Solo hay una noticia capaz de hacerse un tímido hueco en una agenda dominada por el coronavirus: la herencia millonaria que Juan Carlos I acumuló en paraísos fiscales y que ahora ha renunciado su propio hijo Felipe VI, que conocía la información desde hace un año. Por eso, en la noche en la que el rey aparecía en televisión para dar un discurso sobre el estado de alarma decretado por el coronavirus, algunos han preferido salir a sus balcones equipados con cucharas y cacerolas.
La convocatoria se ha organizado a través de redes sociales para pedir que se obligue al rey emérito Juan Carlos a donar a la sanidad pública los 100 millones que supuestamente recibió de Arabia Saudí en paraísos fiscales. Ya hubo una primera quedada este mismo miércoles a las 12 del mediodía, pero además se ha decidido preparar otra para las 21:00 para contraprogramar el mensaje del monarca: “Debemos unirnos en torno a un mismo objetivo: superar esta grave situación. Y tenemos que hacerlo juntos; entre todos; con serenidad y confianza, pero también con decisión y energía”. Pero su voz no era escuchada en todas las casas.
“Propongo para mañana a las 21:00 una GRAN CACEROLADA contra la corrupción de la monarquía española. Ya que no podemos salir a la calle, todas y todos a las ventanas y balcones”, decía un usuario con más de 1.000 retuits. La llamada a la cacerolada se ha producido desde diferentes vías como la de Change.org, donde más de 4.200 personas han firmado una petición. “Este dinero contribuiría a paliar la falta de material clínico y equipos sanitarios y ayudaría a frenar el coronavirus cuanto antes”, se podía leer en la convocatoria.
El éxito no ha sido tan multitudinario como el de las convocatorias diarias de las 20:00 para aplaudir a todo el personal sanitario que trabaja contra la epidemia. Aun así, sí que ha reunido a un gran número de españoles que, desde el confinamiento, han inundado con ruido las calles de las ciudades al mismo tiempo que Felipe VI aparecía por televisión y decía “dejar de lado las diferencias” para “ganar al virus” mientras evitaba hablar del escándalo de su padre.
La fundación Lucum, el gran secreto de Felipe VI
El diario británico The Telegraph reveló que Felipe VI aparece como el segundo beneficiario de la fundación 'offshore' Lucum, persona jurídica que figura como titular de la cuenta bancaria donde se ingresó la supuesta donación de 100 millones de dólares de Arabia Saudí a su padre, el rey emérito Juan Carlos I. Es la misma fundación de la que en 2012 salieron 65 millones de euros para la amante del rey, Corinna Larsen; y otros dos millones más para otra amante, Marta Gayá.
Pero, lo que parecía que en un principio solo empañaba la imagen del rey emérito, ha terminado llegando hasta su hijo, Felipe VI. Era el segundo beneficiario y el encargado de velar por el resto de la familia en el caso de heredar la fundación. Este era el secreto mejor guardado del monarca actual.
La Casa Real anunció en un comunicado que Felipe VI renuncia a la mencionada herencia, pero admite que supo hace un año de su “supuesta designación como beneficiario de la Fundación Lucum, desde el momento en que se produjese el fallecimiento de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos”. La información le llegó al monarca, según la nota oficial, a través de un despacho de abogados británico que no adjuntaba documentación que lo acreditara. El despacho, Kobre & Kim, representa los intereses de Corinna Larsen, la expareja del rey emérito.
Felipe VI, después de aquello, escribió una carta a su padre en el que le trasladaba que “si fuera cierta su designación o la de la Princesa de Asturias como beneficiarios de la citada Fundación Lucum, dejara sin efecto tal designación”.
Sin embargo, juristas consultados por eldiario.es explican que el Código Civil impide impide aceptar o rechazar una herencia hasta que no tiene lugar la muerte de la persona que lega, por lo que el anuncio de Felipe VI no quedaría más que en “una mera declaración de intenciones” para salir del paso de las informaciones que le vinculan con sociedades opacas.