Nos recibe en el salón del Casino de Torrejón del Rey, un municipio de la provincia de Guadalajara casi limítrofe con Madrid. No piensen, pese al nombre, en un establecimiento donde se practican juegos de azar, se apuesta dinero o se ofrecen espectáculos porque aquí en la pequeña sala de este modesto local en el que apenas caben 200 personas, no se paga entrada y la única representación que se ofrece es la que tiene como protagonista al mediodía a Emiliano García Page (Toledo, 1968). Las campañas electorales tienen este tipo de contrastes: los líderes nacionales entran en directo en los informativos de la noche cuando se enciende una la luz roja y suena la música mientras que para los regionales o locales no hay sintonía alguna que les avise de que en los siguientes 20 segundos tienen que colocar el mensaje del día. Unos llegan casi en volandas hasta el escenario y otros se van parando por la calle a charlar de la familia, el negocio o los achaques del abuelo con cada asistente. Y si se tercia, hasta se emplazan para una partida de mus con el que se atreva.
Page no reparte relojes, como hacía José Bono en sus tiempos entre los castellano-manchegos, pero es de aquella escuela. De los del verso suelto, de los que no miden las palabras y menos las consecuencias de lo que dicen para las siglas en las que militan. “Por encima del PSOE, están los vecinos” y todo lo que digo es “por mi propia conciencia y por la libertad aprendida en las entrañas del Partido Socialista” son frases con las que justifica sus continuos demarques de Pedro Sánchez.
Habitual de bromas que no todo el mundo entiende, como la que hizo hace unos días sobre la vida sexual de sus hijos –“Tú estudias el cuerpo humano y tu hermano hace las prácticas porque mi hijo es un chico de raza y a la chica [licenciada en Medicina] no le pregunto”–, aspira a revalidar su mayoría absoluta, pero mantiene los ojos muy abiertos ante los sondeos que dicen que la suma de PP y VOX podría echarle del Palacio de Fuensalida. “No hay nada ganado ni nada perdido”, arenga en una intervención que pronuncia delante de un cartel en el que reza “Con Page, en buenas manos” y en la que no menciona a Sánchez ni a sus políticas sociales, esas a las que se aferran otros candidatos para movilizar al electorado progresista. Y esto, aclara, no es ni porque esté en ninguna carrera o intriga ni porque tenga alguna ambición más allá de su tierra.
¿Qué es ser un chico de raza?
¿De raza? Un chico normal, de raza, con ganas de fiesta. Así lo entiendo yo. Con ganas de alegría, muy alegre…
¿Una mujer casada no puede ser alcaldesa? De la primera edil de Talavera dijo que no dejaría de serlo hasta que no lograra casarla.
No es que... Es que cualquier consideración que yo pueda plantear en términos de amistad o de cariño personal no es extrapolable, aunque probablemente no debo mencionarlo en los mítines. Pero son sólo elementos de confianza personal y de afecto. Ella es una magnífica persona y es una broma que nos venimos gastando desde que era consejera mía.
¿Y a sus hijos les molesta que les lleve al centro del debate público en los mítines?
No les llevo a ningún centro de debate.
Pero si habló hasta de su vida sexual…
Sexual, no. De sus ganas de tener pareja sentimental.
Pero si usted mismo se arrepintió, luego, de aquellas afirmaciones.
Bueno, sí. No es que me arrepienta, es que es un problema que cuando uno lleva ya mucho tiempo en política –y yo entro en confianza enseguida con la gente–, tiende a hacer consideraciones de tipo más personal, más familiar. Y esos contextos no son intercambiables. Lo que puede entenderse perfectamente en un contexto de cariño, de amistad o familiar, fuera obviamente no se entiende. Y más cuando hay mucha gente con ganas de enredarlo o torcerlo todo.
Pues vayamos a lo intercambiable. ¿Qué se juega Pedro Sánchez el 28M?
