Incluso los enfermos y comerciantes tienen dificultades para salir de la ciudad iraquí de Mosul, debido a las restricciones impuestas por los yihadistas del Estado Islámico (EI) para evitar que la urbe quede despoblada como consecuencia de la actual ofensiva militar.
La imposición de restricciones se remontan al control de Mosul por los yihadistas en junio de 2014, pero éstos recientemente las han endurecido con la intención de usar a los civiles como escudos humanos cuando las tropas que avanzan al sur de la ciudad se sitúen a sus puertas.
El jefe del Comité de Seguridad de la provincia de Nínive, de la que Mosul es su capital, Mohamed al Bayati, dijo por teléfono a Efe que aquellos que quieren abandonar la ciudad por motivos de salud deben presentar informes médicos.
La medida no se queda ahí. Si el paciente no regresa, el doctor que certificó su enfermedad corre el riesgo de ser detenido o ejecutado.
Um Haná, una mujer de 63 años enferma de cáncer, conoce de primera mano las dificultades para obtener un permiso que le permita recibir tratamiento médico fuera de Mosul, la segunda ciudad de Irak y el principal feudo del EI en este país.
“Al principio, los comités de los hospitales rechazaron darme un certificado y cuando finalmente accedieron, la 'comisión de viajes' del EI me prohibió la salida con la excusa de que no tengo un tutor que me acompañe”, se lamentó la mujer en declaraciones a Efe.
Y es que en los feudos del califato las mujeres solo pueden salir en compañía de un pariente hombre, ya sea el esposo, padre, hijo o hermano adulto.
Um Haná, que es viuda y no tiene hermanos o vástagos varones, solicitó ser acompañada por sus hijas mayores, pero los yihadistas rechazaron tajantemente esta opción.
“He tenido que quedarme en Mosul afrontando la enfermedad que día a día debilita mi cuerpo y salud”, agregó con resignación.
Los comerciantes que desean salir de la ciudad para atender sus negocios tienen que dejar como aval a una persona que cuente con el reconocimiento del EI, así como sus tiendas, viviendas, coches, inmuebles u oro.
Si el comerciante no retorna, el aval es detenido por los yihadistas, y probablemente asesinado, mientras que los bienes citados quedan incautados, explicó Al Bayati.
Otros profesionales, como los profesores universitarios, los médicos, los farmacéuticos y los antiguos miembros de los cuerpos de seguridad tienen totalmente prohibido abandonar Mosul.
En cuanto a las familias, su salida al completo es casi imposible ya que por cada dos miembros de un mismo núcleo familiar que quieran viajar se debe dejar como garantía de su regreso una vivienda.
Al Bayati indicó, además, que estos limitados viajes fuera de la urbe pueden durar como máximo entre uno y dos meses.
Se calcula que un 1.200.000 personas han abandonado la región de Nínive entre junio de 2014 y principios de 2016, y que en Mosul tiene todavía unos dos millones y medio de habitantes.
Según estadísticas del Consejo Provincial de Nínive, unos 200.000 habitantes de zonas del norte y este de la provincia se refugiaron en Mosul huyendo de los bombardeos de la aviación iraquí y de la coalición internacional.
Además, unos 350.000 civiles, entre ellos numerosos familiares de miembros del EI, llegaron a Mosul tras escapar de las campañas militares contra los yihadistas en las provincias de Al Anbar y de Saladino, de mayoría suní.
Las razones para abandonar Mosul son por un lado las atrocidades cometidas por los yihadistas, que han ejecutado a miles de personas por no compartir su ideología extremista.
A ello se suma, que desde marzo, cuando comenzó una ofensiva del Ejército iraquí en Nínive que tiene como objetivo Mosul, los residentes temen el inicio de los combates en sus calles y un aumento de los bombardeos.
Al margen de la violencia, muchos quieren huir de la desesperada situación económica de la ciudad, donde hay escasez y carestía de productos básicos, y cortes en el suministro de electricidad y agua, lo que preocupa en extremo con la cada vez más próxima llegada del verano.