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“El centollo” de Calatrava: se busca comprador para gran superficie fantasma en Oviedo

Un laberinto de tiendas cerradas y pasillos vacíos; una estructura tan sumamente vanguardista que lo más difícil era orientarse en su interior y lo más fácil, que cualquier edificio del skyline de la capital asturiana haya quedado eclipsado ante esta gigantesca estructura de acero blanco. Su nombre (popular), “el centollo”; su autor: Santiago Calatrava.

El Palacio de Congresos de Oviedo es otra creación del arquitecto valenciano y también uno de los proyectos españoles más polémicos y gafados de este siglo. Lo ha sido desde su concepción, allá por 2003. Desde hace casi dos décadas una serie de infortunios y desatinos han salpicado tanto a sus promotores como al arquitecto, pasando por el gobierno municipal que lo encargó. 

En 2019 se cerraron definitivamente las puertas del centro comercial, dejando vacío un espacio de 40.000 metros cuadrados como parte central de un edificio que alberga, a su vez, un centro de convenciones, un hotel y una consejería del Gobierno autonómico. Su coste final 360 millones de euros, multiplicó por cinco el presupuesto inicial. Quien se acerca por allí encuentra ahora una galería comercial fantasma que acaba de salir a subasta en concurso de acreedores. Sus últimos dueños, la empresa RPPSE Espacio Oviedo ha decidido disolver la compañía ante la imposibilidad de asumir los nueve millones de deuda que arrastran. El precio de mercado, ahora sobrepasa los 10 millones de euros, pero el riesgo de hacerse con el Calatrava parece mucho mayor, teniendo en cuenta su historia. Aun no se ha encontrado comprador y el futuro del centro comercial pasa por las manos del fondo suizo Stoneweg y del gobierno municipal de la capital asturiana. Lo siguiente es un repaso de una rocambolesca operación que derivó en ruina.

La operación “de los Palacios”

“Se dilapidó suelo público y acabó mal, regalando estas parcelas a empresas y generando mamotretos sin gestión positiva”. Así explica Ana Taboada, concejal de Somos en el consistorio de Oviedo, la llamada “Operación de los Palacios”.

A finales del siglo XX, dos de las sagas familiares más acaudaladas del Principado, los Cosmen, propietarios de ALSA, y los Sánchez y Lago, poderosos empresarios de la construcción, crearon la promotora Jovellanos XXI. Su objetivo: levantar dos palacios (de congresos y artes) en dos parcelas públicas de Oviedo, la del Vasco y la de Buenavista. Para proyectar ambas construcciones escogieron al flamante Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1999, Santiago Calatrava. Todo parecía ir sobre ruedas, especialmente cuando el gobierno municipal, liderado por Gabino de Lorenzo (PP), diseñó un concurso a medida para la constructora y liberó el suelo. Ese mismo año, ya había inaugurado otro palacio de congresos y auditorio: el Príncipe Felipe. Corrían los primeros 2000, estaban de moda las grandes infraestructuras y más de moda todavía los arquitectos estrella.

Tras la construcción de un aparcamiento en el primer espacio, el del Vasco, se había planteado levantar tres rascacielos a escasos metros de la catedral. Finalmente la tentativa no prosperó y el arquitecto valenciano se desvinculó de este proyecto, hoy Bulevar de El Vasco. En el de Buenavista, sin embargo, todo iba viento en popa.

Una cúpula móvil estática 

En 2003 comienza el derribo del antiguo estadio de fútbol del Oviedo, el Carlos Tartiere, y un año más tarde, las obras para construir el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo. En el centro de la ciudad, emerge este edificio de tres plantas, de 15.600 m2 y 46 metros de altura; con una gran galería comercial (2.300 metros cuadrados), salas de reuniones y multiusos, además de un auditorio con 2.144 butacas. En las alas anexas a la estructura central se ubica el área de Servicios Administrativos del Gobierno del Principado de Asturias, el hotel Eurostars, de 150 habitaciones y un aparcamiento con 1.777 plazas. 

Su elemento diferenciador, además de su descarada presencia sobre los edificios contiguos, es la visera móvil. Se concibió como una cubierta de acero blanco, de 45 metros de altura, 32 láminas y 2.300 toneladas de peso que debía plegarse y desplegarse, cosa que nunca hizo. Por fallos de ejecución permanece estática generando, desde el comienzo, una tensa relación entre el arquitecto y la propiedad, a la que le costó este intento fallido siete millones de euros. No sería el único episodio desafortunado en la historia del Calatrava en Oviedo.

