El catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos Enrique Álvarez-Conde cuenta con una placa con su nombre en la puerta de un aula de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares, de la que fue decano, desde finales de los años 80, según publica la cadena SER. Además de Álvarez-Conde bautizan también otras aulas Enrique Gimbernat, Carlos García Valdes, Diego Luzón y Alfonso García Moncó, entre otros.
La Universidad de Alcalá no tiene ninguna intención de retirarla hasta que haya una sentencia firme, algo que indigna a algunos estudiantes. “Resulta realmente increíble y lamentable que los responsables de una universidad pública estén más preocupados en defender el honor de determinados personajes probadamente corruptos que han hecho tráfico de influencias de una forma clarísima en vez de proteger la universidad pública y su prestigio”, asegura Ana García, portavoz del Sindicato de Estudiantes, en declaraciones a la SER.
Álvarez-Conde impartió clases en la Universidad de Alcalá tras pasar por la Autónoma de Madrid y la Universidad de Alicante, antes de que en 1996 fuera nombrado director general del INAP, el Instituto Nacional de Administración Pública, bajo el primer gobierno de Aznar. Un cargo que ocupó hasta 1999, cuando se convirtió en catedrático de la Rey Juan Carlos. Ahí puso en marcha un par de años después el Instituto de Derecho Público, una empresa que funcionaba de manera opaca con dinero público, y que ha acabado siendo clausurada tras la multitud de indicios de delitos hallados.
La jueza Carmen Rodríguez-Medel apunta directamente al doblemente imputado Álvarez Conde como el “urdidor” de un “sistema de prebendas” que tenía como fin “regalar títulos académicos”. En las conclusiones remitidas al Tribunal Supremo, la magistrada explica que este presunto entramado se sostendría por la existencia de alumnos.