El batacazo tuvo lugar el 10 de noviembre y fue de tal calibre que se ha llevado por delante al líder que monopolizó durante trece años la historia del partido. Pero los efectos de perder 2,6 millones de votos y 47 de los 57 diputados para quedarse en 10 van mucho más allá del fin de la carrera política de Albert Rivera: han sumido a Ciudadanos en la irrelevancia política, como sexta fuerza, sin ningún papel en la formación de Gobierno y fuera de los órganos claves del Congreso de los Diputados.
Esta semana el partido se daba de bruces con esa dura realidad. La constitución del Congreso dejaba en evidencia el escaso protagonismo que va a tener Ciudadanos a partir de ahora con sus diez diputados y ocho senadores en la Cámara Alta, todos por designación autonómica, tras perder los cinco escaños de elección directa en los anteriores comicios. En el Senado, no obstante, esperan conseguir al final grupo propio –se necesitan 10 escaños– gracias al parlamentario de Navarra Suma y otro que previsiblemente les 'prestará' el PP. Esto les supondría un alivio económico, ya que les reportaría el cobro de las subvenciones fijas: 15.200 euros mensuales extras, más otros 1.900 por cada miembro del grupo, según el régimen económico de esa Cámara.
En el partido aseguran que su situación financiera no es de momento preocupante gracias al ahorro en gastos que lograron en los últimos años, que les ha supuesto un 'colchón' considerable para poder ir tirando.
Entre tanto, la dirección del partido trata de mandar mensajes alentadores a unas bases que se encuentran muy revueltas y piden mayor participación. La propia Arrimadas anunciaba en un corrillo con periodistas en el 41 aniversario de la Constitución sus deseos de contar más con sus opiniones. Además, está dispuesta a demostrar que son un partido “de centro” y “útil”, para seguir siendo influyentes e incluso decisivos a la hora de alcanzar algunos acuerdos en el Parlamento.
La idea que se traslada es que quedan las instituciones donde gobiernan de la mano del PP y eso les parece un plus muy positivo. “Gobernamos a más de 20 millones de personas y en más de 400 municipios”, repiten como un mantra, mientras el partido de Pablo Casado ha iniciado una opa para quedarse con los restos del naufragio.
Fuera de la Mesa del Congreso y con escasa visibilidad
La situación no es nada alentadora. Para empezar, el partido se ha quedado fuera de la Mesa del Congreso, donde aspiraban a poder ocupar al menos un secretaría, en virtud de los pactos con las derechas. La semana empezó con ciertas esperanzas. El lunes, José María Espejo-Saavedra, el secretario general del grupo parlamentario en sustitución de Miguel Gutiérrez –que no ha logrado revalidar su acta de diputado por Madrid–, estuvo negociando con unos y otros con la esperanza de que al menos los de Casado les salvaran de quedarse fuera de la Mesa, una circunstancia contra la que han luchado desesperadamente conscientes de que es un pésimo comienzo de legislatura. Saben que con tan solo diez diputados van a ser irrelevantes.
Pese a que a medida que pasaban las horas veían el panorama cada vez más negro, siguieron peleando hasta el último momento. Para su contrariedad, al final el partido de Casado prefirió garantizarse sus dos sillones y tampoco lograron que Vox les apoyara para desplazar en la última de las secretarías a Unidas Podemos y que entraran ellos. Los socialistas dejaron igualmente a su suerte al partido que tendió un cordón sanitario no solo a Pedro Sánchez, también a otros dirigentes como el candidato en Madrid, Ángel Gabilondo.
La desazón no se disimuló en Ciudadanos. Arrimadas desveló después que el día anterior el PSOE les había asegurado que iba a prestarles los votos necesarios para tener un puesto, pero el mismo martes, “sin dar ningún motivo, se han echado atrás”, lamentó. La portavoz se desahogaba más tarde en Twitter lamentando que en lugar de Espejo-Saavedra, “que luchó desde la Mesa del Parlament contra el golpe de Estado, estará Pisarello, la mano derecha de Colau”.
