Albert Rivera y Santiago Abascal se enzarzan en una batalla cruzada a menos de un mes de las elecciones

La proximidad de las elecciones ha desatado definitivamente las hostilidades entre Albert Rivera y Santiago Abascal. Ambos líderes políticos han iniciado una batalla centrada en un intercambio de ataques para disputar cada voto de la derecha. La proximidad de las elecciones generales ha acabado con la paz de estos dos dirigentes políticos que hasta anteayer se presentaban como amigos. No hace tanto, en octubre de 2018, en un desayuno informativo de Europa Press, Albert Rivera retaba a Santiago Abascal y al resto de los españoles a esperar a las siguientes elecciones -las andaluzas- para comprobar si “la extrema derecha tenía recorrido en España”.

Unos días antes, para sorpresa de muchos, Vox había logrado abarrotar hasta la bandera la antigua plaza de toros de Vistalegre de Madrid, uno de los recintos emblemáticos de la izquierda en épocas electorales. 10.000 personas y otros miles que se quedaron fuera marcaron todo un hito para la formación ultra, que en ninguno de sus intentos anteriores -y fueron muchos- había conseguido sacar representación en nuestras instituciones, salvo en algunos municipios pequeños

Pese a aquel rotundo éxito de Vistalegre, Rivera se dedicó durante aquel desayuno a minimizar la futura presencia de Vox en las comicios andaluces, que estaban prácticamente al caer. Los dirigentes de Ciudadanos optaron por ignorarlos y cuando se les preguntaba por ellos, ni citaban siquiera a la formación de extrema derecha ni a su líder por su nombre. Era “ese partido al que usted se refiere”.

El empeño de Vox en unir sus fuerzas a las de Rivera en algunas de las concentraciones contra los “populistas y separatistas”, en lo que ambos coincidían, molestaba en Ciudadanos. “No podemos impedir que haya otros partidos que quieran parasitar nuestros actos”, refunfuñaron tras la decisión de Abascal de llevar hasta Alsasua (Navarra) a sus fieles en un mitin organizado por la Plataforma España Ciudadana, impulsada por Rivera, a favor de la Guardia Civil y de la unidad de España.

De hecho, el día en el que se presentó esa nueva plataforma, un acto que alcanzó gran relevancia mediática después de que Marta Sánchez lo clausurase entonando su versión del himno de España, el líder de Vox le dio la bienvenida a este colectivo lanzando una pequeña pulla a su rival político. “La España que madruga despertó el 29 de septiembre y el 7 de octubre y Albert no quiso acompañarla porque estaba dormido. ¡Bienvenido Albert!”, aludiendo de esta manera a las concentraciones convocadas por la la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), que fue promovida por el propio Abascal.

Llegaron las elecciones andaluzas y el susto de los 12 escaños se les atragantó. Había que pactar un Gobierno con el PP que inexorablemente dependía de Vox. En Ciudadanos empezaron a hacer todo tipo de piruetas para no mancharse firmando con ellos ningún acuerdo, y mucho menos aparecer en la foto con sus principales dirigentes. El PP le ayudó con generosidad a salir de aquel trance. A Pablo Casado, sin embargo, no le dolieron prendas a la hora de mostrar sus coincidencias con quien militó durante varias décadas en el partido que ahora él lidera y con quien comulga en muchas de sus ideas.

Mientras tanto, en Ciudadanos la estrategia seguía siendo hablar de Vox lo menos posible, evitando etiquetarlo como un partido de “extrema derecha” o “ultraderechista”. A lo más que llegaban Rivera y los dirigentes del Cs era a tacharles de “populistas”.

Sin embargo, la postura clara y contundente de Manuel Valls solicitando un “cordón sanitario” que cercara a esta formación, provocó que Abascal subiese el tono contra Rivera tanto en su cuenta de Twitter como en sus actos. En su perfil en esa red social llegó a asegurar que el presidente de Ciudadanos era un “petit Macron” y que estaba “henchido de cosmopaletismo”.

Junto al presidente del partido, el excompañero de Gobierno de François Hollande se ha convertido en otra de las dianas preferidas por la formación de extrema derecha. “Entiendo que en Francia tampoco te aguantan, pero eso no es culpa nuestra. Vete a Martinica o algo”, le espetó Abascal a Valls, también en Twitter, tras una entrevista en El País en la que insistía sobre la necesidad de que no se negociase con Vox. El número dos de Rivera, José Manuel Villegas, decidió salir en defensa del exprimer ministro francés y replicó a Abascal que entendía que a él le gustara más “hacerse fotos con Le Pen”.

Llegó el mitin de la plaza de Colón y todos los esfuerzos de Rivera para no contaminarse de Vox, como les exigían también sus socios europeos, se les fueron al traste. Abascal, Casado y Rivera saltaron a las primeras páginas de todos los medios en una foto para la historia. El “trifachito”, los “trillizos reaccionarios”, les bautizaron desde Unidas Podemos y el PSOE.

Los meses han ido pasando y tras la disolución de las Cortes y el adelanto electoral, todas las encuestas han continuado reflejando el crecimiento notable de Vox mientras la formación de Rivera empezaba a perder fuelle. En Ciudadanos se encendieron las alarmas, y lo que lo que al principio era una simple preocupación ha terminado en tornarse casi en pánico.

Los estrategas de Rivera sentenciaron que la tregua se había acabado a pesar de que algunos analistas aseguran que la fuga de votantes de centro derecha hacia el partido de Abascal -tanto del PP como de Ciudadanos- que ha sido hasta ahora un goteo imparable, ahora parece frenarse.

Da igual porque la guerra está ya declarada. Primero fueron solo algunas escaramuzas que se iban cruzando entre los dirigentes de ambos bandos. Bien a cuenta de sus antagónicas postura sobre el feminismo, la gestación subrogada, el aborto, o la regularización de las armas de fuego, como pide Vox para la defensa personal de los ciudadanos.

Pero ahora Rivera ha decidido pasar al ataque y se ha enzarzado prácticamente en un cuerpo a cuerpo con el que antaño era su “amigo”, al que llamaba “Santi”. Por su parte, todos los líderes nacionales de Vox han aumentado también las descalificaciones a sus rivales electorales. En los mítines y en las intervenciones en medios de comunicación se refieren a Ciudadanos como la “veleta naranja” y a Valls como el “gallo francés”.

Las declaraciones este lunes por la noche del líder de Ciudadanos en una entrevista en Antena 3 en la que Rivera aseguró que “no hay que dar más protagonismo a partidos que proponen que haya pistolas en cada casa, o que pueda haber tiroteos en los colegios” o “que los gays sean considerados enfermos”, ha desatado la caja de los truenos.

Y ahí es cuando Abascal ha sacado todo su artillería pesada contra Rivera. “Tú sí que estás enfermo Carlos Alberto”. “Eres una mentira con patas”, le respondía en Twitter. El líder de Vox no se mordió la lengua y añadió que “los amos” de Rivera, Macron y Soros, le han ordenado atacar al partido de ultraderecha. “Pero como solo se te ocurran esas mentiras tan burdas te van a echar”, ha precisado, añadiendo que el presidente de Ciudadanos “no sirve ni para difamar”.

Antes de este tuit, este lunes evitó pronunciarse sobre el líder de Ciudadanos en una entrevista en Esradio. Preguntado por “una cosa buena de Casado”, aseguró que “es una persona amable y cordial”. Cuestionado después sobre Rivera, su respuesta fue el silencio y lamentó que tras los comicios andaluces esta formación les haya “humillado” y puesto a las “órdenes” del presidente de la República francesa y Valls.