“Voy a trabajar”. Son las 17 horas del jueves cuando Pedro Sánchez sube al avión que le llevará de vuelta a Madrid desde Vilna, donde ha terminado la gira por los países bálticos, y comunica a su equipo que viajará en la sala reservada para el presidente o el jefe del Estado en el Airbus 310 del Ejército del Aire. Es más que probable que en las casi cuatro horas que duró el vuelo tomase la decisión de activar la crisis de Gobierno que comunicaría el sábado, que apenas unas horas antes había reiterado a los periodistas que no era una prioridad. Entre quienes apostaron siempre por que la haría en julio y no en otoño, hubo quien en los últimos días dudó que fuera a ser así por la apretada agenda internacional que el presidente tenía por delante.
Pasadas las 21 horas llega a La Moncloa. Para entonces, el PSOE ya había anulado un acto que tenía previsto y anunciado el sábado para presentar las conclusiones de la ponencia marco del 40º Congreso Federal bajo el pretexto oficioso de que el presidente llegaba cansado. Ferraz lo sustituyó por una campaña de afiliación que presentaría el secretario de Organización, José Luis Ábalos, y que también fue finalmente anulada.
En las 24 horas siguientes Sánchez revolucionó la coalición con una amplia remodelación en la que llevaba semanas trabajando, tras el fracaso del PSOE en las elecciones madrileñas del 4M y el desgaste que reflejaban las encuestas como consecuencia de los indultos a los líderes del procés. En esta ocasión, el líder socialista no ha compartido toda la información ni con sus más cercanos colaboradores. En ese momento, ninguna persona de su núcleo duro tiene todos los datos de lo que va a ocurrir, lo que hace dudar a algunos de ellos sobre el alcance que puede tener la primera gran crisis de Gobierno. “Nadie ha tenido toda la información”, dice un miembro de su equipo.
El viernes a última hora, Sánchez cuenta sus planes –aunque no al completo– a Félix Bolaños y le deja caer que él será el sustituto de Carmen Calvo como ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. En el entorno de la vicepresidenta sostienen que ella conocía de antes la decisión y que aún tiene una conversación pendiente con el presidente, pero en su departamento estaban trabajando en la agenda de esta semana. Bolaños, en su calidad aún de secretario general de la Presidencia, activa entonces toda la maquinaria. El nuevo hombre fuerte del Gobierno tiene que preparar la nueva estructura y los decretos de cese y nombramiento de los ministros, entre ellos el suyo propio. Sánchez también descuelga el teléfono esa tarde para informar a algunos colaboradores de la remodelación que se avecina, entre ellos a la vicepresidenta Yolanda Díaz.
A primera hora del sábado Sánchez envía algunos mensajes a sus colaboradores para informarles de que el momento ha llegado. "Empieza el baile", les dijo. El plan era que la Cadena SER anunciara la remodelación del Gobierno a las 10 horas, pero la cadena se anticipó, por lo que los teléfonos empezaron a echar humo, especialmente el del presidente, que dedica toda la mañana a llamar para informar de nombramientos y ceses.
Minutos después de que salte la noticia, a las 10:02, el PSOE comunica la cancelación del acto de Ábalos que se iba a celebrar una hora después en Ferraz. Al todavía ministro de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad el presidente le transmite su salida del Gobierno. También su final como secretario de Organización del partido. Un mazazo que no esperaba. Ábalos, según fuentes de su entorno, decidirá en los próximos días si sigue en ese puesto hasta octubre, que es cuando el 40 Congreso Federal tendrá que ratificar a la nueva dirección, o lo abandona de inmediato.
Esa misma mañana Sánchez traslada a Óscar López que será su nuevo jefe de gabinete. El CEO de Paradores estaba en Riaza junto a su familia pasando el fin de semana, aunque ya estaba prevenido de que su futuro podía estar en La Moncloa porque desde hacía semanas le habían sondeado al respecto. Su antecesor, Iván Redondo, tenía planes en Extremadura para ese mismo día que tuvo que cancelar por la mañana.
