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ENTREVISTA Exministro de Hacienda

Cristóbal Montoro: “Los presupuestos responden a una extraordinaria emergencia y como tal deberían haber concitado grandes acuerdos políticos”

Esther Palomera

31 de octubre de 2020 22:14 h

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Su nombre sigue tronando en el Parlamento, aunque no está ni se le espera ya en la primera línea de la política. Pasó por ella: 46 años de función pública y 15 Presupuestos Generales del Estados a sus espaldas. Esta semana, cuando el Gobierno presentaba su proyecto de cuentas públicas para 2021, su sombra reaparecía de nuevo, esta vez para dar por superadas las últimas cuentas públicas que dejó aprobadas y han estado en vigor casi tres años, un hecho insólito en 40 años de democracia que, el propio Cristóbal Montoro califica de “anomalía”.

Retirado que no desconectado de la vida pública y recién cumplidos los 70, hoy se dedica a dar conferencias, cuidar de sus nietas y participar en algunas tertulias radiofónicas y televisivas. Mantiene el verbo ágil y la socarronería intactas, en especial cuando habla del viaje al centro de los populares y recuerda que hace 20 años ya eran “La fuerza del centro”, lema del congreso nacional que precedió a la primera mayoría absoluta de Aznar.

Quien fuera guardián del dinero del Estado, lo ha sido todo en política: asesor del presidente, secretario de Estado, eurodiputado y ministro de Hacienda dos veces. Hoy admite que no tiene contacto alguno con la dirección nacional de su partido, pero entiende que marque su propia orientación política del mismo modo que reconoce que esa distancia ha aumentado su libertad intelectual para decir lo que piensa. Aun así, evita la crítica al rumbo de Pablo Casado. Claro que tampoco hay una sola palabra ácida contra el Gobierno. Es más, admite cierta comprensión y afinidad con la actual ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y hasta modula sus reticencias a las subidas de impuestos por “motivos ideológicos”. El Montoro del tristemente célebre “que caiga España, que ya la levantaremos nosotros” pide grandes acuerdos políticos y menos enfrentamientos ante una situación de emergencias. Cosas veredes...

Su sombra más que alargada parece de Guiness. Los últimos PGE han estado en vigor casi tres años ¿Pensó alguna vez que podrían ser prorrogadas durante tanto tiempo?

No, porque es una anomalía democrática que haya un nuevo gobierno, diferente en términos de programa y de ideas, y permanezcan los presupuestos de un anterior gobierno y durante tanto tiempo. Es una anomalía. Y en ese sentido, la verdad es que los presupuestos de 2018 sí tenían algún contenido que se proyectaba hasta 2020. Por ejemplo, en materias tan importantes como el personal de la función pública que se acordó con los sindicatos. Pero el contenido total del presupuesto proyectado tres años largos, pues no. Y aparte de eso respecto a lo que dice del Guiness, se da la circunstancia de que he tenido la ocasión de participar en la elaboración y en materialización de 15 presupuestos del Estado, lo cual –teniendo en cuenta que llevamos cuarenta y dos años de democracia–, pues es un número importante.

¿Se hubieran podido afrontar las consecuencias de esta pandemia con aquellas cuentas? 

Con los presupuestos, no. Lo que ocurre es que la propia situación de pandemia y la crisis económica y social que se deriva de ella, hace que por un lado, el ingreso público y la recaudación tributaria principalmente, pero no únicamente la recaudación tributaria, caigan. Y luego la pandemia exige aumentar el gasto y sus componentes sociales. Por tanto, lo que cambia el presupuesto del 2020 prorrogado es el escenario económico, que es es de tal caída en actividad económica, aumento del paro y tensiones sociales en servicios públicos básicos, que todo lo que hace es que entren en vigor lo que llamamos en la Hacienda Pública, los estabilizadores automáticos –menos ingreso, más gasto– y por tanto el presupuesto digamos que cobra en el 2020 un carácter muy expansivo.

Al presupuesto, por tanto, no hay que pedirle que esté pensado para una situación tan anómala, tan excepcional como ésta, sino que lo que hace es que automáticamente se ajusta y aumenta esa capacidad presupuestaria de corregir, ir contra el ciclo económico que significa la caída de actividad y la destrucción de empleo.

