERC y Junts, mediador incluido, la relación con EH Bildu y el programa económico que quiere sacar adelante en la coalición con Sumar.

En el PP aseguran que la decisión sobre aceptar la reunión y la fecha se tomó la semana pasada, aunque el martes por la noche el mismo Feijóo aseguró con solemnidad en una entrevista en Telecinco que sin orden del día por escrito de Moncloa era imposible aceptar la cita. No era verdad, a tenor de lo explicado por los propios colaboradores del líder del PP.

En el entorno del presidente del Gobierno asombró, y mucho, que Feijóo haya planteado una reunión en el Congreso, donde ambos se vieron en el proceso de investidura de Sánchez. Le dan poca importancia a lo que en Génova consideran un triunfo. 

El propio Feijóo explicó ante los medios que había elegido la Cámara Baja porque Sánchez le dio a escoger donde quisiera, y para no acudir a la sede de la Presidencia del Gobierno, sino en la de la “soberanía nacional”.

Más allá de la gestión de la reunión, una cuestión irrelevante para la mayoría de la sociedad, el día finalmente elegido (el de la Lotería de Navidad), los problemas para acordar fecha y lugar, así como la necesidad de elegir el epígrafe concreto con el que se escribe el orden del día no invitan al optimismo sobre un acuerdo siquiera de mínimos. Tendrá que esperar al año próximo y el calendario electoral no ayuda: Galicia y Euskadi acudirán a las urnas y también habrá elecciones europeas. Así que prácticamente la mitad de año será campaña.