Guerra en los tribunales

En 2006, durante la construcción del complejo, una gigantesca losa que debía sostener el graderío se derrumbó desde 15 metros de altura e hirió a tres obreros. El juzgado de instrucción número 2 de Oviedo impuso al arquitecto y a la empresa promotora una multa de 3,5 millones de euros por no supervisar correctamente la obra.

El siniestro abriría un nuevo capítulo entre la promotora y Calatrava en los tribunales. Calatrava denunció a Jovellanos XXI, exigiendo el pago de 7,28 millones por los honorarios que se le debían; mientras que la empresa presentaría otra demanda pidiendo 25,8 millones al arquitecto por negligencia en la ejecución del edificio, por el derrumbe, la frustrada visera móvil y el pasotismo que le atribuía a la hora de dirigir el proyecto. Pese a todo, en 2008 se inaugura el centro comercial y en 2011 el Palacio de Congresos.

La sentencia llegó en 2014. El juzgado condenó a la propiedad a pagarle lo que exigía el artista y a Calatrava a afrontar 10,5 millones de euros por los fallos en las obras. El inicio de la guerra judicial empezaba a salirle caro al arquitecto valenciano. El precio de su obra también lo había sido: pasó de 76 millones de euros en el presupuesto inicial a los 360 millones que acabó costando.

El último episodio de esta batalla en los tribunales pondría en el tablero de juego al Ayuntamiento de Oviedo. En febrero de 2018, el Tribunal Supremo condenó al consistorio a pagar 18 millones de euros a la empresa Jovellanos XXI. La sentencia supuso un roto importante para las cuentas del gobierno municipal, en aquel momento, liderado por el socialista Wenceslao López Martínez. Que el proyecto del centro comercial Calatrava, el Modoo, fue “un fiasco” para el ayuntamiento, lo certificó el entonces alcalde. En 2019, a pesar de contar con marcas como Primark, Zara, El Corte Inglés o Burger King, la galería cerraba definitivamente sus puertas.

Se busca comprador

“Conseguimos atraer la atención de entidades y fondos con los que mantuvimos varias reuniones. Si bien, tras el estudio pormenorizado, el interés decayó en la mayor parte de los casos”. Así lo explica Carlos Caicoya, miembro del despacho Prendes & Caicoya, administrador del concurso de la propiedad del centro comercial Calatrava. “No obstante, confiamos que el centro sea reabierto contribuyendo a reactivar el barrio en el que se encuentra enclavado”, concluye el abogado en conversación con elDiario.es. El precio de mercado del centro comercial es de 10.270.000 euros, después de la tasación del despacho. 

De momento nadie quiere asumir la propiedad del centro comercial, que ha pasado por las manos de la empresa RPPSE Espacio Oviedo después de tomar en 2017 el relevo de Jovellanos XXI. A pesar sus planes iniciales para reflotar la galería como centro de ocio con salas de cine, la pandemia y la deriva natural del complejo acabarían en la disolución de la empresa. RPPSE desaparece dejando una deuda de más de cinco millones de euros al fondo de inversión suizo Stoneweg y otros dos millones largos de euros al ayuntamiento de Oviedo, por el impago del impuesto de los bienes inmuebles (IBI) de varios años. Son sus principales acreedores, pero no son los únicos. En la lista hay 27 entidades que asumen una deuda total de nueve millones de euros. 

Centro comercial, espacio de ocio o recinto ferial

Ahora, a falta de comprador, la galería comercial quedará en manos de su actual acreedor mayoritario, el fondo de inversión suizo Stoneweg. La deuda de la extinta RPPSE Espacio Oviedo, quedaría saldada con el fondo suizo, pero no con el ayuntamiento de Oviedo, ni con el resto de acreedores. ¿El futuro del “centollo”? Vuelve a estar en el aire y dependerá de Stoneweg. El fondo deberá decidir si realiza un proyecto, si busca un comprador o si llega a un acuerdo con el Ayuntamiento de Oviedo. Las opciones: volver a probar suerte como centro comercial, reformarlo como espacio de ocio o convertirlo en recinto ferial para la ciudad. Dieciocho años después de su construcción todo vuelve a estar por decidir.