El jueves 25 de enero el Consejo General del Poder Judicial elegirá a los nuevos magistrados que ocuparán las tres vacantes disponibles en el Tribunal Supremo por las jubilaciones de tres de sus miembros y sólo cinco de los dieciocho candidatos preseleccionados para dichas plazas son mujeres.
Aún así, esa disparidad es menor que la que existe en la composición del alto tribunal en la actualidad y desde hace años: 11 mujeres frente a 71 varones, y ninguna de ellas ostenta un poder gubernativo, como la vicepresidencia o presidencia de las salas. Desde 2010, sólo ha aumentado en uno las mujeres que lo componen.
Este 13 % de presencia femenina en el Tribunal Supremo no se corresponde con la realidad de la carrera judicial: ellas rubrican más de la mitad de las sentencias de este país, es decir, casi el 53 % de los jueces en España son mujeres, según los datos del órgano de gobierno de los jueces.
Sin embargo, la presencia de mujeres en los altos cargos de la judicatura es menor cuanto más elevado es el órgano: lo son el 35 % de los magistrados de los tribunales superiores de justicia y sólo una preside uno de ellos, frente a 16 hombres. Doce presiden una sala, frente a 46 varones.
Esto, según ha expresado a Efe la presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) y magistrada del Tribunal Superior de Canarias, Gloria Poyatos, constituye una “anomalía democrática, que puede convertirse en patología”.
Lo atribuye a una “muestra de desconfianza en la capacidad intelectual de las mujeres” y para revertirlo su asociación pide que las nuevas vacantes del Supremo sean cubiertas por magistradas.
Esa demanda ha recibido el respaldo de la Comisión de Igualdad del CGPJ, según han indicado a Efe fuentes de ese órgano.
Poyatos argumenta: “Ya que la paridad no se impone de manera natural, habrá que tomar alguna medida para al menos acercarnos al 40 % (de cuota mínima femenina en altos cargos públicos) que propone la Ley de Igualdad de 2007”.
Otro de los problemas a los que se enfrenta una mujer en su carrera, según la magistrada, es el freno que supone tomarse una excedencia para el cuidado de los hijos u otros familiares, algo que en su inmensa mayoría hacen ellas: solo tres excedencias entre 2013 y 2016 fueron tomadas por hombres jueces, esto es el 1,6 % del total.
La infrarrepresentación de las mujeres también ocurre en el Tribunal Constitucional, que está compuesto por doce miembros de los que solo dos son mujeres y, desde su fundación en 1980, sólo seis magistradas se han sentado en este tribunal.
La jurista María Emilia Casas, que fue su presidenta desde 2004 al 2011, también se ha pronunciado en declaraciones a Efe sobre este tema, para el cual considera fundamental que los años dedicados a cuidados de hijos y familiares computen para la promoción en la carrera judicial.
Para Casas, no tiene ninguna explicación lógica que, en pleno siglo XXI, aún no se haya conseguido la igualdad de manera natural, por lo que también es partidaria de aplicar medidas que vayan en favor de este propósito como ocurre, por ejemplo, en la composición de las candidaturas electorales de los partidos políticos.
Gloria Poyatos no considera que hoy en día haya que seguir explicando por qué hacen falta más mujeres en los tribunales, pero lo hace de la siguiente forma: “es muy necesaria la visión y experiencia femenina”, lo que ella llama “los ojos de las mujeres” en la justicia.
Esto es especialmente importante, según ella, en el caso del Tribunal Constitucional, un tribunal compuesto en el 83 % de hombres que, según recuerda Poyatos deberá pronunciarse dentro de poco sobre el aborto, un proceso biológico femenino.
Además de tener problemas para llegar a los altos cargos del poder judicial, la presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de España reconoce que en esta “cultura de la igualdad simulada”, las mujeres también lo tienen más difícil en el desempeño de su profesión: “una jueza, por ser mujer, siempre estará sometida a un doble escrutinio”.
Tanto la asociación que representa ella, como María Emilia Casas y la Comisión de Igualdad del Consejo del Poder Judicial coinciden en demandar que las tres vacantes por ocupar en el Tribunal Supremo sean cubiertas por mujeres.
Como plantea Poyatos, se trata de tener que dejar de explicar la contradicción que supone que un alto tribunal que debe ser reflejo de la sociedad solo tenga un 13 % de representación de mujeres.