“Mis acosadores me han perseguido hasta el final... Denuncias múltiples y utilización de la justicia para destruirme”. La ex policía local y actual concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ayuntamiento de Palma, Sonia Vivas, condensaba hoy con estas palabras el 'via crucis' judicial al que, a lo largo de los últimos años, se ha visto sometida por parte de quienes, aún más atrás en el tiempo, la humillaron y vejaron por ser lesbiana. El Tribunal Supremo confirmó en enero las condenas de cárcel contra los dos policías que convirtieron su actitud homófoba en la táctica habitual de dirigirse a ella y, este lunes, un Juzgado de Palma ha notificado el archivo de la última de las querellas que ambos interpusieron contra la edil tras ser sentenciados a prisión.
Desde que en 2016 Vivas (Barcelona, 1978) decidiese llevar a los tribunales el continuo maltrato que denunció estar sufriendo debido a su orientación sexual tras las paredes de la Policía Local, la batalla de la ex agente por desnudar el acoso de sus compañeros ha transitado por terreno minado: las investigaciones se saldaron con penas de tres años y cinco meses de privación de libertad para uno de ellos –quien se encuentra a punto de ingresar en la cárcel– y de un año y tres meses para el otro, pero para entonces –y también después– la ex policía tuvo que enfrentar varias denuncias en su contra y defenderse, afirma, de un montaje policial dirigido a aislarla, escarmentarla y desacreditarla.
“Ya nunca más sería la misma policía de antes, ni la misma mujer, ni la misma amiga, ni la misma nada de lo que hubiese podido ser. Con una mentira me habían colocado en el lado criminal”, asegura en su último libro, 'Vinieron a por mí' (2021, Editorial Península), en el que relata la espiral de acoso en la que se vio envuelta durante cerca de diez años y la afectación psicológica que acabó lastrándola. Vivas se especializó en delitos contra las libertades fundamentales y creó y lideró la Unidad de Atención a los Delitos de Odio de la Policía Local. En 2018 ingresó en las filas de Podemos y, al año siguiente, concurrió a las elecciones municipales como número dos de las listas del partido en Palma.
Pedagoga y educadora social y experta en ciencias forenses y derecho sanitario, la trayectoria profesional de Vivas, conocida activista en favor del feminismo, se forjó en un entorno eminentemente masculino, el del cuerpo policial de Palma, al que accedió en 2004 tras formar parte de una promoción de 90 aspirantes en la que ella era la única mujer. En 2007 entró en la unidad motorizada pesada nocturna. Allí y a partir de ese momento, como considera acreditado el Tribunal Supremo, comenzó el hostigamiento.
Le apodaron 'tijeritas'
“Movidos por su odio y desprecio a la condición homosexual de Sonia Vivas (...), realizaban hechos tales como apodarle y llamarle 'tijeritas', llevarse la mano a los genitales con actos obscenos, hacer chistes de homosexuales en su presencia para que los oyera y mofarse de ella”, detalla la sentencia sobre la conducta homófoba cada vez más frecuente de los dos agentes.
Las prácticas desplegadas por ambos no finalizaron ahí. Tampoco se limitaron a generar corrientes de opinión entre el resto de compañeros del cuartel para que a Vivas, como manifestó recientemente en una carta difundida a través de su cuenta de Twitter, le fuera imposible resistir el día a día en su puesto de trabajo debido a la imagen de “mala persona” que habían proyectado sobre ella. Tales conductas se extendieron a quienes habían formado parte del entorno más próximo de Vivas, como una testigo que se había enemistado con ella y a quien los dos agentes coaccionaron para que colaborara con ellos en aras a echar por tierra las acusaciones de la concejala. Uno de los acusados llegó, incluso, a denunciar falsamente cómo la había visto en los calabozos de la Policía Local maltratando a un detenido.
La denuncia de la actual regidora de Podemos contra los dos funcionarios policiales pasó a formar parte del engranaje de una de las principales causas de corrupción incoadas en Baleares, el caso Cursach, cuya instrucción puso el foco durante varios años en la presunta trama policial de extorsiones y tratos de favor urdida para salvaguardar los negocios del magnate de la noche Bartolomé Cursach y de la que habrían formado parte los dos agentes condenados. “Unos policías próximos a una red de corrupción que trataron de meterme en la cárcel llevando a cabo un montaje policial y acusándome de un delito gravísimo para taparme la boca”, asevera Vivas en su página web.