¿Esta situación hubiera requerido de un gran acuerdo nacional para sacar adelante unas cuentas públicas de emergencia nacional, incluso con el apoyo del Partido Popular?

En mi opinión, eso hubiera sido lo deseable y lo que la situación exige en el sentido de que el presupuesto que tendría que sustituir al vigente en el 2020, debería ser tan extraordinario en sí mismo que debería llevar el máximo apoyo político. Es un presupuesto de emergencia que responde a una extraordinaria emergencia y como tal, debería haber concitado la unión de voluntades políticas. No ir a buscar sólo una mayoría como se hizo en el 2018 entendiendo que las otras formaciones políticas, pues por su naturaleza y por sus propias ideas no iban a estar. Pero ahora en esta situación, que es completamente diferente y de emergencia tal que ha llevado a que la Unión Europea suspenda el pacto de Estabilidad y Crecimiento y que en España apliquemos la suspensión de la Ley de Estabilidad…. A partir de ahí, los fundamentos del nuevo presupuesto son tan extraordinarios que lo deseable hubiera sido llegar a grandes acuerdos políticos.

Aún hay tiempo. ¿Animaría a Pablo Casado a sentarse a negociar con el Gobierno durante la tramitación parlamentaria?

Es que esto se debería haber hecho antes de elaborar el propio proyecto de ley. Tendrían que haberse sentado las formaciones políticas para negociar. Y esa negociación, por lo que cuentan los los propios partidos, no se ha producido. Y de hecho lo que estamos viendo es que determinadas propuestas de subida de impuestos están siendo cuestionadas incluso por los que serían apoyos que se daban por seguros para todo el presupuesto. No ha habido una negociación con el resto de formaciones políticas, porque si no, no se estarían produciendo desacuerdos a las 48 horas. Es una situación que hubiera requerido una negociación de base de fondo, pero no se ha producido desgraciadamente. No hay entendimiento político en España, lo que hay incluso es demasiada crispación en los debates públicos y políticos ante una situación de emergencia tan excepcional como es hacer frente a la pandemia y a sus consecuencias económicas, sociales.

No hay entendimiento político en España, lo que hay incluso es demasiada crispación en los debates públicos y políticos ante una situación de emergencia tan excepcional como es hacer frente a la pandemia y a sus consecuencias económicas, sociales

Ahora que algunos añoran tanto la vieja política, ¿cree que con aquellos, los de entonces, hubiera sido posible un gran acuerdo nacional para sacar adelante un presupuesto de emergencia?

Nunca lo sabremos, pero desde luego yo soy partidario de ello. No existe una vieja y una nueva política. Yo soy partidario de las “agrupaciones políticas” en el sentido de que buena parte de los extremos que se están produciendo en España en torno a la crispación política vienen del fraccionamiento. Cada formación política que es menor busca una identidad propia enfrentándose al resto. Vivimos en un país donde hicimos la Transición a finales de los 70 y luego se conformaron grandes formaciones políticas que se llamaron a sí mismo de centro, centro–derecha, centro–izquierda y en definitiva fueron agrupando a la derecha y a la izquierda. Creo que ese fue un gran valor de país en el sentido de que estaba aportando muchísimo a unos entendimientos sobre las cuestiones de fondo que nunca se cuestionaban. Y eso me parece que era positivo. Cada uno hacía una política presupuestaria y económica distintas, pero había entendimiento de fondo en las grandes cuestiones. Y en ese sentido es eso lo que se echa de menos ahora. Pero eso viene del fraccionamiento, insisto. 

Si la crispación viene del fraccionamiento, entiendo que cree que la posición del Partido Popular sin la presencia de Vox en el Parlamento hubiera sido muy distinta durante esta pandemia.

