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Crónica

Debate sobre la calidad democrática y acusaciones de golpismo: 40 años del 23F en un Congreso dividido y sin Juan Carlos I

El rey y el resto de las autoridades, este martes, a las puertas del Congreso.

Iñigo Aduriz

23 de febrero de 2021 13:32 h

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“La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”. Estas fueron las palabras que pronunció Juan Carlos I en la madrugada del 24 de febrero de 1981, apenas unas horas después de que aquel 23F, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero entrara pistola en mano en el Congreso de los Diputados para intentar perpetrar un golpe de Estado contra la entonces joven democracia, menos de seis años después de la muerte del dictador Francisco Franco.

Desde entonces, el relato oficial siempre ha considerado que la asonada fracasó por ese “papel esencial” que mantuvo el entonces monarca, cuando remarcó con esas palabras supuestamente improvisadas esa misma noche su compromiso con la democracia como máximo jefe de los ejércitos. 40 años después, sin embargo, Juan Carlos I está huido de España por las investigaciones judiciales sobre sus finanzas, la calidad de la democracia española está abiertamente cuestionada por parte de la izquierda y el nacionalismo, que secunda protestas en las calles, y la tercera fuerza política del país es Vox, un partido de extrema derecha que acusa a la mitad del Gobierno y al independentismo de “dar un golpe de Estado a cámara lenta”.

Todo ese contexto desdibujó el brevísimo acto oficial en recuerdo a la intentona golpista celebrado este martes, 23 de febrero de 2021, en el Congreso de los Diputados. El gran ausente fue, precisamente, Juan Carlos I, mientras el protagonismo lo adquirieron a lo largo de la jornada la profunda división y los reproches cruzados entre los distintos partidos políticos por lo que ocurrió aquel 23F, por el papel de la monarquía y por la defensa o el rechazo a la Constitución de 1978 que Juan Carlos I dijo defender tras la asonada.

Su hijo, el actual rey, llegaba al Congreso a las 13.00 horas en punto y era recibido entre “vivas” por un pequeño grupo de ciudadanos congregados a las puertas del hemiciclo. Gran parte de los grupos representados en la Cámara Baja se declaraban sin embargo a lo largo de la mañana abiertamente republicanos. El vicepresidente y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, llegaba a asegurar, unos minutos antes de que comenzara el acto, que “40 años después” de la intentona golpista, “es muy difícil decir que la monarquía sea condición de necesidad de la democracia”. También pedía la desclasificación de los documentos sobre el 23F, para conocer “la verdad” de lo que ocurrió.

Uno de los últimos actos de Lesmes

Por “institucionalidad”, dijo, su grupo participó en el evento en el que estuvieron presentes el Gobierno, la presidenta del Senado, Pilar Llop; el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas; y el presidente interino del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes. La aparición pública de este último se producía en plenas negociaciones entre el Ejecutivo y el PP para renovar el máximo órgano de gobierno de los jueces y, por tanto, puede que el de este 23 de febrero fuese uno de sus últimos actos en el cargo.

A unos seis kilómetros del Congreso, en el Palacio de la Moncloa, la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, aprovechaba la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros para responder a Iglesias que “si considera que hay alguna materia particular que se debe conocer” sobre el 23F “está en su derecho de plantearlo”, si bien remarcaba que “los acontecimientos que rodean el 23F han sido objeto de mucha exposición y estudio”, así como que “la información que existe al respecto es suficiente e interesante para que no se vuelvan a reproducir” acontecimientos similares, informa Irene Castro.

En el hemiciclo, PSOE, Unidas Podemos, PP y Vox fueron los cuatro grandes grupos representados en el acto oficial, que apenas duró media hora y que se celebró en el salón de los Pasos Perdidos de la Cámara Baja.

Hubo otra convocatoria alternativa de siete partidos independentistas con representación parlamentaria que suscribían un documento en el que consideran que “hace 40 años, tras los acontecimientos del 23F, una operación de Estado reforzó y blindó los pilares y valores del régimen establecido en la mal llamada transición democrática española, con la figura del rey y el Ejército como sus mayores garantes”. “Más allá de la versión oficial, existen fundados indicios de que el golpe del 23F fue algo planificado no por cuatro militares descontentos, sino por toda una operación de Estado que permitiese salvar el Régimen del 78”, sostienen, en su manifiesto, suscrito por ERC, Soberanistes, Junts, BNG, EH Bildu, la CUP y el PDeCat.

