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Las “doce uvas”, una costumbre de origen contestatario y satírico
La costumbre de las “doce uvas”, una tradición española extendida por numerosos países latinoamericanos, surgió a finales del siglo XIX para ridiculizar a la aristocracia y hacer caso omiso a un bando del Ayuntamiento de Madrid.
Al menos así lo sostiene el Consejo Regulador de la Denominación de Origen 'Uva Embolsada del Vinalopó', entidad alicantina que cada año abastece la Nochevieja con 120.000 toneladas de esta fruta.
Su presidente, José Bernabéu, ha explicado a Efe que su entidad ha logrado constatar, tras realizar un estudio pormenorizado de esta tradición y consultar periódicos de la época, que las “doce uvas” tuvieron un origen tanto contestatario como satírico.
Al parecer, según relata Bernabéu, en las últimas décadas del siglo XIX las familias españolas de la aristocracia, influenciadas por sus homólogas francesas, tenían la costumbre de organizar encuentros privados con motivo del fin de año.
En estos ágapes de alta alcurnia se servía champán y uvas, pero esas últimas sólo tenían como fin “acompañar” a tal vino espumoso.
A esta tradición, vista por el resto de la población española como una exquisitez, se sumó en el tiempo -diciembre de 1882- un bando promulgado por el entonces alcalde, José Abascal y Carredano.
En este escrito municipal se criticaban y sancionaban algunas actividades “ruidosas” y de algarabía de los madrileños registradas durante las fechas navideñas.
“Molestos por dicho bando, los madrileños decidieron salir a la calle y, cogiendo como extremo contrario a su situación los ágapes sí permitidos de la aristocracia, optaron por comer uvas en la actual Puerta del Sol” coincidiendo con el 31 de diciembre, según sostiene el Consejo Regulador de la 'Uva Embolsada del Vinalopó'.
A partir de ese momento, las uvas de la Nochevieja se extienden y los periódicos recogen esta nueva tradición en sus rotativos.
Bernabéu ha indicado que el periódico El Imparcial, con fecha de 29 de diciembre de 1898, recoge en sus páginas que “los productores de uva promocionan las uvas de la suerte”.
Cuatro años después, este mismo periódico introduce una clave muy importante, “pues se hace eco de cómo la aristocracia ha asumido” la costumbre popular de las uvas de la suerte en sus ágapes.
Es decir, las uvas dejan de ser un acompañamiento para ser un elemento imprescindible de la Nochevieja.
A esta reflexión sobre el origen de las “doce uvas” se suman otras, como la creencia de que la tradición surgió en 1909 a raíz de una extraordinaria cosecha de uvas. Para dar salida a las mismas, los agricultores optaron por repartirlas y, a su vez, promocionar su consumo entre la población.
Alberto Santacruz
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