Hay gente que dice que los jóvenes tienen la sangre más caliente o que son más impulsivos. No si ocupan un puesto en las juventudes de su partido y lo representan en debates. Es increíble lo rápido que aprenden. En la parte buena, algunos desarrollan un discurso coherente manejando bien temas complejos. Por otro lado, acaban desarrollando los mismos vicios que los grandes dirigentes. En un debate, ofrecen lo que se suele llamar la lista de la compra, una sucesión interminable de promesas y ofertas en la que todas son irrenunciables. Hay que deducir las prioridades, porque todo es importante.
En Madrid, se celebró el miércoles un debate con representantes de las juventudes de PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos, Vox y Más País, organizado por el Colegio de Politólogos y Sociólogos y la asociación Ágora Novel. Se notó que la experiencia es un grado que se alcanza en política con el tiempo. Los que se movieron con más facilidad en el debate fueron el socialista Omar Anguita y el popular Diego Gago, líderes de las juventudes de sus partidos. Ambos repitieron los mensajes habituales en sus dirigentes. Ninguno se salió ni un centímetro del discurso habitual.
“No queríamos que se repitieran las elecciones”, dijo Anguita. “Las últimas noticias han desmentido la profundidad de las razones” que propiciaron la moción de censura contra Rajoy, comentó Gago sin concretar a qué noticias se refería. Los dos lo dijeron con convicción y seguridad. Hablando rápido, que es un requisito básico en estos tiempos tan televisivos. De eso se trata en buena parte en el negocio de la política.
Hubo un participante en el debate que no estaba cortado por ese patrón, pero que al mismo tiempo representaba a su partido como si fuera una fotocopia reducida de su líder. Luis Felipe Uclecia, de Vox, ofreció el discurso ultranacionalista de su partido en el que “la patria” es más importante que el trabajo, la justicia o la educación. Lo primero que tenía que hacer era solidarizarse con el director y el capellán de un colegio mayor del Opus Dei en Madrid, donde se había celebrado el martes otro debate con jóvenes de los partidos. “Una candidata de Podemos (en las elecciones de abril) robó un crucifijo y luego subió una foto a su instagram poniéndolo del revés”, dijo. Lo decía con tanta pasión que muchos de los asistentes –todos jóvenes– se rieron. En cierto modo, era el espectáculo frente a tanta normalidad. Se estaban riendo de él por friki.
“No vamos a dar carnés de buenos o malos en función de si te sientes más o menos español”, le dijo después Diego Gago en un comentario dirigido a Vox que algunos dirigentes del PP deberían copiar del líder de Nuevas Generaciones. Anguita fue más duro al relacionar a Vox con el franquismo y su lema de “una, grande y libre” que en su vertiente históricamente más siniestra tan bien define al partido de Santiago Abascal.
Lo cierto es que lo que había contado antes Uclecia había ocurrido. Sabela Rodríguez se había llevado un crucifijo de una sala en la que había estado preparando el debate al que asistió en nombre de Podemos. Luego se hizo una foto con su amiga para difundirla. No se sabe qué estaba pasando por su cabeza. Quizá son las cosas que hacen los jóvenes que no buscan hacer carrera en su partido. O sólo era una gamberrada. Desde el partido se comunicó al colegio mayor, que tampoco ha montado un escándalo, que ella devolvería el crucifijo y pediría disculpas. Al final, parece que lo enviará por correo.
La representante de Podemos en el debate del miércoles –Lucía Muñoz, diputada en la legislatura que acaba de terminar– no tenía pinta de llevarse en el bolso algún objeto más o menos valioso del Círculo de Bellas Artes. Ofreció el mensaje que se esperaba de ella. “Se avecina una crisis económica y en las crisis los jóvenes nos llevamos la peor parte”, dijo y también comentó que “no podemos resignarnos”.
Lo que no dijo, como tampoco el resto de participantes, es que los jóvenes salen siempre perdiendo porque son los votantes que con más facilidad pasan de acercarse a las urnas cuando toca. Las personas mayores de 60 años –en España y los demás países europeos– no se pierden una. Por eso, los partidos se preocupan más por ellos que por los jóvenes. Los políticos se preocupan por la gente que vota. Son los clientes a los que no pueden decepcionar.
Luego está lo que dijo Manuel Hernández, de Ciudadanos: “La juventud es fundamental en la sociedad”. Eso también lo dicen los políticos mayores. Pero sólo para cumplir el expediente.
“Somos la generación más feminista y más ecologista de la historia”, comentó Claudia de Mesa, de Más País. Es cierto, pero el gran salto lo dará cuando sea la generación de jóvenes que más vota desde que llegó el sufragio universal.