El PNV manifiesta su “desconcierto” por “celebrar” el 23F

Además de los citados partidos –algunos de ellos, como ERC y EH Bildu, socios del Gobierno para la investidura o en los Presupuestos–, también se ausentó del acto el PNV, otro aliado habitual del Ejecutivo. “No se trata de ningún desacato ni de dar portazos a nadie. La presencia del rey no es lo que nos motiva a no ir al acto”, aclaraba su portavoz, Aitor Esteban, en rueda de prensa, donde expresaba su “desconcierto” por que se fuera a “conmemorar” un golpe de Estado y que el Congreso haya organizado el evento sin contar con la opinión de los grupos parlamentarios.

Para los partidos independentistas, en cambio, “mientras el Estado español siga sustentado en los mismos estamentos políticos, judiciales, policiales y monárquicos que hace 40 años” y “mientras no se reconozca el derecho de autodeterminación y continúe habiendo presos políticos, exiliados y represión, ni existirá normalidad democrática ni este Estado podrá ser considerado una democracia plena”.

El intento de los dos intervinientes en el acto oficial en recuerdo del 23F, la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, y el propio rey Felipe VI, era precisamente el contrario: remarcar que España es una democracia plena.

El monarca reivindicó “el respeto al Estado social y democrático de Derecho en el que España se constituye desde 1978” y que se ha construido “durante más de cuatro décadas, paso a paso y hombro con hombro, es condición previa y necesaria para esa convivencia y para el progreso de nuestra sociedad”. “De ahí que todos –ciudadanos e Instituciones– debamos sentirnos comprometidos y obligados a defender, proteger y preservar nuestra convivencia en democracia y libertad”, añadía.

El debate sobre la calidad de la democracia

“Defenderla, porque sabemos lo difícil que fue alcanzarla y que siempre hay riesgos que la pueden amenazar. Protegerla, porque hemos aprendido que la democracia es un bien delicado que precisa del mayor cuidado y de un respeto y dedicación permanente por parte de todos; porque somos conscientes de que su erosión pone en cuestión y, por tanto, en peligro, los derechos y libertades de los ciudadanos. Y preservarla, porque también sabemos que, conforme a nuestros valores, constituye una premisa irrenunciable para el pleno desarrollo de nuestro país y para el progreso, el bienestar y la prosperidad de nuestros ciudadanos”, zanjaba.

La democracia, concluía el monarca, “a través de sus instituciones representativas, debe saber afrontar siempre, con espíritu constructivo y sin perder sus fundamentos, los nuevos retos que la sociedad tiene ante sí”. Iglesias, que la semana pasada abrió un debate sobre la calidad democrática en España, evitó este martes aplaudir el discurso del rey.

En la misma línea que el monarca, Batet había afirmado minutos antes lo siguiente: “Proclamamos que España es un Estado de Derecho dispuesto a avanzar decididamente en el reconocimiento de derechos y en la justicia social, un país moderno y plenamente democrático. No hay democracia sin instituciones, no hay instituciones sin política, ni política sin respeto y confianza. Señorías, es el momento de seguir ganando el futuro para España”. Tanto la presidenta del Congreso como el rey hablaron de “jefe de la oposición” para referirse al líder del PP, Pablo Casado.

Los dos mencionaron brevemente al gran ausente del acto: el rey emérito. “El rey Juan Carlos I asumió como jefe del Estado su responsabilidad y su compromiso con la Constitución para que se tomaran –y cito textualmente– 'todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente'. Así lo comunicó a todos los españoles en un mensaje televisado que ya forma parte de nuestra memoria colectiva. Su firmeza y autoridad fueron determinantes para la defensa y el triunfo de la democracia”, destacaba el actual monarca. Sus palabras eran apenas un párrafo de tres páginas de discurso.

Las menciones a Juan Carlos I

“Conmemoramos así la decidida reacción de nuestras instituciones públicas que, encabezadas por Su Majestad el Rey Don Juan Carlos, asumieron la defensa de la democracia ante la amenaza del golpe y usaron eficazmente sus capacidades constitucionales para derrotar a los golpistas”, se limitaba a señalar, por su parte, Meritxell Batet. Tras el Consejo de Ministros, la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, remarcaba también el “papel” de Juan Carlos I para frenar el intento golpista. “Nadie puede dudar de la aportación que hizo a la democracia de este país. Su aparición marcó un punto de inflexión. No hay discusión sobre el papel que jugó en la consolidación de la democracia”, zanjaba.

También para el PP hablar del 23F “es hablar de la monarquía parlamentaria y de la democracia plena”. Su portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, reivindicaba “el papel de todos aquellos que tuvieron un papel decisivo para que el golpe fracasara, entre ellos el rey emérito”. “Es imposible celebrar el triunfo de la democracia sin tener presente al rey Juan Carlos, que tuvo un papel indiscutible”, señalaba la portavoz del PP, antes de advertir de que “cualquier plan que busque debilitar la democracia está condenado al fracaso”. 

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