El comisario José Manuel Villarejo anotó a mano una supuesta petición de ayuda por parte del que fuera su jefe en la brigada política, el comisario Eugenio Pino, para que declarara a su favor en la causa conocida como “el pendrive de los Pujol”. Pino, el mando que el Partido Popular puso a dirigir la Policía en 2012, está hoy procesado por intentar introducir información robada en la causa que se sigue contra varios miembros de la familia del expresident catalán en la Audiencia Nacional.
Entre los archivos incautados al comisario que se han podido desencriptar existen conversaciones en las que Villarejo se refiere a la obtención del famoso pendrive, que acabó en manos de los agentes de la UDEF, no sin antes pasar por las manos de varios miembros de la policía política, quienes se contradicen en sus declaraciones judiciales. Esos audios, junto a las anotaciones manuscritas del comisario jubilado, han sido enviados por la Fiscalía Anticorrupción a sus compañeros de Madrid, quienes tienen pendiente la decisión de presentar acusación contra Eugenio Pino.
El titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Madrid, Javier Pérez Pérez, dictó el pasado noviembre auto de pase a procedimiento abreviado (el equivalente al procesamiento para delitos castigados con menos de nueve años) contra el comisario Pino y uno de los miembros de la brigada política a sus órdenes, Bonifacio Díaz. Les atribuye los delitos de revelación de secretos, fraude procesal y falso testimonio. La acusación de Jordi Pujol Ferrusola ya ha pedido dos años y medio de cárcel para los policías.
En su auto, el juez dice que la declaración como testigo de Villarejo, así como otras, en fase de instrucfción, “nada aportan sobre la procedencia del pendrive, si bien tampoco corraboran la versión del investigado (en referencia a Pino)”. Del comisario Villarejo, en concreto, dice que no se le puede “conferir una alta fiabilidad”.
A continuación, explica que Villarejo declaró que alguien apodado Robin le ofreció el citado pendrive y que aportó de esa persona dos números de teléfono. La instrucción determinó que Robin es el inspector Rubén Eladio López, mano derecha de Marcelino Martín-Blas, exjefe de Asuntos Internos de la Policía. Martín-Blas, que también realizó encargos “políticos” para el Gobierno del Partido Popular, se enfrentó después a Villarejo y se convirtió en uno de sus peores enemigos.
El juez del caso Pujol, José de la Mata, sospechó del intento de la UDEF por ampliar de forma irregular la investigación contra los Pujol a través de la información del pendrive. Enseguida detectó contradicciones en las explicaciones de la Policía sobre el origen de la información, extrajó esos datos para no contaminar el resto de la causa y abrió una pieza separada. Tras los testimonios contradictorios de los mandos policiales concluyó que había indicios de varios delitos, entre ellos haber mentido al comparecer como testigos, y remitió la causa a la justicia ordinaria.
Entre la documentación incautada al comisario Villarejo en noviembre de 2017 hay varias libretas que conforman una suerte de diario personal en el que Villarejo anota citas con contactos y clientes, su resultado, así como reflexiones personales. Todo ello de un modo un tanto críptico. La afición a bautizar sus dosieres con nombres originales, que aludieran de algún modo a los encargos que recibía, también aparece en este diario. Es frecuente, afirma quien lo ha visto, que utilice “motes” para referirse a las personas.
Imputado por atacar a la doctora Pinto
El comisario Villarejo está imputado en el Juzgado de Instrucción número 39 de Madrid por haber pinchado presuntamente a la doctora Elisa Pinto en abril de 2014 mientras le decía: “López Madrid quiere que cierres la boca”. Para esa imputación ha resultado fundamental el reconocimiento que hizo la doctora en una rueda de reconocimiento que se retrasó en dos ocasiones.
El 16 de julio de 2015, la Dirección de la Policía firmó un escrito en el que excusaba la presencia del policía por estar realizando una misión en el extranjero. La jueza lo intentó otra vez el 3 de septiembre de ese mismo año, pero obtuvo una respuesta similar. Es en alguno de esos dos momentos, después de que se retrasara la rueda de reconocimiento, cuando Villarejo plasma por escrito su convencimiento de que la mujer lo va a reconocer, como finalmente ocurrió.