No lo sabremos nunca, pero quiero decir que cuando se nos dice… ¿De dónde venía el Partido Popular en uno de los últimos episodios electorales, pongamos 2011? De reunir casi once millones de votos, pues todos entendemos que esos millones vienen de una parte de los votos que ya están en otras formaciones políticas. Es evidente, está claro. Y eso es lo que lleva a que compitan unos con otros, pero no pasa solo del Partido Popular, pasa también en el Partido Socialista exactamente igual. O sea que compiten unos con otros. Lo hemos visto en la formación de este presupuesto. Tenemos un gobierno de coalición en España y sus componentes tienen que llegar a un acuerdo. ¡La noche anterior! ¿Por qué? Porque si no, no pueden vender a su electorado ese acuerdo.

Estamos en una dinámica política que llega a cuestionar muchas cosas, muchos planteamientos. De ahí la confrontación y poner en cuestión asuntos de nuestra estructura de estado que no vienen a cuento. Todo viene del propio fraccionamiento. Por cierto, ese fraccionamiento fue muy saludado también por todos los analistas políticos en España, que celebraron mucho la aparición de nuevos partidos y decían que se iba enriquecer el panorama y tal…. Pero en realidad eso está complicando enormemente la toma de decisiones políticas al máximo nivel.

Le veo firme en la defensa del bipartidismo. 

Es que el bipartidismo ya incluía muchísimos matices dentro de él, no era un monolito y llevaba, por supuesto, confrontaciones políticas ásperas, pero también permitía entendimientos de fondo que hoy son mucho más difíciles de alcanzar.También porque se ha producido como consecuencia de un tiempo como el que vivimos de, por ejemplo, las tensiones independentistas que se reflejaban en partidos nacionalistas con los que antes era posible el entendimiento. Antes, me refiero hace muy poco. La Ley de Estabilidad Presupuestaria fue votada en el Congreso de los Diputados por Convergència i Unió. Fíjese dónde está esa formación política ahora: fraccionada, dividida y en la vertiente independentista, y no donde estaba cuando votaba a favor de normas que vienen de la propia gobernanza europea. En ese sentido no se trata de añorar, pero sí de que haya mucho más entendimiento político de fondo, tomando la referencia de lo que fueron casi cuarenta años desde el comienzo de la democracia.

Liberados de la disciplina presupuestaria europea y pegados al ciclo económico, ¿cree que estos presupuestos apuntalan una legislatura para cuatro años?

No lo sé. Lo ideal es tener presupuestos cada año. Que un nuevo presupuesto apuntale ya una legislatura es mucho decir porque eso va a depender de la recuperación económica y de qué clase de recuperación económica va a vivir España cuando seamos capaces de superar esta situación de crisis derivada de una pandemia. Y en ese sentido, la gran pregunta es cuánto tiempo vamos a tardar en recuperar el nivel de nuestra actividad económica, de ocupación, de volver a crear empleo y también de financiación de servicios públicos que teníamos antes de que estallara la pandemia. Y ahí es donde vienen las previsiones que hacen los organismos internacionales y los analistas. Esto es lo que va a marcar la legislatura: la vuelta a normalidad en el sentido más completo del término. ¿Cuánto tiempo vamos a tardar en volver a esa normalidad? Si es que volvemos, porque quizá hay muchos elementos y muchos parámetros económicos, como hay muchos paradigmas, que haya que revisar, ya que nuestro tiempo no va a ser igual que el tiempo del pasado. El tiempo del futuro será diferente y tendremos que irnos acomodando a esas diferencias.

“Hemos respondido a esta crisis de forma más decente que ustedes en 2008”, le ha dicho Pablo Iglesias al PP en el Congreso. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

Es que no tiene nada que ver la situación, aunque entiendo que diga eso políticamente. Pero claro, la crisis es diferente, Europa ha reaccionado de forma diferente. Y una de las grandes diferencias con la crisis del 2008 es que hoy tenemos recursos para hacer frente a esta crisis.Y eso tiene que ver con los recursos facilitados por el Banco Central Europeo, con los recursos facilitados por la propia Unión Europea, que por primera vez va a endeudarse para emitir deuda para financiar a todos los países, pero especialmente a los que más estamos sufriendo las consecuencias de esa pandemia, como es el caso de España y también de Italia en términos económicos. Y por tanto esa es una gran novedad. Las crisis hay que abordarlas de acuerdo con su propia naturaleza. La crisis que estamos viviendo no tiene nada que ver con la del año 2008, ni en términos de causas ni en términos de disposición de recursos. Afortunadamente, eso es lo que nos da esperanza de que podamos salir cuanto antes de esta crisis.

