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La crisis de los pactos enreda al PP de Feijóo en sus contradicciones sobre Vox

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, flanqueado por Ayuso, Moreno y otros barones del PP. En primera línea, María Guardiola (Extremadura); detrás, Carlos Mazón (C. Valenciana).

Aitor Riveiro

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Alberto Núñez Feijóo fue aupado como líder del PP en una reunión de los dirigentes regionales al margen de los estatutos del partido. Aquella madrugada de febrero de 2022, los barones llevaron a Feijóo en volandas a Madrid, y el partido fundado por Manuel Fraga y otros exministros franquistas dio un giro interno que se ratificó dos meses después en un congreso extraordinario en el que el peso de los territorios creció, y mucho. Una ‘baronización’ que no ha dejado de aumentar hasta estallar en las negociaciones con Vox para ayuntamientos y comunidades.

Un ‘sálvese quien pueda’ que lastra la construcción del proyecto estatal que ha defendido Feijóo desde abril del año pasado, y que ha sumido al PP en un torbellino de contradicciones que impide a su candidato defender el mensaje de que no tiene intención de pactar con la ultraderecha para llegar a la Moncloa tras las elecciones del 23 de julio.

El que más corrió para salvarse fue el candidato en la Comunitat Valenciana. Carlos Mazón ganó las autonómicas del pasado mes de mayo, pero la aritmética de las Cortes dejaba su investidura en manos de Vox. El partido ultra, con su negociador en jefe Kiko Méndez Monasterio desplazado a Valencia para atar el acuerdo, arrancó una Vicepresidencia y varias consejerías, además de borrar la “violencia machista”. 

Mazón aseguró que Feijóo le felicitó por el pacto que permitirá a Vox decidir el destino de unos 1.500 millones de euros del presupuesto de los valencianos. En la dirección nacional del PP nadie lo ha desmentido, como tampoco han confirmado si el líder acudirá a la toma de posesión del próximo jefe del Consell. Este mismo viernes, por ejemplo, sí asistirá a la de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Y también Mazón.

En pleno ‘shock’ por el pacto valenciano con Vox, y por su incidencia en la precampaña, el PP rompió con la ultraderecha las negociaciones para hacer presidenta de Extremadura a María Guardiola. La dirigente autonómica había defendido en campaña, como Mazón, su intención de gobernar en solitario.

Pero los números eran imposibles porque Guardiola perdió frente a Guillermo Fernández Vara. Aún así, la dirigente extremeña se mantuvo firme en su rechazo a un Gobierno de coalición y ofreció un acuerdo programático –con cesiones en educación, medio ambiente o memoria–, además de varios sillones: la Presidencia de la Asamblea, otro puesto en la Mesa y un senador por designación parlamentaria. 

Vox dijo que no, y Guardiola no se arredró, lo que dirige a Extremadura hacia la repetición electoral. Un alivio para Feijóo, al que su equipo ya pudo poner delante de los periodistas tras varios días de silencio en los que el partido no había ofrecido su valoración de los muchos gobiernos municipales.

Quizá porque las investiduras de alcaldes habían puesto de relieve la primera gran contradicción de Feijóo: usar a la ultraderecha, e incluso gobernar con ellos, para arrebatar gobiernos municipales pese a no ser la lista más votada.

Cuatro de esos municipios están precisamente en Extremadura, donde Guardiola ha vetado a Vox en su Ejecutivo, pero ha dado luz verde a pactos locales con los ultras. Entre ellos, Navalmoral de la Mata (17.170 habitantes), municipio muy próximo a la central nuclear de Almaraz, cuya supervivencia formaba parte del preacuerdo fallido para el Gobierno autonómico.

Tras la ruptura extremeña, Feijóo quiso lanzar el mensaje de que el PP había roto el sistema de bloques, aunque obvió la multitud de acuerdos municipales alcanzados hace apenas una semana en Toledo, Burgos, Valladolid y un largo etcétera.

Feijóo intentó zanjar la discrepancia entre sus barones. Para ello, recurrió a la aritmética, no al contenido de los programas de los partidos. Un 12%, sí; un 8%, no. Una simplificación que puede explicar los casos de Extremadura y de País Valencià, pero quizá no lo que está ocurriendo en otras latitudes.

En Murcia, por ejemplo, Vox obtuvo un 17.72% de los votos por lo que, según la tesis de Feijóo, debería entrar al Gobierno. Pero Fernando López Miras ha negado esta posibilidad y ha amenazado con ir a una repetición electoral.

¿Y en Baleares? Marga Prohens ya ha entregado la Presidencia del Parlamento a Vox. En concreto, un xenófobo y negacionista que dejó escrito: “Las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene”. El acuerdo no avanza en las islas mientras corre el calendario hacia la fecha. En Baleares, Vox obtuvo un 13,9% del voto, muy por encima del límite marcado aleatoriamente por Feijóo. 

Otra región al límite es Aragón, donde este viernes se constituyen las Cortes. En el aire, la composición de la Mesa, con la Presidencia como principal puesto a negociar. “Aquí tienen menos del 12%”, sostienen desde el PP de Jorge Azcón, en referencia al límite marcado por Feijóo. Es cierto: Vox logró el 11,25%.

Pero la dirección nacional del PP ya ha cambiado el paso. Este jueves, su portavoz, Borja Sémper, presentó el lema de precampaña del partido: “Verano azul”. En una playa artificial de un recinto deportivo de Madrid, descalzo y con los pantalones remangados, tuvo que responder a una docena de preguntas sobre las negociaciones con Vox y los límites a la ultraderecha.

Sémper no aludió a los porcentajes de voto, sino a los “principios” del PP. Con los muchos acuerdos firmados con Vox sobre la mesa, con la prohibición de la bandera LGTBI o de la expresión “violencia machista” en las pancartas oficiales tras los crímenes, el portavoz aseguró que el PP no va “a acceder al poder a cualquier precio que perjudica a los avances sociales ni los espacios de libertad”. “No renunciamos a nuestros principios, no gobernaremos a cualquier precio”, añadió. “El precio es mantener, proteger los avances sociales, culturales y económicos de este país”, dijo. “No vamos a hacer una cosa y la contraria”, apuntó. “No nos vamos a dejar contaminar”, planteó.

A esa misma hora, Isabel Díaz Ayuso protagonizaba la segunda jornada de su debate de investidura. Pese a tener mayoría absoluta, Vox se abstuvo en la votación. La ‘lideresa’ dejó un mensaje más dirigido a los suyos que a los otros: “Yo no voy a estar en clave electoral a nivel nacional para saber qué pactos hay que hacer o que no hay que hacer. Yo lo que tengo claro es que este país necesita un cambio, que tenemos que estar a la altura, que para eso, desde luego, van a tener nuestra mano tendida y que lo que tengo claro es que el programa electoral con el que nos hemos presentado este grupo a las elecciones y que ayer desgrane de nuevo para buscar la confianza de esta Cámara representa al mejor Partido Popular”.

El PP, que siempre presumió de ser uno en toda España, no tiene una única voz sobre los pactos postelectorales a un mes de las elecciones generales en las que Feijóo se juega todo.

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