Llegó a Legorreta con 14 claveles en la mano, uno por cada año transcurrido desde que participó en el asesinato del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui.
Los 14 claveles con los que el exetarra Ibon Etxezarreta acudió ayer al acto íntimo de recuerdo a Jáuregui para dejar un gesto y una imagen para la historia: la primera vez que un condenado de ETA honra en persona la memoria de su víctima.
Maixabel Lasa, la viuda de Jáuregui, sabía desde días antes que Ibon Etxezarreta, el terrorista que aquel 29 de julio de 2000 condujo el coche en el que huyó el comando que asesinó a su marido, deseaba asistir personalmente al acto.
El condenado le había solicitado autorización para acudir a través de su abogado y Maixabel Lasa, exdirectora de la oficina de atención a las víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco, decidió concedérselo.
“Le dije que no había ningún inconveniente, pienso que puede ser un paso hacia adelante en este camino que se han marcado los que están en la llamada 'vía Nanclares'”, explica a EFE Maixabel Lasa.
A Etxezarreta, condenado a 43 años de prisión por participar directamente en el asesinato, le quedaban dos días de permiso durante 2014 y, tras saber que contaba con el visto bueno de la viuda de su víctima, optó por agotarlos para estar presente en el homenaje íntimo que todos los años ofrece la familia y allegados de Jáuregui en el monte Burnikurutzeta.
Antes de subir al monte, el exterrorista paró en el centro de Legorreta, ante la escultura que Joxe, el hermano de Maixabel, creó para recordar a su cuñado.
Allí dejó Etxezarreta los 14 claveles, 13 rojos y 1 blanco, símbolo de este año diferente, en el que ha cerrado de esta manera el proceso de perdón y arrepentimiento que el recluso emprendió en su día y que le llevó a separarse definitivamente de ETA.
Lo hizo ante la viuda de Jáuregui y varios amigos y también ante otras víctimas, como los familiares del excolumnista de El Mundo José Luis López de Lacalle, asesinado por la organización terrorista dos meses antes que Jáuregui.
Después subió al monte con el resto de invitados y asistió al homenaje, en el que Lasa advirtió a todos los presentes de la presencia de uno de los verdugos de su marido: “Nadie le reprochó nada, todo lo contrario, le dieron ánimos. Él estaba muy emocionado”, explica la viuda.
Etxezarreta habló allí con otras víctimas, como la viuda de Lacalle, Mari Paz Artolazabal. “Me dijo que había estado encantado de poder hablar con ella”, dice Lasa, quien añade que después se marchó porque tenía que volver a la cárcel de alavesa Zaballa a las 17.00 horas.
Ibón Etxezarreta había pedido entrevistarse con Maixabel Lasa durante la legislatura anterior, cuando se puso en marcha el programa de “encuentros restaurativos” y varios exmiembros de ETA pudieron conocer en persona a víctimas del terrorismo.
“Luego el Gobierno del PP lo cortó todo y no pudo ser”, recuerda Lasa, quien recibió una carta del exetarra y quedó en reunirse cuando pudiera salir de permiso.
La cita fue en mayo de este año, fuera de la cárcel, en un permiso carcelario y en presencia de dos de las personas que habían actuado como mediadores en el abortado programa de encuentros entre antiguos etarras y víctimas.
En esa reunión Etxezarreta manifestó a Lasa su deseo de acudir algún día al acto de homenaje a Jáuregui, tal vez el año que viene, aunque cambió de opinión cuando vio una entrevista a Maixabel Lasa en televisión el pasado 19 de julio.
Finalmente el encuentro se produjo y las dos partes decidieron que sería positivo que se hiciera público, por lo que remitieron algunas imágenes a determinados medios de comunicación.
“Esto no puede traer nada malo. Puede hacer recapacitar a otra gente”, reflexiona Lasa, quien recuerda el mensaje hecho público ayer por el propio preso, en el que reconocía el daño causado y reclamaba a Sortu que abandone su “silencio e inmovilismo”.