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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Diputados y concejales participantes del Patio Maravillas reivindican su “legitimidad” ante el juicio por ocuparlo

Hace casi un año, Guillermo Zapata y Pablo Carmona prometieron su cargo como concejales de Ahora Madrid con la expresión Omnia sunt communia,  48 horas después de que la alcaldesa saliente, Ana Botella, desalojara el Patio Maravillas.

Omnia sunt communia es una expresión del latín que significa “todo es común” o “todo es de todos”. Y el Patio Maravillas es un común urbano, un espacio de reunión, cultural, intelectual... La expresión también es un grito a favor del dominio público en las creaciones artistas, intelectuales, en los espacios públicos, tanto físicos como no tangibles.

La fórmula fue utilizada en el siglo XVI por Thomas Müntzer, símbolo del protestantismo reformista, durante la guerra de los campesinos alemanes de 1524, también conocida como la revolución del hombre común. Omnia sunt comunia!, repetían los campesinos contra los que vallaban las tierras: lo que antes había sido común se iba convirtiendo en propiedad privada.

Omnia sunt communia se inspiraba en una jaculatoria empleada por Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII: In extrema necessitate omnia sunt communia. Es decir, “en casos de extrema necesidad, todo es común”.

Traficantes de sueños, librería y editorial de la que participa Carmona, tiene una colección de novelas históricas y estudios científicos en la que recogen “alternativas imposibles: los rastros de viejas batallas que sin llegar a definir completamente nuestro tiempo, nos han dejado la vitalidad de un anhelo tan actual como el del grito anabaptista Omnia sunt communia!”

Ahora, en vísperas de que comience el juicio contra el concejal Zapata y otros tres participantes del Patio Maravillas por haberse “mantenido en el edificio contra la voluntad del titular”, Carmona reflexiona: “Hay que destacar la legitimidad que tiene en la ciudad. Son infinidad de talleres, proyectos políticos, multitud de gente del barrio, redes, cooperativismo... Una parte importante del tejido de innovación política se ha tejido en el Patio. Cuando se habla de cambio, de transformación, de nueva política tiene que ver con transformaciones concretas de hacer política, y tiene espacios con nombres, como el Patio, un polo de agregación, de una ciudad más del común. El Patio tiene ese punto de polo de atracción y de generador de lo que hoy se llama transformación política o nueva política”.

“El caso iba a preescribir”, destaca Carmona, “y es cierto que el Patio ha estado puesto en cuestión repetidamente por la oposición y en el centro del discurso político de este año. Es un momento de reclamar esa legitimidad política que se ha olvidado”.

El propio Zapata, en un comunicado, ha explicado: “Durante muchos años he realizado talleres de guión, y participado en debates, reuniones, asambleas, etc. en el Patio Maravillas. Lo he hecho junto con miles de personas de esta ciudad. Era uno más de tantos que han pasado por el Patio. En los últimos años desde colectivos como Juventud Sin Futuro o Democracia Real Ya para preparar las movilizaciones que desembocaron en el 15M, a dos coros, dos grupos de Yoga, un grupo de tango, grupos de consumo, una Oficina de Derechos Sociales o la Oficina Precaria, un taller de autorreparación de bicis y miles de actividades puntuales más han sido acogidas en este espacio político y cultural. A principios de 2015, cuando el proceso municipalista que dió lugar a Ahora Madrid estaba ya organizado, abandoné las actividades en el Patio Maravillas para defender el carácter históricamente apartidista del espacio, un espacio abierto y sumamente plural. Posteriormente lo he defendido, junto con muchos compañeros y compañeras de Ahora Madrid como un espacio de un enorme valor cultural y político”.

En vísperas de que la nueva corporación asumiera el cargo el pasado 13 de junio, se celebró una manifestación de apoyo al Patio Maravillas y en contra del desalojo –que culminó con la ocupación de otro edificio–. En aquella manifestación había activistas que estaban a punto de asumir cargos electos, como los diputados autonómicos de Podemos Isabel Serra y Pablo Padilla.