En tanto que presidente del Gobierno, nada. Como secretario general de un partido que se presenta en toda España, obviamente se juega el conseguir el mejor resultado. Pero no tengo para nada claro que estas municipales y autonómicas sean una meta volante para las generales. La gente que elucubra de la M30 para adentro, no termina de conocer que en España ya hay muchísima gente que en cada elección demuestra claramente por qué proyecto y por qué personas apuesta. Eso se ve pueblo a pueblo, ciudad a ciudad y región a región. El componente de los candidatos no ha dejado de crecer desde la Transición, y hoy diría yo que ocho de cada diez votos que se emiten, incluidos a los partidos mayoritarios, se emiten más pensando en la persona que en el organigrama o en el conjunto. Por una simple razón, porque los partidos tienen que ser estables y tienen que sobrevivir a sus líderes. Y cuando la gente pierde confianza en un partido, es muchísimo más grave para ese partido y para la persona y para la sociedad que cuando pierde la confianza en un candidato. ¿Confían en mí?. ¿Mañana lo hago mal? Puerta.
¿No hay un componente nacional entonces en esta campaña?
Todo influye. En España influye todo. Influye hasta la Champions. Claro, lógicamente todo influye. El estado de ánimo depende mucho a la hora de votar. Se vota con todas las vísceras del cuerpo y por tanto, si el componente son las entrañas, el resultado suele ser con más bilis. Y si la víscera que usamos realmente es el corazón, el resultado es otro.
¿Y cuál cree que es el estado de ánimo del electorado socialista con el Gobierno de Pedro Sánchez?
Yo distingo los militantes del electorado. Es decir, los militantes tradicionales o el electorado estable, para entendernos. Bueno, yo creo que valoran mucho la gestión social, el enfoque, los avances sociales y progresistas del gobierno y el hecho en sí también de estar sobreviviendo porque la política nacional es inmisericorde. Se ha convertido en una parrilla.
¿Es más lo que le separa que lo que une a Pedro Sánchez?
Coincido en una parte muy importante con la ideología y los valores de mi partido. Si lo que me...
No le he preguntado con su partido, sino con Pedro Sánchez.
Bueno, pero es que yo no hago equidistancia en relación con las personas, sino con las ideas y los valores que tengo desde los 16 años cuando decidí dar el paso de estar en política. En realidad yo no me planteo una equidistancia con una persona en concreto. Por eso cuando me preguntan si soy sanchista o pagista –que suena peor todavía–, respondo que los ismos son muy complicados.
¿Entonces lo que cree es que el presidente del Gobierno camina a distinto compás del de la tradición histórica del partido?
Bueno, pero el problema no es solamente mirar hacia atrás y ser coherente con la trayectoria, sino seguir haciendo historia. Por lo tanto, cada época tiene su esquema y sus necesidades.
¿Por qué cree que va a hacer historia Pedro Sánchez?
Inevitablemente, todos hacemos historia. Buena o mala, pero todos la hacemos.
La de Pedro Sánchez, ¿será buena o será mala?
Espero que no tengamos que empezar a contarla y que pueda estar todavía en el Gobierno.
¿Sánchez no es leal a la Constitución, los pactos de la Transición, la igualdad entre españoles o la soberanía nacional?
Si yo pensara que no lo es, lo hubiera dicho. He discrepado de bastantes cosas, pero a un Gobierno legítimo y que además defiende la estabilidad institucional en España no se le puede acusar de ese tipo de consideraciones. Creo que la oposición se pasa muchos pueblos.
“Si seguimos con las mismas compañías, el PSOE sufrirá un castigo”. Lo dijo usted en septiembre del 2022. ¿Cree que los socialistas van a ser castigados el 28M por este motivo?
Va a influir mucho, sí.
¿A usted le va bien la nacionalización de la campaña?
No, nunca beneficia. Aquí, en Castilla-La Mancha, desde hace mucho tiempo, desde las épocas de Bono y también del presidente Barreda, ha habido siempre una diferenciación enorme entre el voto autonómico y el voto nacional. Incluso en los mejores tiempos del PSOE a nivel nacional. Aquí el componente regional ha entrado en escena, de manera que todo influye. Pero, realmente, más allá de si me beneficia o no a mí, cuando me dicen que usted critica a Sánchez para ganar votos, yo no quiero ganar por mis discrepancias con nadie, ni siquiera por ninguna opinión en el ámbito nacional. Todo responde a un planteamiento de responsabilidad con los derechos de mi gente, de mi tierra y los que tengo también como español. Son cosas distintas, pero a lo que aspiro es a que la gente pueda valorar nítidamente mi gestión. Creo que tengo ese derecho porque me dejo la piel. Ya llevo ocho años, cuatro años estos últimos durísimos, como para que al final esto se decida en una tanda de penaltis jugados no sé si en el Congreso o en el Senado.