La crisis que estamos viviendo no tiene nada que ver con la del año 2008, ni en términos de causas ni en términos de disposición de recursos. Afortunadamente, eso es lo que nos da esperanza de que podamos salir cuanto antes de esta crisis

La política también es elegir los intereses que se defienden. ¿Fue un error recortar en Sanidad y Educación tras la crisis de 2008?

Es que en el año 2008 lo que había ocurrido es que a partir del 2009 se dotó una nueva financiación autonómica, que ya era un año en que teníamos una recesión económica muy profunda. Teníamos una pérdida notable de ingresos tributarios. Entre 2008 y 2009, la Hacienda española en todas sus administraciones llegó a perder 70.000 millones de euros. Y resulta que en el año 2009 se articula un nuevo sistema de financiación, que consiste en facilitar a las comunidades autónomas, que son las grandes gestoras de esos servicios públicos, 9.000 millones de euros. En el año 2009, insisto, cuando habían caído los ingresos y por tanto se generó un déficit público enorme. El déficit público recuerdo que llegó al 11% cuando en España teníamos un superávit de +2 en el 2007. En dos años pasamos de +2 a -11, que son 13 puntos de PIB.

Quiero decir que se estaba inyectando dinero, que fue a la Sanidad y la Educación, que son las grandes prestaciones que realizan las comunidades autónomas y se produjo un enorme déficit público. Y de ahí viene el retroceso. Pero hoy ya con la recuperación económica y la recuperación obviamente presupuestaria, la Sanidad pública en España desde el año 2018 tiene recursos en máximos históricos. Se encuentra en la página de la Intervención General del Estado, se puede ver que los recursos disponibles en la Sanidad pública ascienden a más de 72.000 millones de euros, que es la cifra máxima que se llegó a partir de la financiación autonómica. Se despliegan esas velas y luego se tienen que recoger por el déficit público.

Pero esta no es la situación que tenemos en España en este momento. Por eso le decía que no hay que compararlas. El déficit no es hoy el problema, sino que se ha paralizado la actividad económica por un problema de salud pública y que, como vemos estos días, se sigue afrontando en todos los países. Francia está dando pasos hacia el confinamiento cerrando sectores económicos completamente. Alemania ha cerrado el sector de la hostelería siendo más drástica de lo que lo fue en la primera fase de la primera ola de contagios. Ahora estamos en un cierre de actividad para el que tenemos financiación, que tenemos que seguir utilizando para evitar los peores efectos económicos y sociales.

¿Cree que vamos hacia un confinamiento total, a tenor de las decisiones que están tomando otros países?

Pues eso no lo sabremos, porque realmente lo tienen que ir marcando las autoridades sanitarias antes que las políticas. Es un momento en el que estamos hablando de cómo se evita el contagio y por tanto la pérdida de vidas humanas. Hablamos de miles de personas.

¿Entiende la resistencia de la Comunidad de Madrid a decretar el confinamiento perimetral que ya han adoptado otros gobiernos regionales?

Pues es que lo están explicando, pero yo no me atrevo a valorar si esto es eficaz o no. Lo que estamos viendo es que es difícil tomar decisiones definitivas ante un fenómeno de contagio. Estoy seguro que cuando el Gobierno de España decreta el final del primer confinamiento fue porque efectivamente se produjo un descenso enorme de los contagios. A partir de lo ocurrido es fácil sacar conclusiones, pero lo difícil es estar en los momentos clave tomando decisiones en función de diagnósticos correctos. En un país como España, en el que las decisiones en materia de gestión presupuestaria, competencial, de sanidad, radican en las comunidades autónomas, pues también las comunidades autónomas tienen que acertar a la hora de esa decisión y tienen que coordinar su acción con el Gobierno de España. O sea, para que realmente haya una eficacia máxima en la consecución de los objetivos. Y cuanto más diferencias hay entre lo que hacen unas y lo que hacen otras, si esa diferencia no están justificadas sobre lo que está ocurriendo en su parcela sanitaria, pues será porque entonces son diferencias puramente políticas. Y no es el momento de las diferencias políticas. Es que hay que buscar el acuerdo.

