Fueron los dirigentes más poderosos de Ciudadanos, los que acompañaron a Albert Rivera cuando en 2015 el joven líder dejó Catalunya para dar el salto a Madrid y expandir el partido por toda España. Pero del ramillete de hombres y mujeres de sus primeras Ejecutivas ya no queda casi nadie. La mayoría ha ido desapareciendo de la vida política tras la dimisión del fundador y tan solo unos pocos se mantienen en la cúpula de Inés Arrimadas. La lista de bajas en lo que un día fue la primera línea supera la veintena. La presidenta de Ciudadanos, que según ha confesado no se habla con su antecesor más que para felicitarse las fiestas, ve cómo el goteo de salidas continúa desde aquel nefasto 10 de noviembre de 2019, cuando el partido pasó de 57 a 10 diputados. Ahora, al grupo parlamentario solo le quedan nueve.
En 2015 Ciudadanos vivía una luna de miel. También con el establishment e importantes medios de comunicación a los que Rivera llamaba “sherpas” en privado. El partido prometía introducir aire fresco a una vida política dominada por el viejo bipartidismo del PP y PSOE, que para alcanzar la gobernabilidad habían tenido que apoyarse en más de una ocasión en CiU y PNV, los partidos nacionalistas vasco y catalán hegemónicos. La irrupción estatal del partido de Rivera con la nueva etiqueta de “centro”, lo que teóricamente le permitía servir de bisagra para cerrar acuerdos tanto a derecha como a izquierda, fue saludada con entusiasmo por algunas élites. El presidente del Banco Sabadell había dicho por aquellas fechas que se necesitaba “un Podemos de derechas”. Esas y otras simpatías llevaron a muchos a ver en la nueva formación al “partido del IBEX”.
La primera Ejecutiva nacional que configuró Rivera se nutrió de un grupo de dirigentes que en su mayor parte habían compartido con él la aventura de lanzar el partido en Catalunya para “plantar cara al nacionalismo” no español, y que se sentaron con él en el Parlament durante los primeros años de existencia de Ciutadans, el nombre original del partido. Entre ellos destacaba José Manuel Villegas, designado como secretario general, un puesto en el que permaneció hasta poco después de la renuncia de Rivera. Villegas dejó la política prácticamente detrás de su jefe y amigo y después de no haber revalidado su escaño por Almería. Aguantó en el cargo orgánico hasta que cesó la gestora que dirigió el partido, una vez proclamada Arrimadas. En la actualidad, Villegas trabaja con Rivera en un despacho de abogados.
Girauta abrió el baile: “No quiero estar sin Albert ahí”
Uno de los primeros que dio un portazo al nuevo Ciudadanos fue Juan Carlos Girauta. El exportavoz parlamentario tampoco retuvo su escaño por Toledo, la circunscripción por la que se presentó al dejar que la propia Arrimadas encabezara la de Barcelona. “No quiero estar sin Albert ahí. Llámeme romántico, pero no”, reconoció en una entrevista en esRadio.
Medio año después, Girauta anunció que se daba también de baja como afiliado, no sin antes mostrar su desacuerdo en Twitter con el voto a favor que acababa de dar el grupo parlamentario de Ciudadanos a una de las prórrogas del estado de alarma tras el acuerdo alcanzado por Arrimadas con el gobierno de Pedro Sánchez. Su posterior participación en un acto de una fundación de Vox provocó que se le situara cerca del partido de extrema derecha.
Otros, como el entonces secretario de Comunicación, Fernando de Parámo, también amigo de Rivera y el dirigente más joven en aquel momento de su equipo -tenía 32 años- aguantó unos días y, pese a haber logrado escaño por Barcelona, no quiso continuar en la nueva etapa que se abría con Arrimadas al frente. De Páramo se despedía de la política y anunció a través de una carta pública que renunciaba a su acta de diputado.