EH Bildu ha entrado de lleno en el centro de esta campaña electoral. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Bueno, desconozco las claves de fondo. No sé exactamente qué metabolismo hay dentro de ese conglomerado que es Bildu para cometer un error de esta naturaleza porque obviamente han desandado parte del camino que habían querido recorrer sin atreverse a pedir perdón. Pero han hecho que se vuelva a traer a la memoria, lógicamente, el papel de las víctimas, porque eso es duro. Yo personalmente creo que no solo es un error, sino que además es un error grave.
¿Y por qué cree que esto no fue motivo de debate en campañas anteriores, habiendo seguido EH Bildu la misma estrategia en las elecciones de 2019 o en las de 2015?
Bueno, pues probablemente porque los votos y las opiniones de Bildu en estos últimos años están computando más que antes. Depende del nivel de notoriedad, claro. Si se quiere ser objetivo, los votos en el Congreso de los Diputados, sean quien sean, importan. La prueba más evidente es la del que era diputado de Trujillo, que por su error tenemos reforma laboral. ¡Fíjese si un voto importa! La verdad es que yo creo que si alguien lo que quiere es que el Gobierno no se beneficie de los votos de Bildu, tiene que renunciar también a beneficiarse como oposición de los votos de Bildu. Porque los votos, incluso los no votos, siempre ayudan a uno o a otro. Si apoyan al gobierno, benefician al gobierno y si no le apoyan, benefician a la oposición.
¿Lo que quiere decir es que de los votos de Bildu se beneficia tanto el PP como el PSOE?
Los votos de Bildu surten efecto una vez que se han computado para el gobierno o para el que está enfrente. Por lo tanto, esas cuentas son elementales a la hora de una investidura y a la hora de cada decisión. Por tanto, hay que ser serio. La realidad es que los votos siempre computan para unos como otros. El Partido Popular que machaca vivo todos los días la gestión de los Fondos Europeos tendría que estar muy callado porque con su voto no se aprobaron en el Parlamento. Casualmente salieron porque se abstuvo Vox.
¿Y qué respondería a quienes dicen que en España gobiernan los amigos de los asesinos?
Que es una barbaridad y que hacen daño innecesariamente. Porque es simple y llanamente… Yo ya estoy acostumbrado a que el Partido Popular aterrorice con el terrorismo. Aznar, cuando mataron a Tomás y Valiente –amigo además personal de Felipe González– fue a una manifestación y no atacó a los terroristas. Dijo que la manifestación no era contra ETA, era contra Felipe González. Así, con todas las letras.
¿Cuál de las leyes que ha aprobado el Gobierno de coalición con los votos de EH Bildu o de ERC le parecen cuestionables desde el punto de vista democrático?
Yo analizo las leyes por su contenido. No sabría decir exactamente ahora. Tendría que estudiarlo con detalle porque en realidad me aíslo bastante del ruido madrileño para poder gobernar mi tierra. Pero las leyes son importantes no por quién las ha votado, sino por el contenido que llevan. Esto es de libro.
¿La Ley de Vivienda está construida sobre los cimientos de Hipercor, como hemos escuchado decir al senador Pedro Rollán?
Eso no lo había escuchado. Eso es una barbaridad. Y sobre todo, una ofensa gratuita. No son conscientes algunos de que generan un tipo de rechazo en otros sectores enormes. Yo creo que cuando se exagera tanto y se sobreactúa… Una cosa es dejar tu opinión clara y además defenderla, y otra cosa muy distinta es exagerar, extremar y radicalizar todo porque de esa manera pierden los argumentos y la razón. El Partido Popular pierde en las formas muchas de las razones de fondo. Y eso, yo lo he vivido aquí en mi tierra, pero se vive en todas las esquinas de España.