Tras las votaciones, también Espejo-Saavedra, resignado y visiblemente cariacontecido, se explayaba con los periodistas. “El PSOE ha preferido a Vox en la Mesa del Congreso y no a Ciudadanos. Y Vox ha preferido a Podemos en la Mesa del Congreso y no a Ciudadanos”, afirmaba. El diputado por Barcelona sabe por su experiencia en Catalunya la importancia que tiene pertenecer al máximo órgano de gobierno de la Cámara, que es por donde pasan todas las iniciativas parlamentarias, tanto las que presenta el Gobierno como las de los grupos de la oposición. Además de dar una mayor visibilidad a su partido, el tener una secretaría en la Mesa le habría supuesto un importante complemento económico a añadir a su sueldo base como diputado y a la asignación por gastos de mantenimiento por ser de Madrid o de otra circunscripción. En total si se suman todos los complementos como secretario de la Mesa, los gastos de representación y de libre disposición, la cifra extra supera los 2.600 euros mensuales.
Arrimadas busca no quedarse fuera del foco
En Ciudadanos asumen que a partir de ahora van a tener que esforzarse mucho para no desaparecer del foco mediático al que estaban acostumbrados con Albert Rivera. Para empezar, al ser la sexta fuerza política, ya no se sentarán en el hemiciclo en lugares tan visibles como antes. Salvo que el PP y el PSOE les echen una mano en el reparto, todo parece apuntar a que se les colocará en las últimas filas, denominadas en el argot parlamentario como 'el gallinero', donde antes estaban los diputados de Vox. El día de la constitución de las Cortes, los de Abascal ya quisieron que se visualizara su nueva hegemonía en la Cámara y se pelearon –literalmente– con algunos diputados de Ciudadanos, como Marcos de Quinto, por sentarse en las primeras filas, donde antes estaban los de Rivera.
Y eso solo ha sido el comienzo de una pugna entre las derechas que se prevé a cara de perro. Después llegará el reparto de presidencias de las comisiones y los de Arrimadas, que llegaron a presidir tres, comprobarán la dificultad de ostentar algunas de ellas. Eso también dependerá de la 'generosidad' del PSOE, de Unidas Podemos y del PP, porque con diez diputados no pueden aspirar a gran cosa. “El PNV con 5 diputados logró presidir comisiones. ¿Por qué no vamos a conseguirlo también nosotros con 10?”, razonan los dirigentes del grupo parlamentario intentando ver el vaso medio lleno.
Por si fuera poco, su 'cupo' para presentar iniciativas en la Cámara baja queda ahora mermado al igual que la posibilidad de que Arrimadas pregunte al presidente del Gobierno en las sesiones de control al Gobierno de los miércoles. Lo hará pero muy de cuando en cuando. Su visibilidad, por lo tanto, quedará sensiblemente reducida. En el partido tratan de restar a eso importancia: lo importante “es la calidad, no la cantidad”, dicen, confiando en la 'pegada' de Arrimadas.
¿Qué hacer ante esta nueva situación? “Tomar iniciativas”, afirman los dirigentes de Ciudadanos. De ahí que la primera propuesta que lanzaba Arrimadas al inicio del curso político fuera la de ofrecer a Pedro Sánchez un acuerdo a tres para cerrar un gran pacto de Estado entre constitucionalistas de “221 escaños” –los 120 del PSOE, los 89 del PP, los 10 de Ciudadanos y los 2 de Navarra Suma–, que evite que el líder del PSOE termine “en brazos de populistas y nacionalistas”, una jugada parecida a la que hizo in extremis Rivera en un intento inútil de frenar las nuevas elecciones del 10N.
La propuesta de Arrimadas, que pasa por sentar en la Moncloa a los tres líderes para valorarla, tendrá corto recorrido a tenor de las repuestas que ya le han dado tanto Sánchez como Casado. El presidente en funciones ha dicho que recibirá a Arrimadas por un lado y a Casado, por otro. El líder del PP ha rechazado también la propuesta. “Uno a uno. Es lo sensato, ¿no?”, replicaba Casado al ser preguntado por eldiario.es durante la recepción del 41 aniversario de la Constitución celebrado este viernes en el Congreso.