Empezamos así esta conversación, hablando de que lo ideal hubiera sido que para los presupuestos hubiera el máximo acuerdo político y a partir de ahí tiene que haber acuerdos ante un problema de salud pública para el que nadie tiene una solución definitiva, como estamos viendo en todo el ámbito europeo y en el ámbito mundial.

Tiene que haber acuerdos ante un problema de salud pública para el que nadie tiene una solución definitiva, como estamos viendo en todo el ámbito europeo y en el ámbito mundial

¿Qué puede pasar cuando la carencia de los créditos con aval ICO que han mantenido a muchas empresas venza el próximo mes de marzo y tengan que empezar a devolverlos y cuando los ERTE se tengan que renegociar?

Es que tanto en los ERTE como los avales ICO ni siquiera debería existir la posibilidad de que no se prorroguen. Se tienen que prorrogar automáticamente mientras dure esta situación. Y lo que está claro es que aunque mejore de aquí a primavera, las consecuencias económicas y sociales van a seguir siendo muy duras, con lo cual está claro que hay que prorrogar automáticamente. Es más, los avales ICO habría que extenderlos y financiar más porque tenemos posibilidad. Hay que hacerlo hasta que volvamos a la casilla de salida de antes de la pandemia. Ese es el límite de tiempo que nos tenemos que poner. El que tardemos en conseguir el nivel de actividad económica que teníamos.

Le supongo en contra de la limitación del precio del alquiler que ha anunciado el Gobierno, ¿es así?

La experiencia internacional que se ha intentado en términos de grandes ciudades no es muy positiva. Ahora que tenemos recursos, ahora que se puede financiar, sería el momento también para aumentar la actividad relacionada con la oferta de vivienda social en España. Eso movería mucha actividad económica y crearía empleo. Se puede hacer realmente rápido e incluso utilizando los remanentes de los ayuntamientos y activar la política de vivienda, que se puede financiar. Insisto, es que hoy tienes crédito, que se podría destinar perfectamente al problema de la vivienda y al problema de que hay una parte de la sociedad que se está resintiendo mucho en términos económicos y eso agudiza el problema de la vivienda. Pero no lo vamos a resolver con el precio del alquiler. El precio va a depender de la oferta y la demanda, y lo que tenemos es que aumentar en ese sentido la oferta de vivienda, en concreto de vivienda social a precios de alquiler asequibles. Insisto, esto lo podemos promover rápidamente porque hay recursos.

Utilizar, como ha mencionado antes, los remanentes de los ayuntamientos no ha sido fácil en la negociación entre el Gobierno y las corporaciones locales precisamente por una ley que lleva su nombre

Eso es. Pero esa ley tiene una excepcionalidad para la situación que estamos viviendo. Y eso es lo que ahora ha hecho el Gobierno, llevar al Congreso la votación, porque así lo exige la ley, de esa excepcionalidad. La ley no está pensada solo para conseguir en cualquier circunstancia el equilibrio presupuestario porque eso convertiría a los presupuestos públicos en una aberración económica. Si tienes un cierre de actividad como el que estamos padeciendo, la ley – también la Constitución en el artículo 135– tiene la previsión de que haya esa excepcionalidad, que es la que ha aplicado Europa entera para paralizar el pacto de estabilidad y crecimiento. Por eso cuando vi que se estaba produciendo este dilema, salí públicamente a explicarlo a los medios públicos.

Pues los negociadores decían que a Montero –hoy ministra de Hacienda– y Montoro solo les diferenciaba una vocal porque la ministra de Hacienda fue implacable en sus planteamientos.

Los que hemos estado ahí sabemos que hay una especie de identificación entre los que hemos pasado por el Ministerio de Hacienda en momentos muy difíciles. Cuando yo he sido ministro y ella consejera autonómica nos hemos entendido perfectamente para articular mecanismos de financiación como el Fondo de Liquidez, incluso en el pasado sobre la financiación autonómica, que fue por unanimidad. O sea que hay una especie de, digamos, comprensión de fondo sobre la dificultad que lleva este tipo de cargo. Y por eso se ironiza y se bromea para decir que al final son planteamientos no tan diferentes. Claro, es que si no fuera así, las haciendas se resentirían y nos resentiríamos todos como país. De ahí también cuando se dice que los partidos políticos se tienen que entender, especialmente los que han tenido responsabilidad de gobierno. Es como si se llama a una especie de espíritu colectivo. Me hace gracia lo de llamarles partido de Estado, como si los otros no lo fueran. Serán partidos que hayan tenido responsabilidades de gobierno, porque de Estado son todos.