¿La democracia está pasando por una mala época o es que en campaña electoral se teatraliza más de la cuenta?
No, la democracia no. Es el concepto de estabilidad política y de previsibilidad y, digamos, de convivencia parlamentaria. La convivencia parlamentaria está en uno de sus peores momentos, sin duda ninguna. Cuesta Dios y ayuda a sacar cualquier cosa adelante. Hay que hablar con muchos. El Congreso a veces parece un sudoku.
¿Y a qué lo atribuye? ¿Al pluripartidismo?
Más que al pluripartidismo, al atomismo. Hoy estamos en un minifundio parlamentario. Hemos llegado a tener latifundios, pero ahora hay un minifundio exagerado.
¿Con el bipartidismo vivíamos mejor?
Bueno, yo creo que los acuerdos esenciales y estructurales de PSOE y PP están detrás de buena parte de los éxitos que hemos cosechado desde el 78 hasta aquí. Realmente, en España no ha habido nunca un bipartidismo perfecto hasta el punto de que tanto el PP, por un lado como el PSOE por otro tuvieron que echar mano de apoyos nacionalistas. Aquí nunca ha habido una gran coalición, ni creo que la haya. Lo que sí ha habido es una especie de perímetro a salvo del conflicto y de elementos claros de centralidad que se han mantenido.
¿Y cuáles eran los límites de ese perímetro?
Asuntos tan importantes como, por ejemplo, la lucha contra ETA, las negociaciones de los tratados en Europa… Esas cosas que realmente son importantes y que también tienen que ver en muchos aspectos con la política internacional. Se rompió, por ejemplo, cuando el tema de la guerra que Aznar decretó unilateralmente. De hecho, cuando más crispación hay en España es cuando los pilares esenciales de la convivencia sellada desde el 78 se ven asaltados por uno de los dos grandes partidos. Porque el ruido de los extremos va a ser siempre así. Hay un doble rasero en este país a la hora de analizar los partidos políticos. Al PSOE y al PP se les valora por su responsabilidad, por su capacidad de llegar a acuerdos, por su capacidad de hacerse cargo del conjunto y a los demás se les permite perfectamente jugar a su chiringuito o a su huerto electoral, para entenderlo. Y eso es enormemente injusto.
¿Cuando habla de los demás, a quién se refiere?
Pues a casi todos. En España, la previsión constitucional de que el Congreso era la cámara de representación global para hablar del conjunto y el Senado, la territorial es falsa desde el primer día. Y hoy terminan decidiendo más aquellos que van a Madrid con intención sólo de defender su terruño. Los que van con criterios territoriales hoy se llevan más el agua a su molino que nunca. Esto es lo grave.
¿Ha cambiado su percepción sobre Alberto Núñez Feijóo desde que es líder nacional del Partido Popular?
No, no mucho. Estoy todavía expectante ante su aventura madrileña porque creo sinceramente que el asalto a la Corte de Madrid no lo tiene resuelto ni claro.
¿Quiere decir que está de paso?
No. Todavía pesa más en él la visión que tenía de la política desde la autonomía que la que se emite desde la M-30. Y evidentemente ahí se produce una quiebra. Son dos formas de hacer política distintas. Y en ese rozamiento hay días que está más afortunado y días que está menos. Yo estoy expectante a ver cómo es capaz de hacerse con lidiar el toro de la Corte madrileña.
¿Hubiera dicho como presidente de la Xunta que Sánchez ha sido más generoso con los verdugos que con las víctimas de ETA?
No, no me parece, me parece, me parece… Me parece injusto ese planteamiento, sinceramente.
Algunas encuestas pronostican que PP y Vox podrían arrebatarle a usted la presidencia de Castilla-La Mancha.
En relación con las encuestas, estaría dispuesto a asumir que en estas elecciones el resultado final mantenga la misma distancia que tuvimos hace cuatro años con las mismas encuestas.
Explíquese.
Todas las encuestas que hay, incluso las que se fabrican más para crear opinión que para reflejarla, buscan desmoralizar. Lo tienen difícil en ese sentido porque yo tengo encuesta propia y pituitaria propia. Pero todas esas encuestas que hoy se hacen y que me dan bailando a punto de salir o no perdiendo la mayoría, hace cuatro años me daban mucho peor, con lo cual, incluso en términos relativos, noto una mejoría.