Sánchez empieza a telefonear a los nuevos ministros. A Isabel Rodríguez la llamó ese sábado para ofrecerle la portavocía y la cartera de Política Territorial, informa Alicia Avilés. La alcaldesa de Puertollano aceptó el reto inmediatamente, si bien en su entorno temen por el desgaste que pueda acarrearle la exposición continua y una cartera tan compleja como la de Política Territorial en pleno apogeo de la agenda catalana. Emiliano García-Page tuvo que interrumpir el Comité Regional del PSOE para responder a Rodríguez, que le comunicó la noticia y el presidente manchego hizo lo propio con sus compañeros de partido que rompieron en una ovación. Esa misma mañana Miquel Iceta supo que su breve paso por ese departamento había terminado y que ahora sería el responsable de Cultura y Deportes.
El presidente también contactó con Diana Morant para confirmarle que iba a anunciar su nombramiento. “El lunes nos vemos”, le dijo a la nueva ministra de Ciencia e Innovación. En su caso la oferta para suceder a Pedro Duque llegó el pasado lunes 5 de julio y mantuvieron un breve encuentro en Moncloa de no más de media hora. La alcaldesa de Gandía, que este domingo ha cedido el bastón de mando, aceptó inmediatamente, informa Lucas Marco.
Uribes haciendo jogging y Escrivá jugando al golf en plena crisis
José Manuel Rodríguez Uribes recibió varias llamadas de presidencia que le pillaron haciendo jogging y sin teléfono móvil. De regreso a su domicilio vio varias llamadas perdidas y una vez consiguió contactar con La Moncloa, el titular de Cultura y Deportes se desplazó al recinto presidencial, donde Sánchez le agradeció los servicios prestados durante este año y medio.
El presidente trató de comunicar personalmente a todos los ministros salientes su decisión, pero le resultó imposible en varios casos y tuvo que despedirles por teléfono. Fue el caso de Arancha González Laya, que estaba en Euskadi de fin de semana. Era una de las que sonaban para salir, pero en el Ministerio tenían dudas de que pasara para evitar que Marruecos se apuntara un tanto a su favor por la crisis migratoria que forzó el país vecino por la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Galli.
Juan Carlos Campo se encontraba en Cádiz cuando recibió la llamada del presidente. En Justicia tampoco esperaban que fuera uno de los caídos justo después de los indultos y tras pasar en el cargo apenas 18 meses, menos incluso que su antecesora, Dolores Delgado. Isabel Celaá, que fue portavoz en la primera etapa del Gobierno, también se despidió por teléfono, porque estaba en Bilbao por motivos familiares. Sánchez no le comunicó que Pilar Alegría sería su sucesora al frente de Educación y Formación Profesional.
“La mejor noticia es que no hay noticia. Seguimos”
Según se suceden las llamadas, Moncloa pone en marcha un goteo de filtraciones con los cambios, en una estrategia idéntica a la de las otras dos ocasiones en que Sánchez ha formado Gobierno, tras la moción de censura en 2018 y en la investidura de enero de 2020. Cuando termina, le comunica al rey la nueva composición del Ejecutivo. Son las 13:08 cuando la Secretaría de Estado de Comunicación informa de que el presidente está en Zarzuela. Los ministros que se quedan, entre ellos José Luis Escrivá, al que la crisis pilló jugando al golf, respiran aliviados. También la titular de Industria, Reyes Maroto, quien había estado en todas las quinielas de posibles salientes. Maroto envió un mensaje a sus colaboradores, que estaban pendientes de los cambios, en el que decía: “La mejor noticia es que no hay noticia. Seguimos”.
El presidente comparece en la sala de prensa, a la que no convocó a los periodistas, pasadas las 15 horas, para coincidir una vez más con el arranque de los informativos. “Desde hoy comienza el Gobierno de la Recuperación”, sentenció en su alocución a los españoles.
Entre las diez de la mañana, que se conoció el alcance de la remodelación del gabinete, y las tres de la tarde, que compareció el presidente del Gobierno, hubo cinco horas de un largo silencio en el grupo de WhatsApp que comparten todos los miembros de la dirección federal del PSOE, en el que nadie se atrevió a poner ni un mensaje. Después, se sucedieron las felicitaciones y los elogios para con el nuevo gabinete y se despidió a los salientes, entre los que estaba José Luis Ábalos, con efusivas muestras de gratitud. Ábalos sigue sin contestar llamadas y sin responder mensajes. No así Calvo, que ha hecho saber a sus compañeros de partido que está “serena y con ganas de retirarse una temporada a su casa de Cabra, en Córdoba”.