Los enfados de Mohamed VI miden las crisis migratorias: el día que la Guardia Civil le dio el alto en el Estrecho

Pedro Águeda

19 de mayo de 2021 22:58 h

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El enfado de Mohamed VI es una unidad de medida útil para la gravedad de las crisis migratorias con Marruecos. Al menos desde 2014, el año en el que un incidente con la Guardia Civil en aguas del Estrecho provocó la el enfado del monarca y puso en riesgo la vida de las más de 1.300 personas que intentaron cruzar la frontera con España de forma irregular en tan solo tres días. La “falta de respeto” que ha supuesto acoger al líder del Frente Polisario en un hospital español, aquejado gravemente de COVID, está supuestamente detrás de la llegada de 8.000 personas a Ceuta esta semana, según reconocen miembros del Gobierno de Rabat.

Del incidente del 7 de agosto de 2014 dio cuenta el periodista Ignacio Cembrero ese mismo mes y cinco años después ofreció su versión de los hechos, el ministro del Interior en aquel momento, Jorge Fernández Díaz. El político se convirtió así en la primera autoridad que reconocía públicamente que Rabat relajaba el control de sus fronteras, o las abría de par en par, como medida de presión o venganza contra España. Lo hacía, como recogió entonces elDiario.es, en sus memorias políticas, 'Cada día tiene su afán'.

Fernández Díaz relata en su libro cómo un día de agosto de 2014, una embarcación de la Guardia Civil dio el alto a una moto acuática en aguas del Estrecho, prevenido como estaba el instituto armado de la utilización de esas potentes embarcaciones para el traslado de droga de una costa a otra. Cuando el piloto se quitó las gafas de sol, el brigada que mandaba la embarcación se percató de quién era, “se cuadró y se puso a sus órdenes”. La Guardia Civil había dado el alto a Mohamed VI, miembro de la dinastía alauí, rey de Marruecos. 

Hasta aquí el relato de Cembrero en El Mundo y del ministro es más o menos coincidente, aunque el periodista habla de que la patrullera de la Guardia Civil se acercó a una embarcación, alrededor de la cual se divertían las motos acuáticas, y que en un momento dado apareció en cubierta Mohamed VI, percatándose uno de los guardias de quién era. 

Según Fernández Díaz, Mohamed VI permaneció en situación de “retenido” cerca de una hora y media porque el teniente coronel al mando de la Comandancia de Ceuta se empeñó en presentarle sus disculpas en persona y tardó una hora y media en llegar al lugar. El periodista, sin embargo, relató cómo fue el propio Mohamed VI quien decidió que su embarcación no se moviera del sitio hasta recibir una explicación de las autoridades españolas. Fuera uno u otro el motivo del retraso, las circunstancias de Fernández Díaz no facilitaron una pronta solución. 

El que fuera ministro del Interior entre 2012 y 2016 cuenta en sus memorias que había decidido ir a pasar unos días a la casa de unos amigos en un pueblo de Soria, donde previamente había estado y del que sabía que no ofrecía cobertura a los teléfonos móviles. “El único lugar donde hay cobertura es un punto estratégico en mitad del pueblo, debajo de un pequeño arbolillo con cuatro ramas, donde se ve que convergen milagrosamente las coordenadas adecuadas y, a su escasa sombra, los móviles reviven”, relata el exministro en el libro haciendo gala de su particular verbo. “En aquel largo rato, (Mohamed VI) llamó por teléfono al rey de España, que, como era de esperar, me llamó a mí, que estaba incomunicable. Lo que digo, la Ley de Murphy”, cuenta en 'Cada día tiene su afán'.

En el momento del incidente, Felipe VI ocupaba el cargo de jefe del Estado desde hacía apenas dos meses. ¿Cómo logró hablar con Fernández Díaz en su retiro soriano? Lo explica el ministro en el capítulo llamado 'La España de Rajoy': “Dada esta circunstancia (la ausencia de cobertura), como solo iba a estar allí una semana, opté por mantener el móvil apagado durante todas las vacaciones. Pensé que si surgía algo urgente o importante, ya me avisaría la Guardia Civil. Y aquello fue justamente lo que pasó. Un día se me acercó un escolta y me dijo: ministro, perdóneme, pero si pudiera llamar a su majestad el rey, que está intentando localizarlo y no lo consigue”.

Según contó el periodista Cembrero apenas tres semanas después de los hechos, Fernández Díaz se puso en contacto con el delegado del Gobierno, Francisco González Pérez, y con su homólogo marroquí, Mohamed Hassad. Si el coronel Andrés López se desplazó hasta el lugar fue con la orden de presentar sus disculpas en persona el monarca marroquí, añadía. Mohamed VI habría trasladado a los agentes en el momento su queja por el hecho de que las autoridades marroquíes hubieran advertido a las españolas que el rey iba a navegar esos días cerca de Ceuta y que eso no hubiera impedido, sin embargo, la identificación.

En su libro, Fernández Díaz describe las consecuencias de lo ocurrido y la lectura política que él sacó de ello: “Dos días después del hecho, pasamos tres jornadas de continuas oleadas de pateras a través de las aguas del Estrecho. Fueron miles los inmigrantes irregulares procedentes del norte y de la fachada atlántica de Marruecos que llegaron a España, lo cual era muestra de hasta qué punto la cooperación marroquí es enormemente importante y valiosa en ese ámbito”. 

El relato del exministro también da cuenta del modo en que los marroquíes anotan los supuestos agravios. En las gestiones del ministro para rebajar la tensión escuchó de su colega marroquí que “llovía sobre mojado” porque en la época de Alfredo Pérez Rubalcaba unos helicópteros que iban a repostar al Peñón de Alhucemas se fijaron en un yate de la familia real y estuvieron sobrevolándolo unos minutos. 

A raíz del incidente de la moto acuática, Mohamed VI “insistió mucho en que no fuera sancionado ni represaliado de forma alguna el brigada de la Guardia Civil”, asegura Fernández Díaz, después de relatar cómo el rey de Marruecos había utilizado a los migrantes. 

En este punto, el relato es coincidente con el que publicó El Mundo en 2014, según el cual, el monarca pareció haber dado por zanjado el incidente cuando se despidió del teniente coronel, al que advirtió de que los guardias habían hecho “perfectamente su trabajo” y asegurando: “Vamos a tener problemas si son sancionados”. Aunque también añadió: “A mí no se me ha respetado”, en alusión a las autoridades españolas. 

En apenas tres días, unos 1.300 migrantes lograron echarse a la mar en un centenar de embarcaciones rudimentarias, una cifra récord. Los testimonios recabados entonces hablaban de una total inacción de la Gendarmería marroquí, encargada del control de las fronteras y de la represión de los migrantes. 

El teniente coronel fue cesado a raíz del incidente, pero Fernández Díaz añade que simplemente le pareció “el momento adecuado” para poner al frente de la comandancia de Ceuta a un coronel, como tenía desde hace tiempo la de Melilla. Nada que ver, por tanto, con que el destituido estuviera al frente de la Comandancia cuando 14 migrantes murieron intentando llegar a nado a la playa del Tarajal en febrero de aquel 2014, mientras guardias civiles disparaban pelotas de goma y botes de humo, un hecho que motivó el procesamiento de 16 agentes en una causa que fue archivada por la Audiencia Provincial en julio de 2020.

Entre unas cosas y otras, añade en sus memorias, Jorge Fernández, su propósito de ser ministro del Interior durante una semana sin necesidad de tener un teléfono móvil cerca se frustro y se pasó todo el mes de agosto “colgado del teléfono”.