El rechazo frontal al sanchismo y a la política del presidente del Gobierno en Catalunya ha vuelto a unir a Ciudadanos, PP y Vox, justo cuando los de Albert Rivera parecían decididos a alejarse del partido de la extrema derecha y huían de esa foto a tres en la que tanto les molesta que se les coloque.
En el partido de Rivera, pese a compartir estrategia sobre Catalunya con esas dos formaciones, son muchos los dirigentes que reconocen que no se sienten cómodos ni con los mensajes radicales y subidos de tono que está lanzando Pablo Casado contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni tampoco con las diatribas no menos incendiarias de Santiago Abascal.
Pero hay algo más poderoso que les une a los tres: el voto de un electorado de centro derecha por el que compiten y del que dependen para sacar buenos resultados en las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo. La competición por ese espacio es descaradamente feroz. Tanto el PP como Ciudadanos aspiran a ser los que lideren las futuras alianzas de gobierno, mientras Vox sabe que va a ser la llave de muchos de esos posibles pactos de la derecha. Tal y como ha ocurrido en Andalucía.
Allí los de Rivera lograron la cuadratura del círculo: cerrar ese acuerdo a tres pero sin que se les viera en una sola foto con los dirigente de Vox. Fueron los populares los que llevaron el peso de todas las negociaciones con el partido de Abascal, con el que Albert Rivera también evitó la foto en la concentración que hace unos meses convocó su plataforma, España Ciudadana, en Alsasua.
Tras salvar el escollo andaluz, en Ciudadanos han estado esforzándose en distanciarse de los que ahora prefieren denominar “populistas”, insistiendo en que ese cliché no tenía que ser extrapolable a las futuras elecciones de mayo. Ni necesariamente tampoco a las generales.
El aviso a Rivera de los socios europeos de Alde de que “con la extrema derecha no se puede pactar nada” y el rechazo de Manuel Valls a repetir ese mismo escenario parecía que había calado en Ciudadanos. En el partido incluso abrieron la puerta a futuras alianzas con dirigentes críticos con el sanchismo.
Pero la alta tensión política generada tras la decisión del presidente del Gobierno de sentarse a negociar en Catalunya con los independentistas, con un relator por medio -aunque luego haya resultado frustrada-, ha vuelto a llevar a los tres partidos a compartir escenario en una gran concentración en Madrid a favor de “la unidad de España” y para pedir elecciones. El hecho de considerar que estamos ante “una emergencia política” por esas supuesta cesiones a los “separatistas”, incluso ha obligado también a Valls a anunciar su presencia el domingo en Madrid.
La manifestación fue convocada primero por el PP, y, casi de inmediato, por Ciudadanos, sumándose a ella Vox y UPyD. Además, se han adherido al acto otras formaciones ultraderechistas, como Falange de las Jons, España 2000 y el grupo neonazi Hogar Social Madrid.
En Ciudadanos intentan restar importancia a la presencia de Vox en el acto y aseguran que no se sienten “incómodos” por compartir espacio con Abascal. Añaden que no se van a prestar a la foto a tres que Pablo Casado quiere propiciar. “No es una manifestación de partidos”, “los protagonistas van a ser los ciudadanos, que están por encima de todas las siglas”, alegan.
Para que quede claro, han emitido un comunicado en el que rechazan la presencia en la plaza de Colón “de aquellos grupos que no defiendan los valores democráticos y de convivencia”, mientras apuntan que “serán bienvenidas todas aquellas personas que defiendan la Constitución, nuestra democracia y respeten las leyes”.
El acuerdo del acto del domingo, muy complicado
Cerrar el acuerdo sobre este acto contra el Gobierno de Pedro Sánchez -que se mantiene pese a la rectificación del presidente- ha dado muchos quebraderos de cabeza a los de Rivera, que rivalizan con los de Casado y los de Abascal por rentabilizar la concentración. Lo que han dejado claro es que no habrá foto a tres. Consideran que una cosa es coincidir en una manifestación en el rechazo a Sánchez y a “su política kamikaze con los populistas y los independentistas”, y otra “que parezca que comulgamos con Vox y sus ideas xenófobas y retrógradas”, según comentaba un dirigente de Ciudadanos a eldiario.es.
Esas diferencias con el partido de extrema derecha se acaban de apreciar en la Asamblea de Madrid, donde Ciudadanos acaba de registrar una proposición no de ley para declarar la semana del Orgullo LGTBI en Madrid “fiesta de interés turístico regional”, con la pretensión incluso de que sea también en el futuro declarada de “interés nacional”. La idea ha chocado con Vox que han pedido trasladarla a la Casa de Campo. “Hay partidos que nos quieran devolver a los años cincuenta”, lamentó el portavoz regional, Ignacio Aguado, apuntando al partido de extrema derecha.
Precisamente Madrid va a ser uno de los escenarios en donde el voto va a estar más polarizado entre la izquierda y la derecha. Todos los sondeos dan a Ciudadanos muy buenas perspectivas, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad. Pero los de Rivera saben las dificultades que van a tener después de mayo porque aunque logren muy buenos resultados, las posibilidades de gobernar con el PP siempre van a depender de Vox. No solo en Madrid sino en otras autonomías.
Pero mientras Aguado no disimula su animadversión por los de Abascal, la portavoz municipal, Begoña Villacís, se ha mostrado abierta a reeditar el acuerdo andaluz, es decir, un pacto con el PP pero con el “apoyo externo” de Vox.