Otros dirigentes llegaban más lejos y aseguraban que hay “otra fórmula” si naufragan las negociaciones entre Sánchez y ERC: la de los “130 escaños”, es decir, la suma de los del PSOE más los 10 de Ciudadanos, que incluso valoraría entrar en el Gobierno siempre y cuando el presidente en funciones rompa primero con Iglesias. Pero para ello tendría que darse casi una carambola: que el PSOE se mostrara por la labor y que el PP, si decidiera no sumarse, se abstuviese para garantizar que esa fórmula saliera adelante en segunda votación. Y en ese escenario todo apunta a que los de Casado se inclinarían más por forzar unas terceras elecciones generales antes que por dejar gobernar al partido que quieren fagocitar.
En el mismo corrillo con periodistas, Arrimadas lógicamente no se mojó tanto pero dio a entender que está dispuesta a distanciarse de la anterior etapa bajo el hiperliderazgo de Albert Rivera con el que asegura que “habla mucho”, pero que no le da “consejos”.
La portavoz parlamentaria quiere llegar a la Asamblea General de marzo con las manos libres, sin “ataduras” para configurar su equipo y su proyecto. Aunque sobre la composición de su nueva Ejecutiva no quiso adelantar nombres, no ocultó que ya tiene en mente algunas de las personas que podrían formar parte de esa candidatura que presentará a las primarias en marzo.
En esa recepción del viernes hubo escenas que dejaron algunas pistas. A su alrededor pululaban el jefe de la delegación europea del partido, Luis Garicano, que ha enterrado su fama de 'crítico' y que posiblemente se convertirá en una pieza clave del nuevo equipo de la jerezana. También estaban la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, y el alcalde de Granada, Luis Salvador, uno de los pocos ayuntamientos de peso que gobierna ahora Ciudadanos. Y dos de los fichajes de Rivera: Edmundo Bal, que será el portavoz adjunto del grupo y un dirigente que gana cada vez más peso en el partido, y la diputada por Madrid, Sara Giménez, que ha sobrevivido al 10N.
Lo que sí dejó caer Arrimadas es que Fran Hervías podría formar parte de su lista aunque no como secretario de Organización –cargo que ostenta en la gestora recién constituida– sino “con otro cometido”. El que no estará será José Manuel Villegas, que de forma interina ejerce estos meses como interlocutor del PSOE al ser el secretario general de ese órgano provisional. Fuentes socialistas aseguraron a eldiario.es en la recepción del Congreso que los de Ciudadanos “tienen lo que se merecen” pero reconocen que a ellos les viene bien contar con un partido de “centro” si Arrimadas se decide a moderarlo. De hecho, desvelan que después del 10N contactaron con Villegas para ver las posibilidades de un acuerdo territorial, pero aseguran que este supeditó cualquier decisión a lo que decida Arrimadas como futura líder de Ciudadanos. Según las mismas fuentes, la dirigente, por su parte, evitó coger el teléfono.
“Errores de estrategia” y de “comunicación”
En la propia dirección de Ciudadanos reconocen ahora que en la última etapa de Rivera cometieron “muchos errores de estrategia” y de “comunicación” y quizá no supieron explicar bien el giro de última hora que hizo el líder en septiembre al levantar el veto al PSOE y ofrecer un pacto para investir a Sánchez con unas condiciones que sabían que el líder del PSOE no iba a asumir.
Igualmente sostienen que los factores que llevaron al mal resultado del 10N tuvieron que ver no solo con errores propios, sino también con circunstancias externas. Lo que tienen claro es que no deben cambiar de “ideario” sino simplemente acometer “cambios estructurales y de estrategia”.
En cualquier caso, los dirigentes que aún permanecen activos van asumiendo que las cosas han cambiado y que Ciudadanos se prepara para una dura travesía en el desierto en la que nadie se sujeta ya la lengua, como ocurría en tiempos de Rivera. Los críticos han decidido dar sus opiniones y así lo hicieron en el último Consejo General del partido, en el que la tensión fue el denominador común después de que varios consejeros mostraran un gran enfado por haberles impedido conocer previamente la lista con los nombres de la gestora e imponer una votación sin debate previo. Una tensión que en Ciudadanos minimizan y creen que fue pasajera.