¿Subir dos puntos de IRPF a quienes tienen sueldo superiores a 300.000 euros y 3 puntos a las rentas de capital de 200.000 euros es justicia fiscal o es un guiño al electorado de izquierdas, como dice la derecha?

Es que se hace en un momento en que la actividad económica está tan desplomada que, en mi opinión –no ya por esas subidas concretas, sino por el conjunto de subidas–, no se deberían subir impuestos porque no se puede aislar una subida e incluso en términos del impuesto sobre sociedades. Se modifica el impuesto sobre sociedades cuando el problema que tenemos es que han caído los beneficios empresariales, no solo en España, sino que nuestras multinacionales no van a tener los mismos beneficios en los países de fuera en los que están operando. Y por tanto es un momento en el que hay que hacer es recuperar las bases. Porque además, con la subida de dos puntos, como dice usted a partir de los 300.000 euros, la progresividad del impuesto aumenta, pero al concernir a tan pocas personas (0,17% del total de contribuyentes), aumenta poco de lo que es la recaudación.

Por tanto sería mejor ahora no utilizar la subida de impuestos por razones ideológicas y esperar a que haya una recuperación económica plena, y a partir de ahí ver efectivamente con los números en la mano de dónde se obtiene recaudación y cómo se aumenta la progresividad. Porque la verdad es que vivimos un tiempo en que hay que modificar los impuestos y adecuarlos Estoy convencido de que las reformas tributarias tienen que ser cuasi permanente, porque vivimos tiempos en que la circunstancia económica sobre la que se recauda va cambiando. Y por tanto ese cambio va tan rápido que los impuestos efectivamente tienen que adecuarse.

Le veo más socialdemócrata que liberal desde que ha salido del Gobierno.

Uh, no, no. Vamos a ver. No sé si he cambiado, cambié mucho cuando era más joven y en el sentido intelectual, pero en términos políticos yo no he sido solo miembro de un gobierno. He estado en la oposición durante mucho tiempo. Portavoz de Economía del Partido Popular del año 93 al 96. Y he sido portavoz y coordinador de Economía del Partido Popular desde el año 2008, que volvía al año 2011 en la oposición a los parámetros de las ofertas y tal. Yo creo que estas etiquetas realmente… La única ventaja que tiene hacer política desde el ámbito económico es que se mide y se mide en cifras y en resultados. Y esas políticas han causado más desigualdad o menos. Pues hay mucha gente que piensa que han generado más desigualdad, pero no es verdad. Vayan a los estudios y a los indicadores y verán que no es así. Cuando hemos tenido la ocasión el honor de ser gobierno, hemos favorecido el crecimiento económico y la creación de empleo con los que ha disminuido esa desigualdad en España. Pero a partir de ahí, obviamente hay que seguir avanzando. Solo le diré que no hemos sido tan distintos ni los resultados han sido tan diferentes.

¿Se reconoce en este PP de Pablo Casado?

No, no, yo no.. Ahora estoy retirado, bueno no retirado porque si lo estuviera no estaríamos teniendo siquiera esta conversación en los términos en la que la estamos teniendo. Hoy en día no se puede uno retirar diciendo “a mí no me importa lo que ocurra en mi país”. No lo admito siquiera. Hemos tenido responsabilidades. Y cuando veo a alguno decir que ahora está en la crianza de tomates, pues…. En el año 2000, hace 20 años justo, el Partido Popular celebraba un congreso. Entonces estábamos en el Gobierno. Mayoría absoluta. El presidente del partido era José María Aznar. Y en ese congreso el título era “la fuerza del centro”. No se acuerda nadie, pero yo sí. “La fuerza del centro”. Y ahora resulta que no, que estamos en un sitio y en otro. Pero insisto, era eñ título del congreso y ahora resulta que no hemos estado nunca. Lo hemos buscado por lo visto siempre, pero… Es que lo llamábamos así, sin adjetivos. Fíjese el significado.