“Del Patio hay que seguir hablando en presente”, explica Padilla, ex miembro de Juventud Sin Futuro: “Ha sido una escuela de ciudadanía crítica y de lugar para muchos colectivos para que pudiéramos desarrollar nuestras actividades. Parte del tejido vivo de nuestra ciudad no habría sido posible sin el Patio Maravillas. El Patio era uno de esos nodos de una red que se fue tejiendo con mucho esfuerzo y no sin errores en la ciudad de Madrid. Sin el Patio y otros espacios no se entendería lo que ha sucedido en Madrid y en el país. Era apartidista, una herramienta para objetivos concretos”.

Padilla defiende que “si lo que se pretende juzgar es que un edificio que llevaba muchos años vacíos se recuperara por vecinos y vida y actividades... Hay algo que no funciona muy bien si el problema es ese, y no que haya decenas de inmuebles vacíos en esta ciudad y carencia de equipamientos, y en particular en el barrio del Patio, donde hay demanda de ese tipo de espacios. Si no, no habría estado siempre lleno de actividades. Juzgan a cuatro de los miles a los que les podía haber tocado ir a juicio: da la impresión, al margen del respeto a la independencia judicial, de que se quiere juzgar un proyecto político”.

Sarah Bienzobas, también exactivista de Juventud Sin Futuro y ahora en el Área de Coordinación Territorial y Asociaciones del Ayuntamiento de Madrid, se manifestó hace un año contra el desalojo del Patio. Y explica qué ha significado para ella: “Es uno de esos espacios creados por la ciudadania que son necesarios para que cualquier ciudad sea sana. Las ciudades tienen que ser de quienes las habitan, y tienen que estar provistas de espacios de participación. Cuando las administraciones no responden a determinadas demandas, la ciudadanía tiene que adelantarse, el Patio es un claro ejemplo. Pero el proyecto sigue vivo, afortunadamente para la ciudad, y estoy segura de que encontrará su cauce para seguir aportando a la cultura y a la participación de esta ciudad”.

Mauricio Valiente, tercer teniente de Alcalde de Madrid y coportavoz de IU-Madrid, coincide: “Me parece un disparate juzgar a nadie por revitalizar un edificio vacío, con una aportación a los vecinos de forma directa y perfectamente integrado en su entorno. La vía penal criminaliza la iniciativa social de esta forma, cuando lo que hay que hacer es buscar soluciones que beneficien a la mayoría. Los edificios abandonados por cálculos especulativos generan un grave deterioro urbano y degradación. El Patio Maravillas es un referente que debe ser reivindicado como patrimonio de la ciudad”.

La diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid Isabel Serra, tercia: “El Patio Maravillas ha estado durante nueve años siendo un espacio de sociabilización, de cultura, de solidaridad, de actividades de todo tipo, que ha servido para dar vida al barrio de Malasaña pero también a toda la ciudad de Madrid y, sobre todo, ha sido el epicentro en el cual se han debatido proyectos, se han preparado manifestaciones y se ha hecho política de otra manera a la que estábamos acostumbrados”.

“Tuvo una función muy importante en el 15M”, recuerda, “o antes, en el Rompamos el Silencio o para colectivos como Juventud Sin Futuro. Un espacio en el que hemos aprendido de política y hemos compartido experiencias que nos han marcado y sin el cual Madrid no sería al menos como es hoy. Un refugio también cuando en las manifestaciones la policía, bajo órdenes de Cristina Cifuentes, cargaba desproporcionadamente contra quienes nos manifestábamos contra el saqueo de lo público por unos cuantos o los recortes en derechos. Un refugio en una ciudad como Madrid cada día más desigual por las políticas del PP. Sus actividades culturales, pero también sus servicios, han hecho muchas veces lo que la administración debería hacer pero no hace porque prefiere recortar en servicios sociales o en recursos que necesita la ciudadanía de Madrid. Por ejemplo clases de idiomas  o asesoría legal para inmigrantes, o la Oficina Precaria también con asesoría jurídica para conocer y defender los derechos de cada vez más trabajadores precarios”.

“La función del Patio y de otros centros sociales”, insiste Serra, “es fundamental no sólo porque den respuesta a las necesidades que la administración no se ocupa (de las que se debería ocupar), o porque den vida a un espacio teniendo en cuenta la cantidad de espacios en desuso que hay en esta ciudad, sino porque también es un espacio de producción cultural y de política, de encuentro de movimientos que, gobierne quien gobierne, son importantes y necesarios para decir hacia dónde ir y para defender los derechos”.