En todo caso, le acabo de escuchar en un mitin decir que nada se puede dar por ganado ni nada se puede dar por perdido.
Por supuesto. Cabe, cabe, cabe que salga Vox con el PP.
¿Qué sería de Emiliano García-Page si eso se produjera?
Básicamente un hombre infeliz. Infeliz y profundamente desgraciado.
¿No se ve fuera de la política, después de tantos años?
Es que tengo vocación política. No sé. Sí me veo, estudié Derecho. Lo que pasa es que en vez de defender las leyes en los juzgados, me dedico a hacerlas. Al final me ha sido muy útil. Pero, tengo vocación política y no voy a pedir perdón por dedicarme a la política. Si mañana pierdo… No he estado siempre gobernando. Es más, me ha tocado hacer remontadas sin entender de fútbol ni de remontadas.
¿Hay motivos para presentar, como han anunciado algunos gobiernos del Partido Popular, un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Vivienda que acaba de aprobar el Parlamento?
Motivos políticos, seguramente, pero motivos legales, lo dudo. No creo que vaya a resolver todos los problemas de la vivienda ni que sea una panacea. Probablemente ninguna lo puede ser. La política de vivienda comporta muchas cosas distintas, incluso en buena medida hay que negociar con todo el sector inmobiliario y con todo el sector residencial. De por medio hay movimientos y decisiones que van más allá de si se hacen o no se hacen viviendas, dónde se hacen, con qué instrumentos jurídicos, teniendo en cuenta que eso es muy complejo. Por tanto, no sé si la ley lo arreglará todo, pero nosotros no la vamos a recurrir. No vemos motivos legales.
Vengo de recorrer algunos otros territorios donde los candidatos del PSOE en sus intervenciones tienen alguna mención a la política social del Gobierno e incluso al presidente del Gobierno. Acabo de escuchar el suyo en Torrejón del Rey y no he escuchado ni una sola alusión ni a lo uno ni a lo otro. ¿Le da votos esa estrategia?
¿Has escuchado todo el mitin?
Menos los cinco últimos minutos.
Es que lo mejor lo dejaba para el final: un agradecimiento expreso al acuerdo por el agua con el Gobierno de España. Unos días toca hacer hincapié en unas cosas y otros en otras. En Guadalajara, que es la provincia donde se origina el trasvase, me parecía ideal poder poner de manifiesto que hemos llegado a un acuerdo. Yo he conseguido más acuerdos con el Gobierno de Sánchez en estos cuatro años que seguramente en ningunos otros.
¿Cuáles más?
Bueno, muchos. Sobre temas de política social, sobre asuntos de gestión de fondos europeos. Sí, sí, bastantes.
¿Y además de la política del agua, algún otro agradecimiento al Gobierno de coalición?
Muchos acuerdos, algunos sobre infraestructuras, otros importantes sobre sobre ayudas a las empresas, la gestión de fondos europeos… Tenemos muchos elementos de coincidencia. Yo eso lo agradezco. Alguien podría decir que el hecho de que yo discrepe de algunas cuestiones sustanciales, obviamente con Sánchez, podría pasarle factura a mi región porque la pasarán los ministros. Pues yo tengo que decir que es la época seguramente en la que más acuerdos se han firmado entre un gobierno autonómico y el nacional de todas las que llevamos.
¿Qué le ha desgastado más a Sánchez, la reforma de los delitos de malversación o sedición o el ruido interno de la coalición?
