Miércoles, 8 de mayo. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se esfuerza en la tribuna del Congreso por explicar su plan de reformas ante la contestación generalizada a su política económica por parte del resto de los grupos parlamentarios. Pero no solo de ellos: la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, se dedica a lanzar un puñado de tuits envenenados (cuenta con 160.000 seguidores), sobre todo relativos a la política fiscal del Ejecutivo:
“Está haciendo mucho daño al Gobierno. Su función debería ser la contraria, apoyar lo que se está haciendo”, explican fuentes del Partido Popular, muy molestas con la actitud de la expresidenta: “Es que está montando en público un debate que no existe dentro: hemos subido los impuestos porque no había otra salida para pagar la deuda y reducir el déficit. No queríamos, no va en nuestro programa, pero hemos tenido que hacerlo. Y ella encabeza la oposición desde fuera. Es increíble. Tiene un afán de protagonismo irrefrenable. ¿No dijo que se iba?”.
Esto dijo el 17 de septiembre de 2012: “Vienen los nietos, he de ocuparme de mi madre, disfrutar de mi familia, mis siete hermanos, mis hijos... Hay que saber elegir el momento de marcharse. Y es éste. No me gustan las bicefalias, eso se lo dejo al PNV”. Ahora, siete meses después y a preguntas de eldiario.es en una entrevista en 13TV, dijo: “No me gustan las bicefalias, pero al ver que podría haber una bicefalia de choque preferí que fuera una en una sola dirección”.
Otra fuente abunda en la idea del debate público: “Pero si es que luego en las reuniones a puerta cerrada no se atreve a decir lo que dice fuera. Toda su gran discrepancia es de puertas afuera, en las redes sociales, las televisiones, en las radios, en los periódicos. En los comités ejecutivos de Génova, sólo habla antes de entrar o a la salida, rara vez dice nada dentro”. Y recuerdan que, en lugar de acudir ella, envió a Juan José Güemes al comité ejecutivo que abordó la crisis desatada cuando el entonces vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, acusó en 2009 a Aguirre de montar una "gestapillo" en Madrid en una entrevista en El País.
La última vez, hasta la fecha, que la expresidenta madrileña ha hecho oposición al Gobierno públicamente fue el pasado martes 7, en la Cope, cuando dijo: “El problema del partido no es de comunicación, sino de convicción del ministro de Hacienda. Al ministro de Hacienda le gusta subir impuestos. Y si no le gusta, no le disgusta tanto como a mí”. “Con esto”, interpetan algunas fuentes, “busca mantenerse en primera línea, mientras la militancia, sobre todo madrileña, está encantada, aunque perjudique tanto al Gobierno. Se asegura el control sobre las listas en Madrid, la Comunidad y el Ayuntamiento, así como la dirección del partido. Y, a medio plazo, conserva una cuota de poder que le permitirá tantear otras aspiraciones en un congreso nacional, como ya hizo tras la derrota electoral de Rajoy en 2004. Es un verdadero problemón”.
Este “problemón”, explican desde dentro, no es solo por oponerse a la política económica, lo cual puede tener tirón entre la militancia y dar artillería a la oposición: “El problema también es la estructura que se queda en Madrid. Habla de partidos abiertos y de libertad de expresión, pero en Madrid ha acabado con todos los discrepantes. Cada cargo político, cada jefe de distrito, cada alcalde (salvo el de la capital, de momento), cada dirigente de empresa pública, Telemadrid, Ifema, el Canal... Esperanza [sic] ha colocado a los suyos en todas partes”.
Un nuevo ejemplo claro de esta presión que ejerce desde fuera Aguirre, generalmente en “medios de comunicación donde no hacen preguntas incómodas” (o directamente ni las hay), es el comentario que hizo, una vez más, en la Cope, el pasado 30 de abril: “Ante la mala noticia sobre las previsiones macroeconómicas anunciadas en el último Consejo de Ministros (...), sí hay alternativa”.
“Además”, explican otras fuentes, “es que se permite el lujo de dar lecciones de liberalismo cuando ella tiene garantizado un puesto con sueldo y conductor en el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid; critica el tamaño de la Administración pública cuando con ella creció el empleo público en Madrid en 30.000 personas cada año; y se presentó a las elecciones a sabiendas de que no iba a terminar la legislatura porque no quería comerse el marrón. Ha engañado a los votantes y a los militantes”.
Pero las críticas no sólo le llegan a Aguirre por su ataque a la política económica del Gobierno, sino también por eclipsar permanentemente al presidente de la Comunidad, su eterno aliado y amigo íntimo Ignacio González: “Tienen una relación muy estrecha desde hace muchísimos años, pero como esto siga así, acabará fatal”, comentan las fuentes, que no salen de su asombro por el episodio ocurrido este miércoles a primera hora de la mañana en Antena 3: la expresidenta madrileña anunció la visita del magnate de Las Vegas Sands, Sheldon Adelson, a Madrid. Minutos después, replicó González: “Oficialmente nosotros no vamos a tener ninguna reunión con el señor Adelson ni tenemos prevista ninguna reunión con él. Le habrá invitado ella”.
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