El escaño lo ocupó otro histórico del partido, José María Espejo-Saavedra, uno de los pocos que queda de aquella dirección riverista. Espejo-Saavedra continúa en la actual Ejecutiva del partido junto al tesorero Carlos Cuadrado, aunque ambos cayeron en desgracia y recientemente han dejado de ser vicesecretarios generales al culpárseles de ser los artífices de la campaña de las últimas autonómicas de Catalunya -Ciudadanos perdió 30 de los 36 escaños que tenía-, y también del fiasco de las negociaciones de la moción de censura en Murcia.
Quien sí aguantó en su cargo, sorprendentemente, fue Fran Hervías, el todopoderoso secretario de Organización y número tres de Rivera. Hervías, apodado señor Lobo y uno de los dirigentes más cuestionados internamente, no solo resistió sino que logró ser nombrado miembro del Consejo General y senador por designación del Parlamento de Andalucía. El exsecretario de Organización es hoy considerado el gran “traidor” de Ciudadanos tras fugarse al PP para orquestar la opa hostil contra su antiguo partido, una operación que cuenta ya con una larga lista de mudanzas.
La dura carta de Carolina Punset a Rivera
De aquella primera Ejecutiva de Rivera también fue muy sonado el portazo que dio la dirigente valenciana Carolina Punset, quien abandonó la formación a finales de octubre de 2018 con una dura carta -adelantada en exclusiva por elDiario.es- en la que acusaba al líder del partido de “blanquear al PP” y de “radicalizar” su discurso en Catalunya. “En Ciudadanos se ha escogido deliberadamente pelear únicamente por el voto de la gente de derechas o, mejor dicho, muy de derechas”, dijo. Punset mantuvo su acta de eurodiputada hasta que acabó aquella legislatura. Desde junio de 2019 trabaja como asesora comisionada para asuntos europeos e iniciativas estratégicas en el Gobierno valenciano del socialista Ximo Puig.
Casi un año después, en junio de 2019, abandonaron la dirección del partido de Rivera otros dirigentes, algunos de ellos por parecidos motivos. Como el exsecretario de Programas, Toni Roldán, al no estar de acuerdo con el veto impuesto al PSOE. “No me voy porque yo haya cambiado, sino porque Ciudadanos ha cambiado. Este no es el contrato que yo firmé”, dijo en su despedida, en la que también rechazó la deriva “derechista” que había emprendido Rivera. Roldán no tardó mucho en incorporarse a la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE), para dirigir un nuevo think tank.
Su marcha fue casi simultánea a la de Javier Nart, quien dejó su puesto en la Ejecutiva por los mismo motivos y posteriormente se dio de baja como militante del partido pero sin renunciar a su escaño en el Parlamento Europeo, que aún conserva, pese a los reiterados llamamientos que le hizo Rivera para que lo hiciera. Arrimadas, pese a todo, parece haberle indultado. De hecho, apareció por sorpresa en un acto de la campaña madrileña para dar apoyo a Edmundo Bal.
Otro que se marchó de Ciudadanos poco después fue Francisco de la Torre, al que Rivera fichó y encomendó junto a Roldán y a Luis Garicano el programa fiscal y económico del partido. De la Torre se fue en julio de ese mismo 2019 y en su carta de despedida le decía a Rivera: “No estoy de acuerdo con el tono, las formas, y especialmente la estrategia política adoptada en los últimos meses. [...] Observo que somos parte del problema y no parte de la solución”. Después de dejar su escaño por Madrid en el Congreso se dio también de baja como militante. Al poco tiempo volvió a su trabajo en la Agencia Tributaria, en donde era inspector de Hacienda en situación de servicios especiales.