Hay dos cosas que la gente mide siempre. Y a mí también. Cumplir con el programa y cumplir con la palabra dada, a pesar de las circunstancias. La gente analiza el grado de coherencia. Y hay un segundo elemento, que es presentar no sólo un balance de gestión que puede ser bueno o malo, pero no hay que aspirar a que te premien o te paguen lo hecho. Eso sirve de consideración, de aval y de credibilidad para ofrecer otras cosas y por tanto, el problema es que si en España vamos a unas elecciones en las que no se vislumbra una fuerza mayoritaria, o bien el PSOE o bien el PP, es evidente que el debate subsiguiente es cuáles son las muletas, cuáles son las compañías y cuáles son los apoyos. Y por tanto va a entrar en circulación, no ya sólo si gana Feijoo o gana Sánchez, sino también va a valorar la sociedad española, qué pesa más: si la posibilidad o la eventualidad de un gobierno de Vox o de Podemos. Todo eso se mezcla obviamente en el batiburrillo nacional, pero distingo más eso que el hecho en sí de Podemos. Y escucho tanto al PSOE como a Podemos que, a pesar de las diferencias de un momento o de otro, se prometen seguir contando los unos con los otros. Veo más problema la bilis que genera, por ejemplo, todo este tema de Bildu o el independentismo. Eso sí genera obviamente un tipo de tensión ambiental muy importante que a mucha gente le llega.
¿Qué le sugiere la batalla interna entre Sumar y Podemos?
Yo creo que Pablo Iglesias tomó probablemente la mejor decisión de las que yo le he visto tomar dejando a Yolanda Díaz y visto con perspectiva, creo que es también de la que más se va a arrepentir.
Bueno, ya lo ha verbalizado.
A Yolanda Díaz la valora mucha gente positivamente por contraposición al perfil de Iglesias. Por lo tanto es complejo que se mezclen porque lo que mucha gente quiere ver en Yolanda Díaz son sus enormes diferencias de forma y también supongo que de fondo con Pablo Iglesias. Estamos hablando de cosas distintas en el mismo espacio, de productos muy diferentes.
¿Qué le aporta la plataforma Sumar al Partido Socialista en unas generales?
Puede aportar o quitar. Conozco gente muy cercana que hoy está inclinada a votar a Yolanda Díaz y que normalmente han votado PSOE. Me tendré que fajar con ellos.
¿Qué pasará en el PSOE después de las elecciones generales si Sánchez no logra seguir en el Gobierno?
Sánchez es el candidato. Y en el PSOE no existe debate ninguno sobre eso. La política cambia cada seis meses. No sé lo que puede pasar en el futuro después de tantos años. No hago futuribles porque me equivoco siempre.
¿Las primarias fueron un buen invento para el PSOE?
Las primarias no se plantearon como un proceso reflexivo de toma de decisión después de muchos debates. Surgieron de la noche a la mañana, seguramente, sin que nadie hubiera podido tener tiempo para valorar las consecuencias en el propio modelo de partido que significaban.
¿Y usted cree que el próximo secretario general del PSOE se elegirá por primarias?
Sí. No tengo duda de que serán las primarias las que decidan.
¿Se prepara para ello?
No, no, no…
¿No, nunca, jamás?
Yo no me preparo para ello.
¿Se ve en la política nacional?
Estoy en la política nacional. Soy el presidente de una comunidad autónoma y eso es ser actor en la política nacional. Por definición constitucional, somos parte del Estado. Pero no estoy en ninguna carrera de ningún tipo ni tengo ninguna ambición. Por eso hablo con mucha tranquilidad. Cuando digo las cosas, me puedo equivocar y obviamente me equivoco como el que más, pero las digo por mi propia conciencia y por mi propia libertad aprendida en las entrañas del Partido Socialista de toda la vida. De manera que yo digo lo que pienso, pero la realidad es que eso no se puede confundir con que esté en ningún tipo de carrera o intriga, porque sería enormemente falso.
Por cierto, ¿por qué Cospedal sigue más presente en sus intervenciones públicas en esta campaña y no tanto el candidato del PP?
En primer lugar, porque el candidato del PP lo puso Cospedal. Y, en segundo lugar, porque mi promesa es hacer todo lo contrario que hizo Cospedal, que es para lo que me votó la gente. En la mentalidad de mi tierra, la gente recuerda perfectamente lo que significó Cospedal y yo soy consecuencia del proceso sociológico de una región que se revolvió contra Cospedal. Es inaudito lo que pasó aquí, por mucha crisis que hubiera. En aquella época sufrimos maniobras entendibles en política y algunas no entendibles, que espero que se terminen sabiendo.
¿Qué quiere decir?
No puedo decirlo ahora.