Luis Lidón, enviado especial
Slóviansk (Ucrania), 3 jul (EFE).- Vlad, un vecino de Slóviansk, una ciudad de Donetsk que el Ejército ruso ya ha puesto en la diana, nunca pensó que ir a recoger agua de una depuradora próxima a su casa podría costarle la vida.
Este hombre de 58 años es uno más de los cientos de vecinos que cada día pasan por ese lugar, el mayor punto de abastecimiento en una ciudad en la que el agua corriente dejó de fluir hace semanas debido a los bombardeos rusos.
La vieja depuradora, con una torre de ladrillo y unos barreños azules de la que los vecinos obtienen el agua con una manguera, no había sido atacada desde el inicio de la guerra, el pasado 24 de febrero.
Parecía el lugar indicado para informar sobre el padecimiento de la población civil -sin agua y con el frente cada vez más cerca- en un momento en el que Rusia aplica una estrategia de tierra quemada en Donbás.
Pero entonces empezaron a caer cohetes de un sistema de lanzamiento múltiple. Eran las 12.32.
Las explosiones destrozaron parte de las instalaciones y la onda expansiva reventó todos los cristales de un edificio aledaño de oficinas. Todo se envolvió en una nube de polvo.
Al menos hubo tres detonaciones que desataron una tormenta de metralla. Sólo por casualidad no se produjeron víctimas mortales, aunque sí varios heridos.
“No me puedo creer que bombardeen la planta purificadora ¿Qué podemos hacer para repararla? No podemos dejar a la gente sin agua”, repetía Serguéi, uno de los funcionarios municipales del centro, mientras esperaba en un refugio a que dejaran de caer bombas.
“Esta es la ayuda que nos envía Rusia”, decía otro de los vecinos que había presenciado las explosiones.
Entre los heridos estaba Vlad, que tenía una brecha en la cabeza y al que acompañamos al hospital. Su estado no es grave.
Poco después de las 13.00 comenzaron a llegar al centro médico heridos ensangrentados por el impacto de metralla y cortes de cristales. Una oleada de ataques había golpeado distintos puntos de Slóviansk.
Sobre las 14.00 se podían divisar varias columnas de humo negro sobre la ciudad, que ha sufrido el mayor bombardeo en semanas.
“Hay 15 focos de incendio. Muchos muertos y heridos”, informó el alcalde, Vadim Lyakh, en su canal de Telegram. Las autoridades regionales dieron más tarde la cifra de seis muertos y 15 heridos.
El día anterior murieron otros cuatro civiles en la ciudad por ataques rusos. Las autoridades ucranianas creen que estos bombardeos indiscriminados forman parte de una nueva estrategia para aterrorizar al país y tratar de someterlo.
Entre los seis muertos del domingo se encuentra una pareja y su hija de nueve años, que fallecieron en su piso tras ser alcanzado por un cohete. Los fallecidos vivían cerca de Inna y Ciril, que acudieron al hospital con heridas leves.
“Este es el peor día desde el inicio de la guerra”, señala Ciril. Inna, que tiene un corte en el codo por unos cristales, agrega que hasta ahora nunca se habían planteado dejar la ciudad, pero la intensidad de los ataques la hizo cambiar de idea.
“Es posible que tengamos que buscar alguna alternativa”, afirma.
Las autoridades municipales han pedido a los vecinos que abandonen la ciudad, pero alrededor de 25.000 personas siguen viviendo en Slóviansk, que antes de la guerra tenía unos 100.000 habitantes.
Muchos de los que no desean marcharse son personas mayores o gente sin recursos que confía en que los combates no les afecten, pese a que las fuerzas rusas basan sus avances en una guerra de artillería con la que toman ciudades sólo después de destruirlas por completo.
Slóviansk puede convertirse en el próximo gran objetivo de la ofensiva rusa para tomar la región del Donbás, donde la mayoría de la población habla ruso.
Con Lisichansk bajo su control, Rusia domina la casi totalidad de Lugansk y podría reagrupar fuerzas para lanzar una ofensiva contra ciudades de Donetsk en manos ucranianas, en particular Slóviansk, Kramatorsk y Bajmut.