Ese mismo verano Rivera vio cómo uno de los históricos dirigentes, el balear Xavier Pericay, cofundador del partido, decidía también dimitir de su cargo como responsable de Educación. Meses después, Pericay publicó un libro, '¡Vamos?', sobre su experiencia en Ciudadanos, muy crítico con Rivera y en el que desvelaba algunos entresijos: “Los cargos electos no podíamos siquiera reunirnos con un afiliado fuera de la sede si no advertíamos previamente al sacrosanto aparato”. “A Rivera le acompañó la soberbia hasta el final”, dejó también escrito. En la actualidad Pericay está retirado de toda actividad política y se dedica a escribir y a participar en conferencias y foros de debate.
Arrimadas y la herencia envenenada
Si Rivera tuvo que enfrentarse ya a las primeras escaramuzas internas al final de su mandato, empleando mano dura contra todos los discrepantes a los que llegó a invitar a fundar otro partido, el hasta ahora corto liderazgo de Arrimadas está resultando, en comparación, un calvario. Antes siquiera de su designación como presidenta de Ciudadanos, la gestora que pilotaba esa transición decidió deshacerse de dos dirigentes críticos con la dirección, de la que formaban entonces parte el asturiano Ignacio Prendes y la castellanomanchega, Orlena de Miguel. Prendes ha impulsado la fundación España Juntos Sumamos, que hace unos días entregó en el Congreso el Premio a la concordia 15 de Junio, que fue otorgado a título póstumo al empresario Jaime Carvajal Hoyos. De Miguel ejerce como profesional de la comunicación en una consultoría.
En el escaso año y medio que Arrimadas lleva al frente de la formación varios dirigentes de su Ejecutiva han abandonado además la militancia del partido. Pero lo más doloroso para ella ha sido ver cómo algunos de ellos se marchaban al PP de la mano de Hervías.
El primer disgusto importante fue comprobar cómo, en febrero pasado, Lorena Roldán dejaba el partido y se iba de número dos de la lista del PP en las elecciones catalanas. La exportavoz nacional del partido y del Senado había sido defenestrada días antes como candidata a la Generalitat y sustituida por Carlos Carrizosa a escasas fechas de las elecciones. Y el resultado fue una crisis interna.
Su antigua compañera de filas, Carina Mejías, exportavoz en el Ayuntamiento de Barcelona, exdiputada nacional y autonómica, y ex miembro de la Ejecutiva de Rivera -que la fichó en 2012 proveniente del PP-, también dejó el partido tras los primeros pactos de Arrimadas con Sánchez. “La decisión tomada ayer [la aprobación del estado de alarma por seis meses] me resulta imposible de compartir, después de estos meses tan difíciles y de una gestión de consecuencias tan devastadoras para todos los españoles, y he decidido no mantener mi militancia en el partido”, dejó escrito en mayo del año pasado en Twitter.
Poco antes, Arrimadas había sufrido su primera baja dentro del grupo parlamentario, la del empresario Marcos de Quinto, uno de los fichajes estrella de Rivera -como Edmundo Bal o Sara Giménez- que dio un portazo a la líder también por su apoyo a los estado de alarma del Gobierno. El empresario, que ha participado de algunos foros de debate con el PP, fue fichado como consejero de Sesé, multinacional aragonesa de la logística. Poco después de dejar el escaño -que ocupó otro antiguo dirigente de la dirección de Rivera, Miguel Gutiérrez-, comenzó también a participar en el programa de Cuatro Todo es mentira, de Risto Mejide, con el que terminó discutiendo y marchándose del plató en plena emisión porque el presentador le afeó que no respetaba los turnos de palabra.
De Quinto acaba de anunciar que prepara junto a inversores nacionales y extranjeros el lanzamiento de un nuevo canal de televisión. Esta nueva cadena, según su impulsor, pretende replicar el modelo de programación de La Sexta, pero con “tintes moderados y liberales”, con una parrilla centrada en los contenidos en directo y la información de última hora.