La condena de los dos policías dio paso a una escalada de querellas contra la edil. Todas ellas han sido archivadas. Una de ellas fue interpuesta por otro policía local de Palma, quien la acusaba de un delito de calumnias y le reclamaba una indemnización de 70.000 euros. Otra de las denuncias, presentada por los dos agentes condenados a través de la Asociación de Víctimas de Arbitrariedades Judiciales (JAVA), aseguraba que la regidora había utilizado contra ellos los mismos informes médicos que Vivas había empleado en otra causa con el objetivo de dar credibilidad a los daños sufridos como consecuencia de las vejaciones, unos hechos que el juez desmonta en su auto de sobreseimiento. Se trata de la última causa que permanecía abierta contra Vivas.
En la carta que la ex policía hizo pública a finales de abril, Vivas se dirigía a los funcionarios policiales que, “desde hace años, habéis secuestrado la Policía Local de Palma. A esos que, desde el minuto uno en que pedí amparo a la Justicia por el acoso que padecía, convertisteis mi día a día en el mayor de los suplicios”. La edil divulgaba la misiva después de que el Ayuntamiento de Palma abriese unas investigaciones dirigidas a averiguar si la noche del 13 de abril se había celebrado una fiesta presuntamente ilegal dentro de la comisaría de la Policía Local en la que habían participado los dos policías denunciados por homofobia.
La sentencia, un antes y un después
Si bien el Consistorio descartó cualquier tipo de irregularidad en lo que a exceso de aforo permitido se refiere, al señalar que lo que se llevó a cabo fue una cena de despedida de un compañero a punto de jubilarse a la hora y en el lugar habituales donde suelen merendar y descansar quienes se encuentran de servicio, las pesquisas sí se saldaron con el relevo de los dos responsables del turno y con tres expedientes de sanción debido a la presencia no autorizada de ambos policías así como de un tercero investigado en su día en el marco del caso Cursach.
En su carta, Vivas arremetía con dureza contra quienes abrieron las puertas de la Comisaría “a delincuentes que han cumplido y cumplirán condena de nuevo por maltratarme durante años dentro del mismo cuartel en el que los recibís entre risas, abrazos y alabanzas”. Y proseguía: “A los que tenéis amordazados a todos los policías honrados y honestos, mientras apuntáis con una pistola a la cabeza de todo el sistema de derecho. A los que sembráis el miedo fuera y también dentro. A los que me llamabais mentirosa por denunciar un acoso del que muchos de vosotros erais conocedores”.
Como manifestó Vivas en una entrevista concedida a elDiario.es, la sentencia que condenó por homofobia a los dos agentes marca un antes y un después, puesto que se trata de la primera vez que un policía entrará en prisión en España por un delito relacionado con la orientación sexual de una compañera. La concejala considera la Policía Local una institución “hipermasculinizada”: “Hay muchos compañeros abriendo camino dentro, pero hay enormes resistencias por parte del bloque duro de la corporación que entiende que son una especie de contrapoder. Las fuerzas de seguridad en nuestro país arrastran aún una mochila ideológica muy pesada”.
La concejala considera que la verdad le hizo “ganar y que se respetara mi testimonio”. “Aquellos que dudaron y me atacaron de mil maneras hoy son mis subordinados y les trato con cariño porque entiendo que hay veces en la vida en la que todos tenemos cosas que aprender”.
Por su parte, los policías condenados prevén recurrir ante la Audiencia Provincial de Baleares el archivo de la última causa que se mantenía viva contra Vivas. Lo harán en un último intento por lograr que la sombra de la duda planee sobre la palabra de su ex compañera mientras uno de ellos, el agente cuyo ingreso en prisión es inminente, espera una respuesta del Tribunal Constitucional: el acusado decidió recurrir en amparo al órgano judicial al considerar que los hechos por los que volverá a la cárcel nunca fueron investigados. Vivas, sin embargo, afirma que “la verdad tiene un camino”, como apuntaba este lunes tras conocer el sobreseimiento de la última querella que pesaba sobre ella. “Gracias a todos los que siempre habéis confiado en mí”, sentenciaba.