¿Le preocupa lo que pasa en el PP?

Me preocupa el fraccionamiento político al que me he referido antes. Antes éramos capaces de agrupar muchas sensibilidades políticas, si quiere familias ideológicas. Y el día que se pierde esa virtud en las formaciones políticas se genera una confrontación que hace mucho más difícil ubicarse en términos ideológicos. Pero bueno, eso no quiere decir que aceptes que eso sea positivo, no todo lo que es actual es positivo. Ocurre por el fracaso colectivo de los planteamientos anteriores. Y en ese sentido, pues hay que reconocerlo así. Pero también hay que reconocerlo como fracaso, no como éxito, que existan todas estas opciones y que tengamos todas estas dificultades. Yo sigo confiando en que en un futuro pues podamos superarlo. ¿Por qué? Porque creo que la nuestra es una sociedad tolerante, donde las ideas se confrontan pero no se enfrentan. Se confrontan continuamente y en ese sentido espero que domine ese ánimo y ese espíritu al de la indignación, que también la entiendo, eh...Pero no habrá mejor forma de suavizarlo que con el crecimiento económico y con una equitativa distribución de renta. Por eso insisto que hay que volver a la economía y hacer de la economía el eje de la política. Eso ayuda muchísimo.

¿Acierta o se equivoca Casado al solemnizar como hizo en el Congreso la ruptura con Vox?

He tenido oportunidad de desarrollar mi conocimiento a través de la política. He estado en la política y en el Partido Popular desde el año 1993. Sigo siendo militante de base. No tengo ninguna, prácticamente ninguna conexión con la dirección actual. Y en ese sentido, no me encontrará en ningún elemento crítico respecto al PP porque no me corresponde a mi fijar la posición política. No lo debo hacer. Pero si observa la conversación, tampoco estoy criticando al Gobierno. El papel ya de los ex debe ser un papel de tratar de decir: oye vamos por aquí, que en función de nuestro conocimiento y experiencia puede ser útil.

No tengo ninguna conexión con la dirección actual. No me encontrará en ningún elemento crítico respecto al PP porque no me corresponde a mí fijar la posición política. No lo debo hacer. Pero si observa la conversación, tampoco estoy criticando al Gobierno

¿Ese caudal de conocimiento y de experiencia nunca se lo han reclamado en el Partido Popular en una situación tan complicada de país?

Pues no mucho. Pero lo entiendo también porque hay una dirección diferente. No voy a decir que yo tengo una relación con la nueva dirección cuando no la tengo. Pero ellos van marcando su propio orientación política. Y en ese sentido yo tengo mis posiciones públicas. No estoy, digamos, en un baúl. Hablo públicamente. Unas veces coinciden, otras no, pero ya está… Ya he estado mucho tiempo.

¿Se vive mejor fuera de la política?

Se vive diferente. He cumplido 70 años el pasado verano. La vida tiene sus fases y ésta, ahora, después de tanto tiempo y tanta intensidad profesional, pues también. Soy un funcionario público que se retira después de 46 años de función pública y, bueno pues es una larguísima trayectoria. Y fíjese en qué sitios. Todos voluntarios porque he estado porque he querido. Pero también tengo un pequeño atributo personal, y es que que yo no he estado nunca en un sitio porque lo haya pedido. No he ido a ninguna convocatoria electoral porque yo lo haya pedido. Y en el momento en que no se me ha pedido, pues me retiro. Todo normal en ese sentido y aceptándolo como casi razón de vida. Ya está bien. Y ahora, ves las cosas con una objetividad diferente, porque no estoy con el compromiso de ver si mis opiniones caen peor o mejor. La libertad intelectual aumenta en este sentido.

Por eso me interesa su opinión sobre el liderazgo de Pablo Casado.

No, pero eso no. No puedo opinar. No opino porque evidentemente he estado tanto tiempo ahí que, ciertamente, no me corresponde a mí hacer valoraciones de la actual dirección del partido.