El grupo parlamentario se quedó el pasado mes de marzo con tan solo nueve diputados después de que el parlamentario por Sevilla, Pablo Cambronero, abandonara la militancia del partido sin dejar su acta, marchándose al Grupo Mixto del Congreso. Casi simultáneamente dejó el partido la veterana diputada alicantina Marta Martín, que fue miembro también de la Ejecutiva Rivera como responsable de Educación. Martín reconoció que no estaba cómoda en la nueva etapa que había abierto Arrimadas, pero ella sí dejó el acta para que la lista corriera y en su puesto entró Juan Ignacio López-Bas. En abril, la exdiputada se incorporó a la Asociación Dislexia y Familia (Disfam), donde coordinará las relaciones con las Administraciones Públicas.
Los abandonos no se han quedado ahí porque el pasado mes de abril dejaba su cargo en la Ejecutiva la canaria Melisa Rodríguez, quien no pudo renovar su escaño y fue relegada de la Portavocía del partido en favor de Edmundo Bal. Con su carta de despedida en Twitter adjuntó un selfie con Arrimadas y Albert Rivera, al que daba las gracias por haberla invitado a formar parte de un proyecto “de centro, liberal, limpio y reformista”, capaz de imprimir “sensatez y sentido de Estado” a la política.
Cantó se fuga al PP y Ayuso le crea un cargo ad hoc
Los sobresaltos para Arrimadas no acabaron ahí. Uno de los episodios más sonados ha sido sin duda la dimisión de Toni Cantó como coordinador valenciano y miembro de la Ejecutiva de Ciudadanos, una decisión que justificó ante la negativa de la líder a acometer cambios tras la severa derrota cosechada en Catalunya y la fracasada moción de censura de Murcia. Su marcha no sorprendió en el partido, como tampoco su posterior salto al PP -con el que pidió una “coalición en Madrid”-, de la mano de Isabel Díaz Ayuso.
El fiasco de su integración en la lista de Ayuso por haberse empadronado en Madrid fuera de tiempo no ha impedido que la presidenta regional lo haya colocado al frente de la Oficina del Español, un organismo sin funciones ni estructura conocidas creado únicamente para darle acomodo en su Gobierno. A la marcha al PP de Cantó hay que sumar la decisión de la exconsejera de Cultura del anterior Gobierno de coalición del PP y Ciudadanos, Marta Rivera de la Cruz, de abandonar la militancia en el partido y volver a formar parte del Ejecutivo de Ayuso en la misma responsabilidad pero como “independiente”.
Pero la de Rivera de la Cruz no ha sido la última fuga. El PP de Madrid se ha convertido en uno de los refugios preferidos de los disidentes de Ciudadanos. Ayuso acaba también de fichar a la exdiputada Patricia Reyes, que será la nueva directora general de Igualdad de la Comunidad de Madrid. Reyes se dio de baja de Ciudadanos en octubre de 2020. La exparlamentaria fue de las que se quedó sin escaño en las elecciones generales de noviembre de 2019. Tres meses después empezó a trabajar en el departamento de Responsabilidad Social Corporativa del Real Madrid, cargo que ha abandonado para volver a la política.
La última figura destacada del partido que ha decidido abandonar la política ha sido el exvicepresidente del Gobierno de Madrid, Ignacio Aguado. Cedió la candidatura a la Asamblea regional en las elecciones del 4 de mayo a Edmundo Bal, quien sufrió una derrota sin paliativos dejando a Ciudadanos sin representación. Aguado ha fichado por el programa de televisión que conduce Risto Mejide, Todo es mentira, siguiendo los pasos de otros ex de Ciudadanos como Javier Nart, Ángel Garrido -que también anunció que dejaba la politica-, y Juan Carlos Girauta, o Cantó y De Quinto, que ya no están.
Ciudadanos acaba de celebrar el decimoquinto cumpleaños y en su reciente convención se ha reafirmado como una formación “liberal” que pudo gobernar España en coalición tanto con el PSOE como con el PP si, como muchos analistas opinan, Albert Rivera no hubiera cometido tantos errores durante sus últimos años de liderazgo.