El nacimiento oficial de la sexta universidad pública de la Comunidad de Madrid tuvo lugar el 8 de julio de 1996. La Rey Juan Carlos (URJC) que 15 años después organizó el polémico máster de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, surgió como una iniciativa del entonces presidente regional Alberto Ruiz-Gallardón. Pero quien dio forma al proyecto fue el entonces consejero de Educación y Cultura Gustavo Villapalos.
Historiador y miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Villapalos también fue rector de la Universidad Complutense de Madrid entre 1987 y 1995. Un cargo al que accedió, en parte, por la campaña de apoyo en la que participó precisamente la propia Cifuentes.
Al creador de la URJC y primer presidente de su Consejo de Administración y a Cifuentes les une una relación que se remonta a los años 80 del pasado siglo. La hoy presidenta madrileña era entonces una estudiante de Derecho de la Complutense que ya había entrado en política –se afilió a Alianza Popular, predecesora del PP, con 16 años– y que también conocía la militancia estudiantil por su participación en una asociación conservadora de la universidad.
Villapalos, cercano también a Alianza Popular, era entonces catedrático de Historia del Derecho. Según contó El Plural en 2016, Cifuentes participó activamente en los grupos de apoyo para que él se convirtiera primero en decano de la Facultad de Derecho y después en rector. Precisamente en esos grupos conoció la presidenta madrileña a otro de sus amigos, Dionisio Ramos, vinculado después al tamayazo, que formó parte del tribunal de la oposición en la que Cifuentes logró su actual puesto de funcionaria y que entre 2011 y 2012 también hizo el polémico máster de la dirigente madrileña.
En cuanto a Villapalos, a finales de los años 80 y a principios de los 90 se convirtió en amistad lo que hasta entonces era tan solo una relación académica. Como explica Alfonso Merlos en su libro Cristina Cifuentes, Sin Ataduras (La Esfera de los Libros, 2016) él fue primero su maestro, y “después será su amigo”.
Las carreras de ambos crecieron además en paralelo. En 1995 Gallardón nombró al entonces rector consejero de Educación y Cultura. Y ese mismo año Cifuentes, que ya era diputada autonómica desde hacía cuatro, lograba acceder a la dirección de un colegio mayor administrado por la Complutense –universidad de la que Villapalos había sido rector–, el Miguel Antonio Caro. Como contó El Mundo, el paso de la presidenta madrileña por dicha residencia femenina fue decisivo, ya que por primera vez permitió que las estudiantes no tuvieran un horario de llegada, algo revolucionario en la época.
Además de su amistad, la relación entre Villapalos y Cifuentes también era profesional. Mientras el primero era consejero de Educación y Cultura Cifuentes era designada como portavoz del PP en la Asamblea de Madrid del área de Educación y Cultura. Así, era la actual presidenta madrileña la encargada de fijar la postura de su grupo cada vez que Villapalos acudía a la cámara autonómica, y siempre lo hacía a favor de las posiciones del consejero.
Mientras uno era el máximo representante del Gobierno autonómico en materia educativa y la otra portavoz de la materia del PP en la Asamblea, se produjo otro hecho que volvería a vincular las trayectorias vitales de ambos. En diciembre de 1998, Villapalos realizaba varios cambios dentro de su consejería. Y uno de ellos consistía en el nombramiento de un nuevo director general de Patrimonio, puesto que, como contó El País, recayó en Francisco Javier Aguilar, arquitecto que ya había trabajado en numerosas obras de la Universidad Complutense y que no es otro que el marido de la propia Cifuentes.
En 2011, la actual presidenta madrileña decidía iniciar un máster en la Rey Juan Carlos que había sido creada durante el mandato de su amigo Villapalos. Tres años después, en 2014, éste fue nombrado Doctor Honoris Causa de esa misma universidad.